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Il giardino delle fate
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Fahd 'Umbra' Hasshîm
Alexandro 'Leone' Borgia
Damodred di Tylmarazzi
Cain
Aradia della Mezzanotte
Francesco Foscari
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Il giardino delle fate
Entre los múltiples palazzos de Venecia y sus canales, el Vicinato Ricco es una zona de palcer y nobles, donde lejos queda la suciedad y oscuridad de los suburbios de la ciudad. Entre las piazzas se puede llegar a estos extensos jardines mandados construir y decorar por uno de los antiguos gobernantes de la ciudad para disfrute de su mujer y sus cortesanas personales.
Los jardines ocupan una gran explanada tras el Palazzo Ducal y demuestran aquello de que Venecia es el salón más bello de toda Europa. Hay árboles tropicales de los que solo crecen en las frondosas selvas del sur donde llueve todas las tardes; hay helechos húmedos plantados a los pies de enormes troncos que se alzan hacia el cielo, tratando de acariciar el firmamento con sus frescas hojas. Las flores crecen en los bordes de los pequeños paseos de adoquines perfectamente decorados con motivos florales, y son una explosión de color: amapolas, amrgaritas, rosales, campanillas, dientes de león, y otras tantas flores mucho más exóticas traidas de todos los rincones del mundo para el capricho y disfrute de unos pocos, cuyos nombres apenas pueden pronunciar las bellas muejres que por aquí pasean.
No es de extrañar encontrar a un noble acompañado de su esposa o su familia disfrutando del hermoso paisaje y del aroma a flores y foresta que flota en el ambiente; e, incluso, hay quien viene aquí de la mano de compañías féminas de distinto parecer.
Entre los caminos hay varios bancos de piedra, decorados con enredaderas que se abrazan a las patas, para que los caminantes puedans entarse a descansar y deleitarse de la hermosa vista del jardín. Entre los árboles y las flores se encuentran de vez en cuando bellas fuentes labradas en piedra con los más diversos motivos: un ángel niño volcando una tinaja, un pez saltarín de cuyos labios mana un riachuelo de agua clara y cristalina...
Y, finalmente, para diversión del duque y sus cortesanas una zona del jardín es todo seto y flores, sin árbvoles, con el lecho de hierba suave bañada cada mañana por el rocío. No es si no un sinuoso laberinto de setos naturales donde jugar con las cortesanas. El laberinto es grande pero no demasiado insistente ya que el objetivo es huir el tiempo justo y encesario antes de que ella caiga presa de sus labios y los setos den la intimidad suficiente para desatar los besos.
Re: Il giardino delle fate
La noche caia en los jardines y la luna menguaba en el cielo de Venecia, aunque ella no podía contemplarla. Si podía percibir otros pequeños, el como las hadas de las flores se iban a dormir cuando se cerraban. Podía sentir mas lejos a las ondinas del estanque, nadando graciles y revoltosas entre las carpas que buscaban su sitio para irse a dormir.
Podía sentir bajo las palmas de sus manos la energia de la madre tierra, un latido intenso que luchaba contra los fantasmas de su cabeza intentando alejarlo, y es que aquel jardin era uno de sus pequeños refugios, uno de esos lugares a los que escapaba cada vez que necesitaba recordarse a si misma porque seguir luchando y despertandose un día mas.
Aun podía recordar la voz de Marco, casi podía escucharla el susurro del viento, que melodioso parecía querer serenar aquel inspiritu inquieto, cuya mirada muerta se ocultaba bajo la capucha de una capa de terciopelo negro, debajo esta un sencillo vestido blanco creaba el equilibrio. Hacía mucho que su cuerpo llevaba pidiendo participar en un ritual de comunión con los Dioses, pero por ahora la sacerdotisa se lo había prohibido. En si tenía prohibido hacer cualquier tipo de magía, pero ella no hacia caso a todas las prohibiciones.
Acaricio la cabeza de pan que descansaba sobre su regazo, había sido un regalo de los nobles que solía frecuentarla, un cachorro de lobo al que mataron a su madre y que él no sabía lo que hacer con él. De unos meses para acá se había convertido en su mejor amigo, ambos eran capaces de leer sus emociones sin necesidad de un don entre ellos.
Al final ella se recosto sobre la mullida hierba, apoyando la cabeza en el lomo del lomo, adormilandose.
Podía sentir bajo las palmas de sus manos la energia de la madre tierra, un latido intenso que luchaba contra los fantasmas de su cabeza intentando alejarlo, y es que aquel jardin era uno de sus pequeños refugios, uno de esos lugares a los que escapaba cada vez que necesitaba recordarse a si misma porque seguir luchando y despertandose un día mas.
Aun podía recordar la voz de Marco, casi podía escucharla el susurro del viento, que melodioso parecía querer serenar aquel inspiritu inquieto, cuya mirada muerta se ocultaba bajo la capucha de una capa de terciopelo negro, debajo esta un sencillo vestido blanco creaba el equilibrio. Hacía mucho que su cuerpo llevaba pidiendo participar en un ritual de comunión con los Dioses, pero por ahora la sacerdotisa se lo había prohibido. En si tenía prohibido hacer cualquier tipo de magía, pero ella no hacia caso a todas las prohibiciones.
Acaricio la cabeza de pan que descansaba sobre su regazo, había sido un regalo de los nobles que solía frecuentarla, un cachorro de lobo al que mataron a su madre y que él no sabía lo que hacer con él. De unos meses para acá se había convertido en su mejor amigo, ambos eran capaces de leer sus emociones sin necesidad de un don entre ellos.
Al final ella se recosto sobre la mullida hierba, apoyando la cabeza en el lomo del lomo, adormilandose.
Aradia della Mezzanotte- Brujo
- Cantidad de envíos : 234
Fecha de inscripción : 10/10/2009
Re: Il giardino delle fate
La noche había caido sobre Venecia, era el reino de la luna y las criaturas que entre las sombras se ocultaban y vivían, se alimentaban y amaban. Era el mundo de los vampiros y de los asesinos y ladrones, de aquellos de piel pálida y los que se ocultaban tras una capa oscura. Pero en las zonas de la Venecia rica como el Palacio de las Sirenas la noche estaab llena de olores y luces, de perfumes y caricias, besos y miradas insinuantes y... ¿quién sabe qué más? Lujuría, pecado, como diría aquella cazavampiros a la que había conocido la noche anterior, pero... oh, ¿quién no cedía al pecado de Venecia? Era una manzana demasiado deliciosa.
Un sitio similar al distrito dle placer o el palacio de las sirenas sin escamas eran los jardines de las hadas. Creados por un caprichoso noble se podía encontrar allí desde familiar acomodadas disfrutando de un cándido día, hasta las más lujuriosas parejas escondidas entre los setos. Pero, ahora que la noche caía, tan solo había gente del segundo grupo.
Y sin embargo, cuando con sutileza, arrastrando la capa de tela negra, el hombre entró en los jardines, no vió apenas a nadie ni oyó vida alguna. Por un día los jardines permanecían silentes, callados, como si la luna hubiera puesto sobre ellos un dedo silencioso.
Recorrió los recodos de los jardines, sin prestar apenas atención a las flores pues sabía que, si las miraba, no vería rojas rosas llenas de vida si no rosas oscuras marchitadas, pues aquella era la maldición de quien dedicaba su vida a la muerte y las malas artes como las llamaban otros: la vida no es algo que traigas al mundo si no algo que tu alma arrebata incoscientemente del mundo para alimentarse, como un extraño vampiro cuyo corazón aún late.
Através de las ramas vió una figura tirada sobre la hierba, con una capucha cubriendole el rostro y los cabellos de color oscuro desparramados sobre el verdor oscuro, jugando con una flor entre los dedos. Parecía abstraida mirando al cielo, pensando en algo que para él era desconocido.
El nigromante se acercó, sentándose de un ágil movimiento sobre una de las ramas de un árbol cercano, intermedió. Incoscientemente sus labios entonaron un silbido, una corta melodía muy propia de la noche y de la luna.
Un sitio similar al distrito dle placer o el palacio de las sirenas sin escamas eran los jardines de las hadas. Creados por un caprichoso noble se podía encontrar allí desde familiar acomodadas disfrutando de un cándido día, hasta las más lujuriosas parejas escondidas entre los setos. Pero, ahora que la noche caía, tan solo había gente del segundo grupo.
Y sin embargo, cuando con sutileza, arrastrando la capa de tela negra, el hombre entró en los jardines, no vió apenas a nadie ni oyó vida alguna. Por un día los jardines permanecían silentes, callados, como si la luna hubiera puesto sobre ellos un dedo silencioso.
Recorrió los recodos de los jardines, sin prestar apenas atención a las flores pues sabía que, si las miraba, no vería rojas rosas llenas de vida si no rosas oscuras marchitadas, pues aquella era la maldición de quien dedicaba su vida a la muerte y las malas artes como las llamaban otros: la vida no es algo que traigas al mundo si no algo que tu alma arrebata incoscientemente del mundo para alimentarse, como un extraño vampiro cuyo corazón aún late.
Através de las ramas vió una figura tirada sobre la hierba, con una capucha cubriendole el rostro y los cabellos de color oscuro desparramados sobre el verdor oscuro, jugando con una flor entre los dedos. Parecía abstraida mirando al cielo, pensando en algo que para él era desconocido.
El nigromante se acercó, sentándose de un ágil movimiento sobre una de las ramas de un árbol cercano, intermedió. Incoscientemente sus labios entonaron un silbido, una corta melodía muy propia de la noche y de la luna.
Cain- Mundano
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Fecha de inscripción : 07/10/2009
Localización : En el cementerio con una pala cantando bajo la luna.
Re: Il giardino delle fate
No se inmuta al notar la presencia del nigromante, pues aquella oscuridad que hacía morir a las hadas y a las plantas del jardin no podía ser otra que no fuera esa. Era todo lo contrario a lo que ella representaba, pero sabía que aunque deberia intentar acabar con él en esos momentos no tenía la opción ni el poder para realizarlo. Ademas porque iba a defender los intereses de una orden que la había abandonado, tratandola como una simple esclava.
