Descripción

por **Francesco Foscari** Sáb Oct 16, 2010 3:47 am

"El Hambre del Diablo", nombre bien escogido para esta taberna rodeada por el agua sucia de los pequeños canales que la rodean. El edificio exterior ya de por sí trae el aroma de la decadencia con sus ventanales mugrientos, su cochambrosa puerta de madera y el chirriante cartel casi ilegible que reza el título junto a un diablillo sonriente que, por suerte o por desgracia, inquieta a cualquier alma pura que profese la religión del Señor. Y no es para menos.

Del interior siempre proviene la algarabía mezcla de gritos, risotadas y eructos de borrachos: mobiliario y jarras de cerveza rotas al estrellarse contra el suelo (o contra la cabeza de alguien). De cuando en cuando se une al caos el sonido de algún laúd o un violín desafinado, de todo menos música.

La sensación opresiva se incrementa al entrar: calor asfixiante, olor a sudor y cerveza barata. Apenas se puede andar por la cantidad de cuerpos que se mueven empujando mesas redondas, sillas de madera, cuerpos de risueñas prostitutas o tu propio cuerpo, tirándote a un suelo de baldosas ennegrecidas, de a saber qué color original, y húmedas por las bebidas derramadas. El lugar apenas permanece iluminado por unas escasas antorchas que proyectan más sombras que luces, y casi ilumina más la brasería que ocupa el centro de la estancia, para asar y degustar todo tipo de carnes (sí, TODO TIPO de carnes), aunque el menú del establecimiento no es lo que se dice apetitoso y desde luego no aprobaría ningún control de sanidad...

En el segundo piso están las habitaciones. Pasillo estrecho, estancias aún más estrechas, crujiente madera carcomida por las termitas y duros e incómodos colchones; no hay más mobiliario en cada una que un destartalado armario y un baúl, además de algún que otro cuadro horrendo que no habla muy bien del gusto artístico del posadero.

Y hablando de los gustos del posadero y sus amigos, la taberna oculta un terrible secreto: y es que en el sótano se organizan peleas de gallos y de animales... al menos a simple vista. Oculto a ojos de la Guardia el entretenimiento es aún más oscuro, puesto que el tabernero es líder de toda una red de esclavistas que utiliza a los desafortunados, en gran medida gattos y humanos sin porvenir, como esclavos; tanto en peleas contra bestias, adquiridas en el mercado negro, como de juguetes de placer. Los esclavos permanecen encerrados en lo que los esclavistas denominan los "establos": una hilera de jaulas junto a los animales, en gran medida peligrosos. Las luchas tienen lugar en un improvisado y pequeño coliseo y las apuestas corren como la cerveza. Los esclavistas no pueden huír, porque cuando no están encerrados permanecen bajo el control de drogas y poderosas sustancias mágicas traídas por magos de tierras lejanas. El mercado negro da sus frutos.

Si no eres un diestro asesino de los suburbios, o no vienes aquí buscando aventureros y cazarrecompensas que contratar, será mejor que te mantengas alejado...