El lomo de Pan se erizo, y pese a ser aun un cachorro aun gruño mostrando su aspecto mas fiero.
-Calma cachorro.-susurro mientras dejaba que debilmente su energia fluyera calmando a la del animal.-Los murcielagos solo comen insectos.
Se incorpora un poco, sentandose sobre la hierba y al alzar la cabeza la capucha cae, mostrando un rostro de hermosas facciones, delicadas, de grarndes ojos ovalados que guardan unas pupilas muertas. Como a medusa si la miras al rostro te quedas pretificado, queriendo seguirla hasta los abismos de la misma muerte como si se siguiera la voz de una sirena.
-Pensaba que las sombras no salían de catacumbas y cementerios, ignoraba que los vuestro pudieran encontrar la belleza en lo vivo...
El lomo de Pan se erizo, y pese a ser aun un cachorro aun gruño mostrando su aspecto mas fiero.
-Calma cachorro.-susurro mientras dejaba que debilmente su energia fluyera calmando a la del animal.-Los murcielagos solo comen insectos.
Se incorpora un poco, sentandose sobre la hierba y al alzar la cabeza la capucha cae, mostrando un rostro de hermosas facciones, delicadas, de grarndes ojos ovalados que guardan unas pupilas muertas. Como a medusa si la miras al rostro te quedas pretificado, queriendo seguirla hasta los abismos de la misma muerte como si se siguiera la voz de una sirena.
-Pensaba que las sombras no salían de catacumbas y cementerios, ignoraba que los vuestro pudieran encontrar la belleza en lo vivo...
Aradia della Mezzanotte- Brujo
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Fecha de inscripción : 10/10/2009
Re: Il giardino delle fate
El aura que envolvía a la chica, aún tumbada y con el rostro cubierto, sobre la hierba era vitalizante, una explosión de colores y aún así calmada, mostrando un poder vivo y pulsante y un caracter tranquilo y meditabundo. Una hechizada por la luna cuya magia era de la naturaleza, más pura que la de las ordenes de la ciudad. Resultaba completamente lógico encontrarla allí, entre los árboles y las flores. Al igual que es lógico que cómo él es capaz de reconcerla, ella también pudiera reconocerle a él. Pero eso no parece importarle en absoluto al de cabellos oscuros.
Como tampoco parece darse cuenta si quiera de la reacción del animal que, desde el suelo junto a su clara ama, gruñe y muestra los colmillos blancos. Ella lo calma con suaves palabras, dichas en voz suave, pero que sabe que el otro va a oir y que el otro ya se supone que más que para el animal van diriguidas a él. Sonrie con calma.
La dama de la luna se levanta del suelo, con movimientos tan pausados y hechizantes como su aura y su actitud. Se vuelve hacia él en lo que se antoja casi un movimiento calculado dejando caer la capucha y revelando un rostro hermoso, hermoso como la luna. Los ojos son grandes y vedados. Y Cain la reconoce. La cortesana que es capaz de fascinar a cualquiera que contemplara su faz. Había sentido curiosidad más de una vez por aquella mujer y era la primera vez que la veía y... sin duda era hermosa, hechizante, como la propia luna. El nigromante creyó que podría contemplarla por toda la eternidad sin cansarse.
-La belleza es belleza a fin de cuentas -preguntaron sus labios con una sonrisa taimada, a pesar de que sus ojos la seguían en todos sus movimientos, aún así su rostro era capaz de tener la expresión de antes, desenfadada-. Este en una rosa viva o una rosa muerta. Pero me resulta no menos que curioso que sea alguien como vos quien diga tal cosa. ¿No ves como las flores, las plantas... la vida muere a mi paso? -preguntó, alzando los brazos y señalando a las hojas del árbol al que estaba encaramado, que se mostraban negras y muertas-. Si que estáis ciega y no solo en los ojos físicos. Que... decepcionante, ¿no? -no iba con intención de ser una burla, simplemente una chanza desenfadada.
Como tampoco parece darse cuenta si quiera de la reacción del animal que, desde el suelo junto a su clara ama, gruñe y muestra los colmillos blancos. Ella lo calma con suaves palabras, dichas en voz suave, pero que sabe que el otro va a oir y que el otro ya se supone que más que para el animal van diriguidas a él. Sonrie con calma.
La dama de la luna se levanta del suelo, con movimientos tan pausados y hechizantes como su aura y su actitud. Se vuelve hacia él en lo que se antoja casi un movimiento calculado dejando caer la capucha y revelando un rostro hermoso, hermoso como la luna. Los ojos son grandes y vedados. Y Cain la reconoce. La cortesana que es capaz de fascinar a cualquiera que contemplara su faz. Había sentido curiosidad más de una vez por aquella mujer y era la primera vez que la veía y... sin duda era hermosa, hechizante, como la propia luna. El nigromante creyó que podría contemplarla por toda la eternidad sin cansarse.
-La belleza es belleza a fin de cuentas -preguntaron sus labios con una sonrisa taimada, a pesar de que sus ojos la seguían en todos sus movimientos, aún así su rostro era capaz de tener la expresión de antes, desenfadada-. Este en una rosa viva o una rosa muerta. Pero me resulta no menos que curioso que sea alguien como vos quien diga tal cosa. ¿No ves como las flores, las plantas... la vida muere a mi paso? -preguntó, alzando los brazos y señalando a las hojas del árbol al que estaba encaramado, que se mostraban negras y muertas-. Si que estáis ciega y no solo en los ojos físicos. Que... decepcionante, ¿no? -no iba con intención de ser una burla, simplemente una chanza desenfadada.
Cain- Mundano
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Fecha de inscripción : 07/10/2009
Localización : En el cementerio con una pala cantando bajo la luna.
Re: Il giardino delle fate
Se pone en pie, pese a la humedad de la noche tiene claro, lo tiene siempre que ha podido llenarse de la energia de la madre tierra. Sus gestos son serenos, elegantes y con un matiz altivo, es una criatura orgullosa y ahora que no debe enmascararse tras el rostro de sumisa cortesana puede mostrarse con el orgullo y porte de una sacerdotisa.
-Si en la muerte hay belleza al igual que en la vida, la mayor belleza se encuentra en el punto exacto donde confluyen luz y tinieblas. No soy yo la ciega de los dos.-murmura, su voz es musical y aflautada pero serena y llena de seguridad, medido cada tiempo y pausa entre palabras.-Todo lo que por ti muera, en mi renacera...
Y apoya la mano contra el arbol sobre el que esta sentado, dejando fluir la energia que en ella esta es tan natural. El árbol comienza a palpitar y a vibrar energeticamente, reaccionando ante ella. Todas las hojas que bajo el peso del nigromante se habían marchitado renacen tal y como lo harían en primavera, incluso nacen nuevas e incluso las plantas parasito florecen con demasiada violencia.
Se aparta del arbol y camina descalza hasta el filo de uno de los estanques, donde se sienta, metiendo los pies en las aguas, escuchando la risa y el aplauso de las ordinas ante lo que acaba de hacer.
Pan la sigue travieso, con un trote ligero y moviendo su peluda cola. Ella se limita a sonreir enigmatica.
-Si en la muerte hay belleza al igual que en la vida, la mayor belleza se encuentra en el punto exacto donde confluyen luz y tinieblas. No soy yo la ciega de los dos.-murmura, su voz es musical y aflautada pero serena y llena de seguridad, medido cada tiempo y pausa entre palabras.-Todo lo que por ti muera, en mi renacera...
Y apoya la mano contra el arbol sobre el que esta sentado, dejando fluir la energia que en ella esta es tan natural. El árbol comienza a palpitar y a vibrar energeticamente, reaccionando ante ella. Todas las hojas que bajo el peso del nigromante se habían marchitado renacen tal y como lo harían en primavera, incluso nacen nuevas e incluso las plantas parasito florecen con demasiada violencia.
Se aparta del arbol y camina descalza hasta el filo de uno de los estanques, donde se sienta, metiendo los pies en las aguas, escuchando la risa y el aplauso de las ordinas ante lo que acaba de hacer.
Pan la sigue travieso, con un trote ligero y moviendo su peluda cola. Ella se limita a sonreir enigmatica.
Aradia della Mezzanotte- Brujo
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Fecha de inscripción : 10/10/2009
Re: Il giardino delle fate
La conempla con ccalma, ladeando la cabeza al verla levantarse y aproximarse sin saber qué pretendía hacer con exactitud. El cabello, de un color oscuro con ciertos mechones en un tono más rubio manchado, le caen sobre un hombro y la espalda, largos; y los ojos relucen divertidos ante la actitud altiva y lejana de la mujer. Como la luna.
La ve apoyar la mano sobre el tronco del árbol y la contempla, alzando una ceja. Entonces, demasiado rápido para apartarse, ella recurre a los dones de su orden, vedados a una criatura como él. La vida renace en un torrente, las plantas brotan del suelo y se enroscan junto al tronco oscuro del árbol, laas ramas aumentan de tamaño y de la madera surgen hojas verdes y flores, con energía, como si se hallaran en plena primavera y la vida no pudiera esperar a nacer y expandirse.
La magia le quema las manos, que estaban apoyadas sobre el tronco. Los pies se libran por las botas de dura materia negra, de puro milagro. Una mueca recorre el rostro de Cain en apenas unos segundos, lo que tarda en apartar las manos de aquella fuente de magia que para todos menos para él es sinónimo de salud y vida. Del mismo gesto coge impulso y salta al suelo, alejandose del árbol al que antes estaba subido, cayendo a la espalda de la hechizante mujer, seguido por la atenta mirada del lobo.
-Eso ha sido descortes y fanfarrón -masculla el nigromante, con un tono levemente ofendido en la voz, desgaradado por el efecto de aquella magia. Se tocó las muñecas, conteniendo otra mueca ante las quemaduras. Por fortuna no eran demasiado graves-. Lo que hay que ver... y eso que se supone que las cortesanas son educadas comenta más tranquilo, pues el dolor ya había remitido bastante-. Así que lo que por mi mano muera por la tuya resucitará... interesante. ¿Y eso me incluye a mí mismo? Dime, dama lunar... ¿serías capaz de dar vida al emisario de la propia Muerte? -pregunta mirandola de nuevo sin que su rostro revele qué intención lleva tal afiermación en realidad.
La ve apoyar la mano sobre el tronco del árbol y la contempla, alzando una ceja. Entonces, demasiado rápido para apartarse, ella recurre a los dones de su orden, vedados a una criatura como él. La vida renace en un torrente, las plantas brotan del suelo y se enroscan junto al tronco oscuro del árbol, laas ramas aumentan de tamaño y de la madera surgen hojas verdes y flores, con energía, como si se hallaran en plena primavera y la vida no pudiera esperar a nacer y expandirse.
La magia le quema las manos, que estaban apoyadas sobre el tronco. Los pies se libran por las botas de dura materia negra, de puro milagro. Una mueca recorre el rostro de Cain en apenas unos segundos, lo que tarda en apartar las manos de aquella fuente de magia que para todos menos para él es sinónimo de salud y vida. Del mismo gesto coge impulso y salta al suelo, alejandose del árbol al que antes estaba subido, cayendo a la espalda de la hechizante mujer, seguido por la atenta mirada del lobo.
-Eso ha sido descortes y fanfarrón -masculla el nigromante, con un tono levemente ofendido en la voz, desgaradado por el efecto de aquella magia. Se tocó las muñecas, conteniendo otra mueca ante las quemaduras. Por fortuna no eran demasiado graves-. Lo que hay que ver... y eso que se supone que las cortesanas son educadas comenta más tranquilo, pues el dolor ya había remitido bastante-. Así que lo que por mi mano muera por la tuya resucitará... interesante. ¿Y eso me incluye a mí mismo? Dime, dama lunar... ¿serías capaz de dar vida al emisario de la propia Muerte? -pregunta mirandola de nuevo sin que su rostro revele qué intención lleva tal afiermación en realidad.
Cain- Mundano
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Fecha de inscripción : 07/10/2009
Localización : En el cementerio con una pala cantando bajo la luna.
Re: Il giardino delle fate
No se vuelve hacia él, ni siquiera habla hasta aquel termina su discurso. Entonces se levanta y mantiene la mirada muerta en dirección a sus ojos, mientras sus labios vuelven a forman una enigmatica sonrisa. Se acerca decidida a él, y acaricia su mejilla con suavidad, aunque el tierno gesto crea una pequeña quemadura en el rostro del nigromante.
Aparta la mano con presteza al darse cuenta, de que su simple tacto le quema.
-¿De verdad estas dispuesto a renacer en mi? Dolera, dolera mas de lo que tu mente pueda imaginar. Porque a traves de mi fluye la vida.
Y sin importarle que el vea su cuerpo deja caer en el suelo el vestido y la capa, dejando su piel a la luz de la luna. Por unos instantes brilla como si literalmente fuera la misma luna y de su piel se borran las cuidadas serpientes que llevaba grabada en esta, quedando blanca e impoluta como la de un recien nacido.
-Todo lo que obtendras de mi sera dolor.
Se queda mirandole sin molestarse en vestirse, poco a poco su luz se apaga para ser simplemente una joven de piel extremadamente blanca.
Aparta la mano con presteza al darse cuenta, de que su simple tacto le quema.
-¿De verdad estas dispuesto a renacer en mi? Dolera, dolera mas de lo que tu mente pueda imaginar. Porque a traves de mi fluye la vida.
Y sin importarle que el vea su cuerpo deja caer en el suelo el vestido y la capa, dejando su piel a la luz de la luna. Por unos instantes brilla como si literalmente fuera la misma luna y de su piel se borran las cuidadas serpientes que llevaba grabada en esta, quedando blanca e impoluta como la de un recien nacido.
-Todo lo que obtendras de mi sera dolor.
Se queda mirandole sin molestarse en vestirse, poco a poco su luz se apaga para ser simplemente una joven de piel extremadamente blanca.
Aradia della Mezzanotte- Brujo
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Fecha de inscripción : 10/10/2009
Re: Il giardino delle fate
El lobezno de pelaje erizado y mirada atenta queda a un lado mientras la chica se pone en pie, juzgando que ella no requiere de su ayuda con para su enemigo natural. La joven tiene los cabellos oscuros y el rostro pálido y sin expresión, salvo por aquella sonrisa de misterio que él contempla con su sonrisa de diversión incomprensible ante aquella situación. Apenas los separan un par de metros que ella ataja para colocar la mano sobre su mejilla, donde se crea una leve marca, no tan profunda como las de sus manos.
-Doloroso para mi, sin duda -asiente él y ahora es él quien acarcia su rostro, apenas sin tocarlo, en un contacto etéreo-. Pero, ¿y para tí? Pues yo soy muerte y te robo todo lo que tú tienes -responde Cain con suavidad, apartando la mano aún sonriendo y la joven tiene motivos suficientes para preguntarse cuánto de su actitud era fruto de su hermosísimo rostro y cuánto del propio caracter, tan extraño y divergente, del nigromante que tenía ante él. Y la pregunta era sincera, pues si para él el dolor de la vida era en el cuerpo, para ella el dolor de la muerte debía ser en el alma.
Ella se quita la capa que cubría su piel, rebejando que bajo estaba estaba desnuda. La luz de la luna incide sobre ella, marcando sobre su piel color leche los tatuajes de serpientes y reptiles que hacen pensar en aquella figura griega de Medusa, cuyo rostro también era temido y adorado por tantos y tantas.
Cain retrocede un momento al ver como la magia de la luna reacciona con la piel de Aradia, haciendo que sus tatuajes brillasen con luz propia mientras ella se mantenía inmovil, seguramente consciente del efecto que causa la luna sobre ella, y así quieta acrecentándolo. La luz de la luna parece jgar sobre su iel y los tatuajes se borran poco a poco, al notar sus rayos de plata sobre la piel. Tatuajes que no se borraban de normal. Hasta que la joven quedó blanca como el marfil y sin marca en la piel.
Él la cntempla unos instantes con rostro tranquilo. Su propia magia, más adecuada a él que la de ella, había borrado la quemadura de su rostro.
-Tu misma eres dolor al grabarte marcas que luego sabes que se borrarán -comenta, echando a andar. No se alejó realmente si no que giró al rededor de la joven, contemplándo su cuerpo desnudo. Una, dos, tres vueltas silenciosas antes de añadir con la misma voz de antes, con un matiz tan propio-. Y si en realidad quisiera de ti ese dolor, ¿qué sería para ti? ¿Por qué habría de interesarme tu cuerpo? -no le gustaba ser uno más, ni que finguieran que no lo era y, sin duda, si el juego siguiera no lo sería, pero quería saber hasta qué punto era el ofrecimiento de la cortesana de mil dueños y a la vez ninguno.
-Doloroso para mi, sin duda -asiente él y ahora es él quien acarcia su rostro, apenas sin tocarlo, en un contacto etéreo-. Pero, ¿y para tí? Pues yo soy muerte y te robo todo lo que tú tienes -responde Cain con suavidad, apartando la mano aún sonriendo y la joven tiene motivos suficientes para preguntarse cuánto de su actitud era fruto de su hermosísimo rostro y cuánto del propio caracter, tan extraño y divergente, del nigromante que tenía ante él. Y la pregunta era sincera, pues si para él el dolor de la vida era en el cuerpo, para ella el dolor de la muerte debía ser en el alma.
Ella se quita la capa que cubría su piel, rebejando que bajo estaba estaba desnuda. La luz de la luna incide sobre ella, marcando sobre su piel color leche los tatuajes de serpientes y reptiles que hacen pensar en aquella figura griega de Medusa, cuyo rostro también era temido y adorado por tantos y tantas.
Cain retrocede un momento al ver como la magia de la luna reacciona con la piel de Aradia, haciendo que sus tatuajes brillasen con luz propia mientras ella se mantenía inmovil, seguramente consciente del efecto que causa la luna sobre ella, y así quieta acrecentándolo. La luz de la luna parece jgar sobre su iel y los tatuajes se borran poco a poco, al notar sus rayos de plata sobre la piel. Tatuajes que no se borraban de normal. Hasta que la joven quedó blanca como el marfil y sin marca en la piel.
Él la cntempla unos instantes con rostro tranquilo. Su propia magia, más adecuada a él que la de ella, había borrado la quemadura de su rostro.
-Tu misma eres dolor al grabarte marcas que luego sabes que se borrarán -comenta, echando a andar. No se alejó realmente si no que giró al rededor de la joven, contemplándo su cuerpo desnudo. Una, dos, tres vueltas silenciosas antes de añadir con la misma voz de antes, con un matiz tan propio-. Y si en realidad quisiera de ti ese dolor, ¿qué sería para ti? ¿Por qué habría de interesarme tu cuerpo? -no le gustaba ser uno más, ni que finguieran que no lo era y, sin duda, si el juego siguiera no lo sería, pero quería saber hasta qué punto era el ofrecimiento de la cortesana de mil dueños y a la vez ninguno.
Cain- Mundano
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Fecha de inscripción : 07/10/2009
Localización : En el cementerio con una pala cantando bajo la luna.
Re: Il giardino delle fate
Permanece tranquila, fingiendo que su presencia no la turba, que su oscuridad no la turba ni la tienta a partes iguales. Permanece fría, altanera, silenciosa, con aquella mirada muerta perdida en la inmesidad.
-Si soy dolor, un dolor que busco para mantener viva mi alma, porque a veces desea morir.-Recuerdos, aquella voz susurrando en el viento, una caricia unica sobre su piel, sus manos frías, la sangre... Por una vez tiembla su voz.-No importa que el pecado no sea mio, soy yo la que tiene que purgarlo.
Una rafaja de viento frío la ataca a tración y de forma inconsciente se cubre un poco encogiendose sobre si misma. Pese a su eteriedad, pequeños detalles rebelan su naturaleza mortal.
-Tomame o haz lo que quieras, no creo que quede nada de lo que llaman alma que sea mio, se divide entre servir a unos dioses rechazados y olvidados por esta ciudad y añorar a todos los seres queridos que perdio.
Su sonrisa se ha borrado para adquirir un matiz meditabundo, extraño. Como si aquella diosa lllorase por haber perdido a un amante mortal.
-Si soy dolor, un dolor que busco para mantener viva mi alma, porque a veces desea morir.-Recuerdos, aquella voz susurrando en el viento, una caricia unica sobre su piel, sus manos frías, la sangre... Por una vez tiembla su voz.-No importa que el pecado no sea mio, soy yo la que tiene que purgarlo.
Una rafaja de viento frío la ataca a tración y de forma inconsciente se cubre un poco encogiendose sobre si misma. Pese a su eteriedad, pequeños detalles rebelan su naturaleza mortal.
-Tomame o haz lo que quieras, no creo que quede nada de lo que llaman alma que sea mio, se divide entre servir a unos dioses rechazados y olvidados por esta ciudad y añorar a todos los seres queridos que perdio.
Su sonrisa se ha borrado para adquirir un matiz meditabundo, extraño. Como si aquella diosa lllorase por haber perdido a un amante mortal.
Aradia della Mezzanotte- Brujo
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Fecha de inscripción : 10/10/2009
Re: Il giardino delle fate
Mientras él camina al rededor de ella, la joven permanece serena mirando al frente sin ver nada realmente, pero se le antoja la actitud de una encadenada que intenta mantenerse orgullosa ante ojos que la desmoronan. Quizá fuera el caso incluso. Los ojos del nigromante no eran codiciosos al contemplarla, al menos no tanto en comparación a lo que veía en su alma como en su cuerpo.
Aradia se encoge en cierto momento, por efecto del viento frío y posiblemente también de la propia y fría presencia del hombre a su lado que sigue observandola mientras su cachorro contempla la escena sin saber como actuar entre los matorrales.
A pies de ambos se sucedía una imagen curiosa: en cada punto en que el nigromante posara los pies, aún enfundados en las botas, las hierbas se marchitaban y volvían negras y lacias, dejando un círculo de muerte que parecía rodear a la bella mujer. A la vez de los pies de ella parecían salir zarcillo de vida que hacían revivir a las plantas. Una extraña y eterna batalla sin solución.
Hasta que Cain se detuvo tras ella, acercándose levemente.
-Así que es eso... -musitó y sus palabras tenían más sentido para él mismo que para aquella a quien parecía hablar. Sus dedos tomaron uno de los mechones lácios de cabello oscuro de la mujer-. Sois un alma atormentada por lo que veo, por el destino, por vuestro propio don y vuestra gente... y ahora sufris el rechazo de todo lo que antes os acompañaba y os induce a culparos por ello -añadió meditabundo el nigromante mientras sus dedos rozaban su hombro, siguiendo la forma de la espina de la escapula en la espalda de la joven-. Grave error. ¿A caso os deleitáis en dañaros a vos misma? Pues otra respuesta no hay para el enigma de por qué os culpáis si la culpa no fue vuestra.
No sabía el pasado de la joven, nada acerca de él. Pero era capaz de ver su alma, de tantear e intuir que podría haber pasado y, sobre todo, de decir las palabras adecuadas para hacerla temblar.
Aradia se encoge en cierto momento, por efecto del viento frío y posiblemente también de la propia y fría presencia del hombre a su lado que sigue observandola mientras su cachorro contempla la escena sin saber como actuar entre los matorrales.
A pies de ambos se sucedía una imagen curiosa: en cada punto en que el nigromante posara los pies, aún enfundados en las botas, las hierbas se marchitaban y volvían negras y lacias, dejando un círculo de muerte que parecía rodear a la bella mujer. A la vez de los pies de ella parecían salir zarcillo de vida que hacían revivir a las plantas. Una extraña y eterna batalla sin solución.
Hasta que Cain se detuvo tras ella, acercándose levemente.
-Así que es eso... -musitó y sus palabras tenían más sentido para él mismo que para aquella a quien parecía hablar. Sus dedos tomaron uno de los mechones lácios de cabello oscuro de la mujer-. Sois un alma atormentada por lo que veo, por el destino, por vuestro propio don y vuestra gente... y ahora sufris el rechazo de todo lo que antes os acompañaba y os induce a culparos por ello -añadió meditabundo el nigromante mientras sus dedos rozaban su hombro, siguiendo la forma de la espina de la escapula en la espalda de la joven-. Grave error. ¿A caso os deleitáis en dañaros a vos misma? Pues otra respuesta no hay para el enigma de por qué os culpáis si la culpa no fue vuestra.
No sabía el pasado de la joven, nada acerca de él. Pero era capaz de ver su alma, de tantear e intuir que podría haber pasado y, sobre todo, de decir las palabras adecuadas para hacerla temblar.
Cain- Mundano
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Re: Il giardino delle fate
Lo sentía, sentia que buscaba alguna senda en su alma para hacer que la oscuridad anidase en ella, pero por ahora sus defensas se mostraban fuertes. Ella había aceptado el dolor como parte de su vida, habia nacido maldita, como la medusa, con una belleza que como la de ella causaba desgracias, porque de una forma indirecta fue ella la causante de todo lo malo.
-Yo no fui la mano ejecutora, pero mi belleza fue la causante, una belleza que yo tambien he sido condenada a no apreciar. Pero no soy la unica aquí que paga por sus ofensas a dioses y hombres, si no tu no harias marchitar este jardin.-Dice recuperando la enterza a medias, y consiguiendo reverdecer uno de los lados del circulo que él habia trazado.-¿Por que abrazaste la oscuridad?
Le devuelve la pelota habil a su terreno, siendo ahora ella quien le inquiere con aquella mirada muerta en busca de una respuesta a tal enigma, porque incluso en la sombras en las que se encuentra aquella joven con el don de la Gorgona era capaz de darle la vuelta a la cosa. Siendo ahora su presencia la que presionaba sobre los hilos del nigromante, intentando captar imagenes del pasado gracias a su don.
No sabe que quiere de ella, solo que como todos pagara un precio.
-Yo no fui la mano ejecutora, pero mi belleza fue la causante, una belleza que yo tambien he sido condenada a no apreciar. Pero no soy la unica aquí que paga por sus ofensas a dioses y hombres, si no tu no harias marchitar este jardin.-Dice recuperando la enterza a medias, y consiguiendo reverdecer uno de los lados del circulo que él habia trazado.-¿Por que abrazaste la oscuridad?
Le devuelve la pelota habil a su terreno, siendo ahora ella quien le inquiere con aquella mirada muerta en busca de una respuesta a tal enigma, porque incluso en la sombras en las que se encuentra aquella joven con el don de la Gorgona era capaz de darle la vuelta a la cosa. Siendo ahora su presencia la que presionaba sobre los hilos del nigromante, intentando captar imagenes del pasado gracias a su don.
No sabe que quiere de ella, solo que como todos pagara un precio.
Aradia della Mezzanotte- Brujo
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Re: Il giardino delle fate
Permanecia quieto, tranquilo, mientras escuchaba a la joven cortesana de rostro maldito. Sin duda era hermoso pero a diferencia del resto de hombres que lo que encontraban bello eran sus tersas mejillas, su piel pálida, los labios rojos y carnosos, o los cabellos del color de la noche, suaves y etereos como la misma... a diferencia de aquellos hombres que se obsesionaban con alguno de aquellos elementos, lo que el veía hermoso en ella eran los ojos vedados y muertos. Muertos como las plantas a su alrededor, blancos sin pupila, inútiles.
Una suave brisa cruzo el claro, en mitad de aquellos jardines encantados, de capricho. Era una brisa clara y agradable venida desde la Laguna Veneciana que agito levemente los cabellos oscuros de ambos. Una etérea caricia que parecía enviada por la propia Luna que les observaba desde el cielo, en silencio,
-No, no fuiste tu la mano ejecutora ni la culpable. La decisión de quien empuña un arma o dice una palabra, es de él, de quien la empuña o dice y no de quien le dió idea o incentivo -la mano que tenía sobre el hombro de la chica ascendió por su cuello, arrancándole un escalofrio quien sabe de si miedo o placer ante la caricia. Los dedos se internaron entre el pelo oscuro-. No puedes engañarme, pequeña hada lunar, asi que no lo itnentes siquiera -dice y su voz se torna más cortante, fría y cruel. No por placer si no que... si la realidad, la realidad sin aditivos la verdad autentica, tuviera voz seria sin duda aquella. Los dedos se cerraron entre su cabellera, obligandola a echar atrás la cabeza, para que sus ojos vedados miraran los suyos-. Si quieres culparte, culpate... pero admite que eres tu quien desea ser culpada. Tus palabras no revelan otra cosa que patetismo. Lamentable. ¿Y esta es la belleza rota de Venecia? Esta rota, sí, ¡pero por su propia mano! No es el destino si no su propia interpretación de este el que la hace sufrir.
Soltó la mano de su cabello y la arrojo al suelo, aún desnuda. Los rayos de la luna parecian brillar, juguetones en su piel de marmol y Cain sonrió ante las palabras relacionadas con su propia oscuridad. Que ironico. Podría no responderle, pero lo haría. ¿Por qué no? Solo reafirmaría la verdad.
-Mi oscuridad no es una maldicion por ofender a los dioses. Más bien, pregunta a la gente adecuada, y descubrirás que es un don. El por qué lo poseo no es de incumbencia ni interes de una desconocida cortesana caida en desgracia -pues aunque la joven fuera altamente cotizada entre nobles a él no se le escapaba el hecho de que ante su orden estaba caida en desgracia. ¿Por qué si no una stregeria iba a ofrecerse a un nigromante si no por puro afan autodestrictivo?
Una suave brisa cruzo el claro, en mitad de aquellos jardines encantados, de capricho. Era una brisa clara y agradable venida desde la Laguna Veneciana que agito levemente los cabellos oscuros de ambos. Una etérea caricia que parecía enviada por la propia Luna que les observaba desde el cielo, en silencio,
-No, no fuiste tu la mano ejecutora ni la culpable. La decisión de quien empuña un arma o dice una palabra, es de él, de quien la empuña o dice y no de quien le dió idea o incentivo -la mano que tenía sobre el hombro de la chica ascendió por su cuello, arrancándole un escalofrio quien sabe de si miedo o placer ante la caricia. Los dedos se internaron entre el pelo oscuro-. No puedes engañarme, pequeña hada lunar, asi que no lo itnentes siquiera -dice y su voz se torna más cortante, fría y cruel. No por placer si no que... si la realidad, la realidad sin aditivos la verdad autentica, tuviera voz seria sin duda aquella. Los dedos se cerraron entre su cabellera, obligandola a echar atrás la cabeza, para que sus ojos vedados miraran los suyos-. Si quieres culparte, culpate... pero admite que eres tu quien desea ser culpada. Tus palabras no revelan otra cosa que patetismo. Lamentable. ¿Y esta es la belleza rota de Venecia? Esta rota, sí, ¡pero por su propia mano! No es el destino si no su propia interpretación de este el que la hace sufrir.
Soltó la mano de su cabello y la arrojo al suelo, aún desnuda. Los rayos de la luna parecian brillar, juguetones en su piel de marmol y Cain sonrió ante las palabras relacionadas con su propia oscuridad. Que ironico. Podría no responderle, pero lo haría. ¿Por qué no? Solo reafirmaría la verdad.
-Mi oscuridad no es una maldicion por ofender a los dioses. Más bien, pregunta a la gente adecuada, y descubrirás que es un don. El por qué lo poseo no es de incumbencia ni interes de una desconocida cortesana caida en desgracia -pues aunque la joven fuera altamente cotizada entre nobles a él no se le escapaba el hecho de que ante su orden estaba caida en desgracia. ¿Por qué si no una stregeria iba a ofrecerse a un nigromante si no por puro afan autodestrictivo?
Cain- Mundano
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Re: Il giardino delle fate
El nigromante no sabía lo que había provocado al ofenderla, lo ue había provocado al acariciar aquel cabello azabache sin ni siquiera pedir su permiso y muchos menos la ira que iba a despertar en ella él que la humillara y arrojara contra el suelo.
No era bueno despertar la ira de una Strega en su propio Terreno, y eso lo sabían toos los nuevos impotentes que vagaban por la Ciudad tras haber ofendido a alguna de esas hermosas cortesanas.
Se levanto altiva y orgullosa, destilando rabia en cada uno de sus gestos, como si ya en vez de encontrarse ante la dulce Diosa lunar se enfrentara a una autentica gorgona, en pleno esplendor.
-Eres demasiado ignorante como para juzgarme, hay demasiadas cosas de mi que tu no sabes.-le dijo orgullosa.-Tu si que eres patetico que eres incapaz de dominar tu propia oscuridad.-El viento agito su cabello dandole un aspecto aun mas temible y poderoso, que sumado a su don de fascinación componia una estampa temible.-De rodillas.-ordena con voz firme.
Alza su mano y cierra el puño, concentrandose en canalizar su energia en él, clavandose las uñas en la palma de la mano y haciendo que sangrara debilmente para incrementar su magia y hacer que surta efecto. Le hace sentir que su sangre hierve y le quema por dentro, un truco de una estrega maestra en vida pero capaz que doblegue su voluntad ante el dolor cualquier hombre mortal.
No era bueno despertar la ira de una Strega en su propio Terreno, y eso lo sabían toos los nuevos impotentes que vagaban por la Ciudad tras haber ofendido a alguna de esas hermosas cortesanas.
Se levanto altiva y orgullosa, destilando rabia en cada uno de sus gestos, como si ya en vez de encontrarse ante la dulce Diosa lunar se enfrentara a una autentica gorgona, en pleno esplendor.
-Eres demasiado ignorante como para juzgarme, hay demasiadas cosas de mi que tu no sabes.-le dijo orgullosa.-Tu si que eres patetico que eres incapaz de dominar tu propia oscuridad.-El viento agito su cabello dandole un aspecto aun mas temible y poderoso, que sumado a su don de fascinación componia una estampa temible.-De rodillas.-ordena con voz firme.
Alza su mano y cierra el puño, concentrandose en canalizar su energia en él, clavandose las uñas en la palma de la mano y haciendo que sangrara debilmente para incrementar su magia y hacer que surta efecto. Le hace sentir que su sangre hierve y le quema por dentro, un truco de una estrega maestra en vida pero capaz que doblegue su voluntad ante el dolor cualquier hombre mortal.
Aradia della Mezzanotte- Brujo
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Re: Il giardino delle fate
Parecia temible, eso andie podria negarlo. Las de su orden adoran a Diana, diosa de la luna, una diosa que como todos los dioses tenía su faz amable pero que podía ser terrible... y esa era la cara que ahora mostraba la joven frente a el, con los cabellos encrespados y el aura llena de magia, resplandeciente.
Aquello si era mal caracter. Al parecer la habia ofendido. Analizó un momento la situacion. Realmente su intención no era ofenderla a la ligera, si no más bien hacerle ver lo que él veía a la hora de mirarla y escucharla. Por desgracia la gente no solia tener los oidos abiertos normalmente y aceptaban mal los comentarios como los que el hacía. Pero lo de aquella chica... incluso se lo había tomado peor que la cazavampiros.
La magia de la mujer pasó de ella a él y estaba en clara desventaja. No tanto por el poder de cada uno si no por el hecho de que estaban rodeados de vida, una vida que se volvia a favor de ella contra él y que atacaba su aura, su magia. La sangre hirvió en sus venas, recorriendolo como si de veneno se tratase, haciendo que su rostro se transformase de nuevo en una desgaradada mueca al tiempo que caia de rodillas.
Boqueo en el suelo antes de mirarla de nuevo y... se rió. Una risa oscura y desquiciada.
-Oh, pobre poderosa chiquilla... malcriada y mimada -dijo, como si realmente la situacion le diviertiera en sobremanera-. Que cuando algo que no te gusta oyes atacas al mensajero. Yo si controlo mi oscuridad, pequeña, eres tú la que generó su propia oscuridad en forma de culpa y que no sabe manejarla. Pero te han enseñado a ser poderosa, a subyugar a los demás con tu bello rostro que de verdad es bello, pero que de nada sirve a la hora de la verdad pues en tu interior te marchitas igual. Pero si asi te sientes mejor, más feliz... aunque sea una mentira... al menos ten la dignidad de saber ver que es asi.
No hizo gesto alguno contra ella, ni se puso en pie, si no que abrió los brazos como exponiendo el pecho, como invitandola a atacarlo de nuevo. Pero si lo hacia no haría si no darle la razón. Y él era dueño de la muerte, jugaba y vivía por ella. ¿Qué podía hacerle nadie entonces?
Aquello si era mal caracter. Al parecer la habia ofendido. Analizó un momento la situacion. Realmente su intención no era ofenderla a la ligera, si no más bien hacerle ver lo que él veía a la hora de mirarla y escucharla. Por desgracia la gente no solia tener los oidos abiertos normalmente y aceptaban mal los comentarios como los que el hacía. Pero lo de aquella chica... incluso se lo había tomado peor que la cazavampiros.
La magia de la mujer pasó de ella a él y estaba en clara desventaja. No tanto por el poder de cada uno si no por el hecho de que estaban rodeados de vida, una vida que se volvia a favor de ella contra él y que atacaba su aura, su magia. La sangre hirvió en sus venas, recorriendolo como si de veneno se tratase, haciendo que su rostro se transformase de nuevo en una desgaradada mueca al tiempo que caia de rodillas.
Boqueo en el suelo antes de mirarla de nuevo y... se rió. Una risa oscura y desquiciada.
-Oh, pobre poderosa chiquilla... malcriada y mimada -dijo, como si realmente la situacion le diviertiera en sobremanera-. Que cuando algo que no te gusta oyes atacas al mensajero. Yo si controlo mi oscuridad, pequeña, eres tú la que generó su propia oscuridad en forma de culpa y que no sabe manejarla. Pero te han enseñado a ser poderosa, a subyugar a los demás con tu bello rostro que de verdad es bello, pero que de nada sirve a la hora de la verdad pues en tu interior te marchitas igual. Pero si asi te sientes mejor, más feliz... aunque sea una mentira... al menos ten la dignidad de saber ver que es asi.
No hizo gesto alguno contra ella, ni se puso en pie, si no que abrió los brazos como exponiendo el pecho, como invitandola a atacarlo de nuevo. Pero si lo hacia no haría si no darle la razón. Y él era dueño de la muerte, jugaba y vivía por ella. ¿Qué podía hacerle nadie entonces?
Cain- Mundano
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Re: Il giardino delle fate
No le respondio, ni se inmuto demasiado, como si sus palabras no pudieran calar en ella.
Se dio la vuelta altiva y con rapidos y fluidos gestos volvio a cubrir su cuerpo con las finas ropas que llevaba, tras eso meso su cabello con las manos. Por sus gestos parecia que para ella el nigromante había dejado de existir, aunque no podía evitar tener su presencia muy presente.
Pan se levanto y le dedico un gruñido al hombre mientras se situava a la vera de su ama, sin necesidad de intercambiar palabras con él acarició su lomo grisaceo y camino hacía la salida del parque. Tan sileciosa como había llegado.
Nada parecía evidenciar que había estado ahí salvo la sorprende vida que había adquirido el arbol, y una cinta de raso blanco, que antes de que se librara de la capucha de tela recogia cabello en una coleta alta. Un mal descuido.
Se dio la vuelta altiva y con rapidos y fluidos gestos volvio a cubrir su cuerpo con las finas ropas que llevaba, tras eso meso su cabello con las manos. Por sus gestos parecia que para ella el nigromante había dejado de existir, aunque no podía evitar tener su presencia muy presente.
Pan se levanto y le dedico un gruñido al hombre mientras se situava a la vera de su ama, sin necesidad de intercambiar palabras con él acarició su lomo grisaceo y camino hacía la salida del parque. Tan sileciosa como había llegado.
Nada parecía evidenciar que había estado ahí salvo la sorprende vida que había adquirido el arbol, y una cinta de raso blanco, que antes de que se librara de la capucha de tela recogia cabello en una coleta alta. Un mal descuido.
Aradia della Mezzanotte- Brujo
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Re: Il giardino delle fate
La contempló, aún con las rodilals clavadas en el suelo. Los movimientos de la joven desconocida eran fluidos y etéreos y, bajo la luna nocturna, se antojaba como un sueño, como una visión de otro mundo. El mundo de las hadas y los bosques en los cuales él tenía entrada vetada por su propia esencia. No dijo nada, no se movió, dejando que ella se marchara. Parecía como si a la dama ya no le improtase el hombre que la había hecho enfurecer, cosa que no parecía muy frecuente en ella. Pero él apostaría a que ella tardaría en olvidar aquel encuentro.
Una pequeña sonrisa surcó los finos labios del nigromante cuando ella se fue, acompañada de su fiel cachorro de lobo, sumamente protector con para su dueña. Como debía ser. Que curiosa escena había sido aquella, sin duda. No había esperado encontrar a nadie en los jardines y cuál era su sorpresa al encontrarse a una dama así. Curioso encuentro.
Cualquiera habría dicho que él habría salido ganando, al acabar postrado de rodillas ante una cortesana que lo quemaba con magia que en teoría debía otorgar vida... pero él no lo veía así. Para él la semilla de duda que podía haber plantado en su alma con sus palabras lo compensaba. No tenía orgullo, o al menos no un orgullo como el de los soldados e insensatos, y ello le había salvado la vida muchas veces. También le permitía salir de situaciones como aquella airoso.
Cain se puso en pie, sacudiendose las quemadas manos. Ya no le dolía el cuerpo ni las venas. Miró un segundo la luna y asintió. Sí... era una buena idea la que se fraguaba en su mente.
Silbando desapareció de allí, dejando en mitad de tanta viveza, una estela de muerte.
Una pequeña sonrisa surcó los finos labios del nigromante cuando ella se fue, acompañada de su fiel cachorro de lobo, sumamente protector con para su dueña. Como debía ser. Que curiosa escena había sido aquella, sin duda. No había esperado encontrar a nadie en los jardines y cuál era su sorpresa al encontrarse a una dama así. Curioso encuentro.
Cualquiera habría dicho que él habría salido ganando, al acabar postrado de rodillas ante una cortesana que lo quemaba con magia que en teoría debía otorgar vida... pero él no lo veía así. Para él la semilla de duda que podía haber plantado en su alma con sus palabras lo compensaba. No tenía orgullo, o al menos no un orgullo como el de los soldados e insensatos, y ello le había salvado la vida muchas veces. También le permitía salir de situaciones como aquella airoso.
Cain se puso en pie, sacudiendose las quemadas manos. Ya no le dolía el cuerpo ni las venas. Miró un segundo la luna y asintió. Sí... era una buena idea la que se fraguaba en su mente.
Silbando desapareció de allí, dejando en mitad de tanta viveza, una estela de muerte.
Cain- Mundano
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Re: Il giardino delle fate
Flautas, violines, risas, danza, lores con capa de terciopelo y damas danzando en seda. La nocturnidad oscura del cielo cuajado de estrellas queda iluminado por el color de los incesantes fuegos artificiales que estallan derramando sus estelas como erizos, expandiéndose por el espacio. El aroma a dulce, carne asada asándose en braseros y dulce vino impregna el ambiente, entremezclándose con el de la macedonia de flores y arbustos, el siempre sutil aroma de la Naturaleza de los jardines.
La decadencia deja ver su dulce rostro, piensa Damodred.
Él es el único que no participa de ese colorido, de las chanzas, del jolgorio. Es, como siempre, la fiel sombra negra y espectral a lomos de su corcel, no moviéndose sino su espeso cabello ondulado y la capa oscura al son del viento, que apenas deja notar su frescor debido al incesante calor. Su virtud es la de ser la sombra de un guardián silencioso, y por ello nadie se fija en él, como si no existiera o no se hubieran percatado de su presencia... Falso: un observador avispado distinguirá más de una mirada que, fugaz, se deposita sobre su figura de obsidiana para apartarse ipso facto, vacilando sus sonrisas y tragando saliva como acto reflejo. No le ven pero le ven... y le temen a la par que se sienten seguros en su presencia.
Él se da cuenta, por supuesto. Se da cuenta del poder que emana casi de forma inconsciente.
¿Y qué...?
Agita el brazo derecho y chasquea los dedos enguantados en cuero, emprendiendo un elegante galope en el que como siempre amo y jinete son un solo ser. A su orden silenciosa, los soldados que le circundan se desperdigan para apostarse en los lugares estratégicos. No necesitan preguntar. Damodred sigue el tranquilo trote hasta alejarse un poco del bullicio, escudriñando con rostro inalterable cada callejón, cada sombra. Sus ojos nacarados relucen como los de un fantasma.
La decadencia deja ver su dulce rostro, piensa Damodred.
Él es el único que no participa de ese colorido, de las chanzas, del jolgorio. Es, como siempre, la fiel sombra negra y espectral a lomos de su corcel, no moviéndose sino su espeso cabello ondulado y la capa oscura al son del viento, que apenas deja notar su frescor debido al incesante calor. Su virtud es la de ser la sombra de un guardián silencioso, y por ello nadie se fija en él, como si no existiera o no se hubieran percatado de su presencia... Falso: un observador avispado distinguirá más de una mirada que, fugaz, se deposita sobre su figura de obsidiana para apartarse ipso facto, vacilando sus sonrisas y tragando saliva como acto reflejo. No le ven pero le ven... y le temen a la par que se sienten seguros en su presencia.
Él se da cuenta, por supuesto. Se da cuenta del poder que emana casi de forma inconsciente.
¿Y qué...?
Agita el brazo derecho y chasquea los dedos enguantados en cuero, emprendiendo un elegante galope en el que como siempre amo y jinete son un solo ser. A su orden silenciosa, los soldados que le circundan se desperdigan para apostarse en los lugares estratégicos. No necesitan preguntar. Damodred sigue el tranquilo trote hasta alejarse un poco del bullicio, escudriñando con rostro inalterable cada callejón, cada sombra. Sus ojos nacarados relucen como los de un fantasma.
Damodred di Tylmarazzi- Capitán de la Guardia
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Re: Il giardino delle fate
Una criatura espectral moviendose entre los rosales y las mimosas florecidas, eterea como una de las hadas que segun las leyendas habitaban aquel lugar, un hada cuyos placeres son una mentira previo pago de considerables cantidades de oro. Se escabullia, huyendo del bullicio y de manos avidas de algo que esa noche no le apetecia entregar.
Sintio la noche, la luna llena coronaba el cielo nocturno, haciendo palpita cada fibra de su ser, extendiendo la magía mas alla de su cuerpo y haciendo que los nacientes capullos se abrieran a la noche. No era allí donde debía estar, si no danzando en circulo alrededor de la hoguera y llamando a la Luna por todos sus antiguos nombres, esos que se olvidaron cuando bajaron a la Diosa de los altares para ponerle el Nombre de Maria.
Alzo los brazos suavemente, sintiendo la fuerza de los rayos lunares en las llemas de sus dedos, extendiendose como agua tibia por el restro de su piel.
-Isis, Astarte, Diana, Hecate, Demeter, Kali, Innana.-De algunos de aquellos nombre ella ni sabía el origen, pero mentarlos traia a su mente la imagen de lejanas tierras, lugares que jamas vería peor que se dibujaban en su mente, trayendo olor a bosques desconocidos y el calor del sol del desierto.
Bajo los brazos, en cierto modo avergonzada, sabía que tenía prohibido llamarla. Aunque en su corazón cuando sus fuerzas flaqueaban lo hacía. Pues eran sus hijos la que la habían repudiado, no ella calida y poderoso, ella se empeñaba en borrar con su poder las marcas de tintas que ellos se empeñaban en hacer.
Al final se sento en las raices de un viejo sauce, apoyando la espalda contra el arbol y llevandose a los labios el caliz con vino que se había llevado de la fiesta.
Sintio la noche, la luna llena coronaba el cielo nocturno, haciendo palpita cada fibra de su ser, extendiendo la magía mas alla de su cuerpo y haciendo que los nacientes capullos se abrieran a la noche. No era allí donde debía estar, si no danzando en circulo alrededor de la hoguera y llamando a la Luna por todos sus antiguos nombres, esos que se olvidaron cuando bajaron a la Diosa de los altares para ponerle el Nombre de Maria.
Alzo los brazos suavemente, sintiendo la fuerza de los rayos lunares en las llemas de sus dedos, extendiendose como agua tibia por el restro de su piel.
-Isis, Astarte, Diana, Hecate, Demeter, Kali, Innana.-De algunos de aquellos nombre ella ni sabía el origen, pero mentarlos traia a su mente la imagen de lejanas tierras, lugares que jamas vería peor que se dibujaban en su mente, trayendo olor a bosques desconocidos y el calor del sol del desierto.
Bajo los brazos, en cierto modo avergonzada, sabía que tenía prohibido llamarla. Aunque en su corazón cuando sus fuerzas flaqueaban lo hacía. Pues eran sus hijos la que la habían repudiado, no ella calida y poderoso, ella se empeñaba en borrar con su poder las marcas de tintas que ellos se empeñaban en hacer.
Al final se sento en las raices de un viejo sauce, apoyando la espalda contra el arbol y llevandose a los labios el caliz con vino que se había llevado de la fiesta.
Aradia della Mezzanotte- Brujo
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Re: Il giardino delle fate
Aquella noche los giardino delle fate, los Jardines de las Hadas, estan llenos de vida. L parte principal del jardin estaba iluminado por candeles, pequeñas lamparas de aceite cuidadosamente colocadas para evita rposibles incendios. Los nobles reían y charlaban, caminando entre los sinuosos caminos del encantador jardin, oliendo las rosas y otras flores de aromas delicosos que eran capaces de llevarte a lugares insospechados, lejanos y preciosos. Las damas reían como tontos pajaritos que exhiben su plumaje, pues a eso iban del brazo de sus maridos, a exhibirse, a demsotrar cuán hermoso es su último evstido y lo lindo de sus collares, regalos de su marido o algún noble descarado del cual ellas reían.
Había carne, comida y bebida, sobre mesas y bandejas que llevaban los criados de la fiesta, en los que nadie se fijaba. Estaban allí, siempre iban a estarlo, sirviéndoles. ¿Cómo iba a ser de otro modo? ¿por qué prestarles atención?
El hombre enmascarado tomó una copa de champan de una de las bandejas con un gesto de asentimiento, destinado a su interlocutor para demostrarle que el aburrido tema le interesaba. Aquel día la máscara era completa, de hermosos dibujos y reflejos, de tonos negros y oscuros. Una obra de arte en sí misma.
La conversación se alargó varios minutos. A pesar de que Leone deseaba irse, Medici, quien era aquella noche, debía escuchar hasta el final las palabras de aquel aburrido aristócrata de buena cuna y familia acomodada. Estaba gordo como una foca, y engullía los canales de igual manera. Contuvo un gesto de desprecio, asintiendo de nuevo.
Sabía que entre los nobles se camuflaban algunos soldados, meros formalismos. Nadie quería que hubiera incidentes en la fiesta, ¿verdad? Un buen gesto del Duque hacia los nobles, que les cedía a sus soldados para vigilar las fiestas.
Finalmente, cuando por fin pudo librarse del hombre, se internó solo entre los caminos misteriosos del jardín. Por fin. Que locura. Y ni había pasado la mitad de la noche. Mas debía mantener el estatus de Medici, aquel fantasma que había creado para introducirse entre la nobleza de la ciudad, asegurando formar parte de una famosa familia, un primo lejano, nada más. Pero ya era suficiente para su finalidad. Mientras se internaba en los recodos del jardin oyó una voz pronunciando extraños nombres que recordaban a magias arcanas y naturales viejas, muy, muy viejas. Con curiosidad fue hacia allí y alcanzó a ver a una joven que conocía, danzando con los brazos alzados bajo la luna. De pronto la muchacha pareció darse cuenta de algo y bajó los brazos, sentándose junto a un sauce, entre las raices, bebiendo de un caliz. Sabiendo quien era no resultaba complicado saber por qué estaba allí. Pensó en irse pero en su lugar salió de las sombras desde las cuales había observado sus gestos y dijo:
-¿No deberíais estar en la fiesta? Vuestra matrona dudo que os haya mandado aquí para que estéis sola entre los árboles.
Había carne, comida y bebida, sobre mesas y bandejas que llevaban los criados de la fiesta, en los que nadie se fijaba. Estaban allí, siempre iban a estarlo, sirviéndoles. ¿Cómo iba a ser de otro modo? ¿por qué prestarles atención?
El hombre enmascarado tomó una copa de champan de una de las bandejas con un gesto de asentimiento, destinado a su interlocutor para demostrarle que el aburrido tema le interesaba. Aquel día la máscara era completa, de hermosos dibujos y reflejos, de tonos negros y oscuros. Una obra de arte en sí misma.
La conversación se alargó varios minutos. A pesar de que Leone deseaba irse, Medici, quien era aquella noche, debía escuchar hasta el final las palabras de aquel aburrido aristócrata de buena cuna y familia acomodada. Estaba gordo como una foca, y engullía los canales de igual manera. Contuvo un gesto de desprecio, asintiendo de nuevo.
Sabía que entre los nobles se camuflaban algunos soldados, meros formalismos. Nadie quería que hubiera incidentes en la fiesta, ¿verdad? Un buen gesto del Duque hacia los nobles, que les cedía a sus soldados para vigilar las fiestas.
Finalmente, cuando por fin pudo librarse del hombre, se internó solo entre los caminos misteriosos del jardín. Por fin. Que locura. Y ni había pasado la mitad de la noche. Mas debía mantener el estatus de Medici, aquel fantasma que había creado para introducirse entre la nobleza de la ciudad, asegurando formar parte de una famosa familia, un primo lejano, nada más. Pero ya era suficiente para su finalidad. Mientras se internaba en los recodos del jardin oyó una voz pronunciando extraños nombres que recordaban a magias arcanas y naturales viejas, muy, muy viejas. Con curiosidad fue hacia allí y alcanzó a ver a una joven que conocía, danzando con los brazos alzados bajo la luna. De pronto la muchacha pareció darse cuenta de algo y bajó los brazos, sentándose junto a un sauce, entre las raices, bebiendo de un caliz. Sabiendo quien era no resultaba complicado saber por qué estaba allí. Pensó en irse pero en su lugar salió de las sombras desde las cuales había observado sus gestos y dijo:
-¿No deberíais estar en la fiesta? Vuestra matrona dudo que os haya mandado aquí para que estéis sola entre los árboles.
Alexandro 'Leone' Borgia- Mundano
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Re: Il giardino delle fate
Se tenso al escuchar aquella voz, la conocia, era dificil de borrar de su memoria al orgulloso hombre enmascarado. Procuro relajarse, asi que tomo un poco de vino para darse valor, porque en aquel momento y en ese lugar aquel hombre le intimidaba.
-Mi matrona se enfadaria, pero no siempre cumplo su voluntad.-Volvio su rostro hacia donde percibia que estaba él.
A diferencia de los nobles las cortesanas no llevaban mascaras, estas no se veian en la situación de tener que ocultar su rostro pues a nadie le importaban los pecados que estas cometían. Aquella noche estaba radiante, digna de ser pintada por alguno de los artistas que patrocinaban los multiples mecenas de la ciudad. Su piel parecia brillar, luciendo del mismo color que la mas hermosa de las perlas, su cabello caia suelto enmarcando su rostro y el vestido, hecho de gasas de colores le daba el aspecto de criatura escapada del reino de las hadas.
-Es Luna llena, es la noche en que animas y espectros vienen a conversas y para que negarlo su compañia y conversación es mucho mas interesante que la de los caballeros allí reunidos.-Le da otro trago al vino.-¿Y vos caballero, porque no estais en la fiesta?
Sus ojos ciegos se clavaron en el caballero, en el fluctuar de sus energias le parecio percibir el fuego orgulloso de un Leon, y ocultas bajo la mascara demasiadas heridas.
-Mi matrona se enfadaria, pero no siempre cumplo su voluntad.-Volvio su rostro hacia donde percibia que estaba él.
A diferencia de los nobles las cortesanas no llevaban mascaras, estas no se veian en la situación de tener que ocultar su rostro pues a nadie le importaban los pecados que estas cometían. Aquella noche estaba radiante, digna de ser pintada por alguno de los artistas que patrocinaban los multiples mecenas de la ciudad. Su piel parecia brillar, luciendo del mismo color que la mas hermosa de las perlas, su cabello caia suelto enmarcando su rostro y el vestido, hecho de gasas de colores le daba el aspecto de criatura escapada del reino de las hadas.
-Es Luna llena, es la noche en que animas y espectros vienen a conversas y para que negarlo su compañia y conversación es mucho mas interesante que la de los caballeros allí reunidos.-Le da otro trago al vino.-¿Y vos caballero, porque no estais en la fiesta?
Sus ojos ciegos se clavaron en el caballero, en el fluctuar de sus energias le parecio percibir el fuego orgulloso de un Leon, y ocultas bajo la mascara demasiadas heridas.
Aradia della Mezzanotte- Brujo
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Re: Il giardino delle fate
Quizá realmente la joven hada humana no se hubiera percatado de su presencia hasta que se adelantó y habló, aunque se le antoja un hecho extraño pues con sus ojos ciegos aquella joven parecía ver y saber mucho más de lo que le rodeaba que muchos hombres y mujeres en plenas facultades. Ignorando aquel hecho Leone avanzó, hasta situarse frente a ella, en mirad del pequeño claro. La observa y se le antoja delicada y atemorizada como un cervatillo.
Sí, sin duda encajaba en aquella chica el hacer lo que quisiera. Un rostro tan hermoso como el suyo debía ser disculpa suficiente ante la directora del palazzo delle sirene. Un rostro que aquella noche se mostraba descubierto, revelando al mundo algo que no debía ser visto pues es tan hermoso como debía serlo el rostro de la diosa cuyo nombre invocaba minutos antes.
-Sois descarada y con una lengua rápida -observa el hombre en voz alta al oir su comentario. Ninguna cortesana osaría, tras ser seleccionada para ir a aquella fiesta, alejarse de los caballeros que conversaban-. Deberíais tener cuidado con ello -le aconsejó misteriosamente y en su voz no pudo apreciarse el motivo de tal comentario.
Sostuvo la mirada de la joven, a pesar de sentir que volvía a ver a través de él como en el palazzo. Por fortuna contuvo la rápida lengua esa que tenía y no dijo nada de lo que debió ver en su alma. Bien. Aunque la idea de que supiera de él cosas que nadie más sabía o recordaba, no era de su agrado.
-Al igual que a vos me aburren las conversaciones sin sentido, y a diferencia de vos no estoy obligado a escucharlas si no me place -al menos a partir de cierto punto.
Sí, sin duda encajaba en aquella chica el hacer lo que quisiera. Un rostro tan hermoso como el suyo debía ser disculpa suficiente ante la directora del palazzo delle sirene. Un rostro que aquella noche se mostraba descubierto, revelando al mundo algo que no debía ser visto pues es tan hermoso como debía serlo el rostro de la diosa cuyo nombre invocaba minutos antes.
-Sois descarada y con una lengua rápida -observa el hombre en voz alta al oir su comentario. Ninguna cortesana osaría, tras ser seleccionada para ir a aquella fiesta, alejarse de los caballeros que conversaban-. Deberíais tener cuidado con ello -le aconsejó misteriosamente y en su voz no pudo apreciarse el motivo de tal comentario.
Sostuvo la mirada de la joven, a pesar de sentir que volvía a ver a través de él como en el palazzo. Por fortuna contuvo la rápida lengua esa que tenía y no dijo nada de lo que debió ver en su alma. Bien. Aunque la idea de que supiera de él cosas que nadie más sabía o recordaba, no era de su agrado.
-Al igual que a vos me aburren las conversaciones sin sentido, y a diferencia de vos no estoy obligado a escucharlas si no me place -al menos a partir de cierto punto.
Alexandro 'Leone' Borgia- Mundano
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Re: Il giardino delle fate
Le da otro trago al vino haciendo que un rubor suave tinte sus mejillas de un suave rosado. El jugo de Baco parecia hacer rapidamente mella en la joven hechicera. No parecio alterarse por las palabras del hombre salvo para dejar escapar una suave risa, cristalina y musical como el canto de algunas aves.
-Deberia tener cuidado con tantas cosas, mi signore.-le contesto con ingenio.-Y tantas cosas deben tenerlo de mi.
Se incorporo acercandose a él y realizando una leve reverencia como saludo. Tendiendole despues el caliz de vino que llevaba en una de sus manos.
-Pero creo que ya no me estoy evadiendo de mis obligaciones, le estoy dando charla a uno de los nobles invitados a esta fiesta.-dijo dibujando una sonrisa en sus labios, traviesa y picara como la de un duendecillo.-Y por ahora me estoy encontrando con una mente mucho mas ingeniosa que la de muchos maestro de universidad que en esta fiesta ocultan como vos su rostro bajo mascaras.
Se sienta sobre la hierba fresca, con la gracia que solo una dama podría tener y recuerda por la postura a una de esas sirenas que dicen ver en los mares norte. De detras de una roca hace aparecer una botella de vino con la que rellena la copa y le ofrece, tanto el elixis divino como el sentarse a su lado a disfrutarlo.
-Deberia tener cuidado con tantas cosas, mi signore.-le contesto con ingenio.-Y tantas cosas deben tenerlo de mi.
Se incorporo acercandose a él y realizando una leve reverencia como saludo. Tendiendole despues el caliz de vino que llevaba en una de sus manos.
-Pero creo que ya no me estoy evadiendo de mis obligaciones, le estoy dando charla a uno de los nobles invitados a esta fiesta.-dijo dibujando una sonrisa en sus labios, traviesa y picara como la de un duendecillo.-Y por ahora me estoy encontrando con una mente mucho mas ingeniosa que la de muchos maestro de universidad que en esta fiesta ocultan como vos su rostro bajo mascaras.
Se sienta sobre la hierba fresca, con la gracia que solo una dama podría tener y recuerda por la postura a una de esas sirenas que dicen ver en los mares norte. De detras de una roca hace aparecer una botella de vino con la que rellena la copa y le ofrece, tanto el elixis divino como el sentarse a su lado a disfrutarlo.
Aradia della Mezzanotte- Brujo
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Re: Il giardino delle fate
La joven da otro sorbo al caliz en el cual se pude ver una bebida roja como la sangre y dulce como el cielo, capaz de llevarte a cualquier lado y borrar cualquier mal recuerdo de la mente. Una bebida que Leone conoce muy bien, en especial desde hacia tres años. Casi se pregunta si ella lo sabía al tenderle el caliz. No podía estar seguro. Pero parecía que aquel elixir tan preciado por todos hacía efecto rápidamente en ella, pues de pronto precía más atrevida incluso que antes, haciendo aquella reverencia y sentándose.
La doncella sacó otra botella con la cual rellena la copa de nuevo, ofreciéndosela con aquella sonrisa picarona que encerraba promesas y juegos en apenas dos labios carnosos y que parecían tan dulces como la bebida.
-Ciertamente entonces no hacéis nada malo -respondió siguiendole la corriente ante el comentario de sus labores. Se pregunta qué pasará por la mente de la joven morena que se hacía llamar Hija de Selene-. Mas me temo que ellos ocultan su rostro por un motivo bien distinto... ¿Me equivoco al pensar que vos ya lo sabéis? -en su voz se apreciaba la amargura de conocer la respuesta, afirmativa, de antemano.
Aquella máscara era símbolo de su vida actual, por completo. Ella le transformaba en Medici para los nobles, ella le ocultaba de aquellos que antiguamente fueron hermanos y ahora eran el foco del odio de su alma fragmentada, ella reinaba sobre él como una oscura diosa imperante, obligandolo a ocultar su rostro para siempre pues era consciente de que nunca, jamás, podría quitarsela, al igual que la camisa que ocultaba su pecho y su espalda surcados de cicatrices. Estaba deformado, roto, para siempre y sólo quedaba la dulce venganza que protemía la máscara que ocultaba su rostro, el placer que supondría ver perecer bajo su mano a todos aquellos que causaron su desgracia.
Cerró los ojos, buscando la calma, la paz interior, y bebió un sorbo de vino, notando su sabor dulce bien conocido para su paladar. Aquel era especialmente agradable y afrutado, digno de una fiesta como aquella.
La doncella sacó otra botella con la cual rellena la copa de nuevo, ofreciéndosela con aquella sonrisa picarona que encerraba promesas y juegos en apenas dos labios carnosos y que parecían tan dulces como la bebida.
-Ciertamente entonces no hacéis nada malo -respondió siguiendole la corriente ante el comentario de sus labores. Se pregunta qué pasará por la mente de la joven morena que se hacía llamar Hija de Selene-. Mas me temo que ellos ocultan su rostro por un motivo bien distinto... ¿Me equivoco al pensar que vos ya lo sabéis? -en su voz se apreciaba la amargura de conocer la respuesta, afirmativa, de antemano.
Aquella máscara era símbolo de su vida actual, por completo. Ella le transformaba en Medici para los nobles, ella le ocultaba de aquellos que antiguamente fueron hermanos y ahora eran el foco del odio de su alma fragmentada, ella reinaba sobre él como una oscura diosa imperante, obligandolo a ocultar su rostro para siempre pues era consciente de que nunca, jamás, podría quitarsela, al igual que la camisa que ocultaba su pecho y su espalda surcados de cicatrices. Estaba deformado, roto, para siempre y sólo quedaba la dulce venganza que protemía la máscara que ocultaba su rostro, el placer que supondría ver perecer bajo su mano a todos aquellos que causaron su desgracia.
Cerró los ojos, buscando la calma, la paz interior, y bebió un sorbo de vino, notando su sabor dulce bien conocido para su paladar. Aquel era especialmente agradable y afrutado, digno de una fiesta como aquella.
Alexandro 'Leone' Borgia- Mundano
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Re: Il giardino delle fate
Le tomo de la mano y con suavidad le invito a sentarse a su lado, el tacto de sus manos era tan delicado con el de la misma seda y contrastaba con la piel mas aspera y curtida del hombre. Cada pequeño detalle llevaba a pensar que aquella joven no era humana si no una de las animas que antes mentaba.
-Yo se muchas cosas.-dijo en un susurro al caballero.-Se cosas que no deberia saber y he visto cosas que nadie deberia ver. La mayoria de la gente piensa que es un don poder ver lo que otros no ven, pero para mi es una maldición. Veo lo mas oscuro de la gente, sus pecados,... Tambien vi como iban a caer los mios y fui incapaz de evitarlo...-Baja el rostro, ocultandose tras la mata de pelo negro.-Si se porque llevas la mascara, no conozco los detalles, solo imagenes sueltas que me hablan de un dolor que ningun mortal deberia conocer.
Cuando el ya se ha sentado toma una de las manos del guerrero entre las suyas y la acaricia con sumo cuidado, delineando cada detalles como si se tratase de un artista acariciando la arcilla para darle la forma deseada. Despues lleva la mano del hombre a uno de sus propios tatuajes.
-Todos llevamos marcas de nuestro pasado, recordandonos nuestros errores o pecados, cometidos o no...
Toma despues la mano de él que sostiene el caliz y sin arrebatarsela guia la copa y la mano hasta sus labios para beber un trago largo de vino. Algunas gotas resbalan por la comisura de sus labios y resbalan hasta su escote. Sus dedos rapidos y habiles se afanan en rocegerlas y borrar tan traviesa hazaña.
-Yo se muchas cosas.-dijo en un susurro al caballero.-Se cosas que no deberia saber y he visto cosas que nadie deberia ver. La mayoria de la gente piensa que es un don poder ver lo que otros no ven, pero para mi es una maldición. Veo lo mas oscuro de la gente, sus pecados,... Tambien vi como iban a caer los mios y fui incapaz de evitarlo...-Baja el rostro, ocultandose tras la mata de pelo negro.-Si se porque llevas la mascara, no conozco los detalles, solo imagenes sueltas que me hablan de un dolor que ningun mortal deberia conocer.
Cuando el ya se ha sentado toma una de las manos del guerrero entre las suyas y la acaricia con sumo cuidado, delineando cada detalles como si se tratase de un artista acariciando la arcilla para darle la forma deseada. Despues lleva la mano del hombre a uno de sus propios tatuajes.
-Todos llevamos marcas de nuestro pasado, recordandonos nuestros errores o pecados, cometidos o no...
Toma despues la mano de él que sostiene el caliz y sin arrebatarsela guia la copa y la mano hasta sus labios para beber un trago largo de vino. Algunas gotas resbalan por la comisura de sus labios y resbalan hasta su escote. Sus dedos rapidos y habiles se afanan en rocegerlas y borrar tan traviesa hazaña.
Aradia della Mezzanotte- Brujo
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