Conectarse
Últimos temas
Navegación
¿Quién está en línea?
En total hay 8 usuarios en línea: 0 Registrados, 0 Ocultos y 8 Invitados Ninguno
El record de usuarios en línea fue de 25 durante el Jue Oct 10, 2024 9:47 pm
Palazzo delle Morte
5 participantes
Página 1 de 3.
Página 1 de 3. • 1, 2, 3
Palazzo delle Morte
Escondido en una de las muchas pequeñas islas que hay en la Laguna Venecia, se alza oscuro y extraño el Palazzo della Morte, el Placio de la Muerte. Enorme, con altas y retorcidas torres, parece que cada piedra, de un color negro pez, desprende un aura de maldad y oscuridad. Por las noches el castillo parece dominar la isla, gobernandola en mitad de la oscuridad, y cuando aflora el sol por el horizonte la imagen poco mejora pues casi es imposible no imaginarse la luna y las nubes de tormenta circundándolo.
Poderosos hechizos oscuros lo esconde de la vista de muchos mundanos, haciendolos no fijarse en el tétrico lugar.
Las almenas que reocorren el castillo están decoradas con gárgolas de piedra negra cuyos ojos están hechos en basalto y las puertas están hechas con rejas de fríos metales. Tras el castillo se extiende un pequeño cementerio privado donde son enterrados los miembros más prestigiosos de la hermandad del Loto Negro que aquí tiene su sede.
El interior del castillo no es diferente: lleno de escaleras, estatuas que parecen vigilar los pasillos, las plantas superiores están dedicadas a dormitorios y similares, alojamientos para los acólitos, mientras que bajo el suelo, escavadas en la piedra, se extienden varias criptas donde por las noches los nigromantes llevan a cabo sus oscuros rituales y el consejo de ancianos toma las decisiones que marcan el rumbo de la tenebrosa orden que trae de cabeza a media Venecia en nuestros días.
Re: Palazzo delle Morte
Una suave brisa flotaba sobre la isla, perdida en la Laguna de Venecia. Tampoco estaba tan lejos de las islas principales que conformaban la ciudad, pero los nigromantes más poderosos de la orden se encargaban de mantener alzado y bien tejido el hechizo que ocultaba el castillo de ojos mundanos. Algunos dotados eran capaces de ver a través del hechizo pero igualmente rehuían acercarse a la sede de la hermandad de Loto Negro, sin querer saber lo que allí se ocultaba pues el Palazzo delle Morte era nombre de terror para muchos magos.
No hubo grandes efectos, ni luces de colores ni estallidos, humos ni artificios. Simplemente primero estaban y luego estaban allí. Dos figuras humanas acompañadas por dos equinas. Una mujer de cabellos rubios y figura estilizada, ataviada con vestido; y un hombre alto de capa oscura manchada de unas gotitas de sangre que no eran suyas si no de un vampiro. Uno de los caballos agitó la testa y golpeo el suelo con un casco, sobre la hierba.
Una vez pasada la comprensible confusión tras el hechizo y el viaje, que resultaba instantáneo, ambos pudieron volverse hacia el castillo. No auguraba nada bueno, sin duda. Era alto, de torres estilizadas, algunas de aspecto realmente siniestro. Pudiera ser que fuera efecto de la noche sin casi luna, pero las piedras del castillo eran negras y un dotado habría podido sentir el aura de oscuridad y poder maligno que rodeaba la edificación. Ahí Cain podía dar gracias a que Adreanna fuera una simple mundana.
-Ya hemos llegado -anunció Cain, rompiendo el silencio que había en la isla. Se giró hacia la cazavampiros, tratando de sonar tranquilizador-. No te asustes por el aspecto. Ya sabes, pura fachada: el consejo está formado por un grupo de ancianos sin muchas ideas progresistas y eso de pintar o poner un par de flores no es de su agrado -se excusó con parte de su tono habitual, como tratando de restarle hierro al asunto.
Se aproximó a la escalinata que conducía a las altas puertas de doble hoja que eran la entrada al castillo. Junto a la puerta había días grandes estatuas que retrataban a dos esfinges sentadas, del tamaño de un hombre de buena estatura, y cuyas alas se alzaban hacia el cielo. Ambas criaturas míticas parecían contemplarse mutuamente y a la vez examinar, como juzgando, a quienes pasaran entre ellos.
No hubo grandes efectos, ni luces de colores ni estallidos, humos ni artificios. Simplemente primero estaban y luego estaban allí. Dos figuras humanas acompañadas por dos equinas. Una mujer de cabellos rubios y figura estilizada, ataviada con vestido; y un hombre alto de capa oscura manchada de unas gotitas de sangre que no eran suyas si no de un vampiro. Uno de los caballos agitó la testa y golpeo el suelo con un casco, sobre la hierba.
Una vez pasada la comprensible confusión tras el hechizo y el viaje, que resultaba instantáneo, ambos pudieron volverse hacia el castillo. No auguraba nada bueno, sin duda. Era alto, de torres estilizadas, algunas de aspecto realmente siniestro. Pudiera ser que fuera efecto de la noche sin casi luna, pero las piedras del castillo eran negras y un dotado habría podido sentir el aura de oscuridad y poder maligno que rodeaba la edificación. Ahí Cain podía dar gracias a que Adreanna fuera una simple mundana.
-Ya hemos llegado -anunció Cain, rompiendo el silencio que había en la isla. Se giró hacia la cazavampiros, tratando de sonar tranquilizador-. No te asustes por el aspecto. Ya sabes, pura fachada: el consejo está formado por un grupo de ancianos sin muchas ideas progresistas y eso de pintar o poner un par de flores no es de su agrado -se excusó con parte de su tono habitual, como tratando de restarle hierro al asunto.
Se aproximó a la escalinata que conducía a las altas puertas de doble hoja que eran la entrada al castillo. Junto a la puerta había días grandes estatuas que retrataban a dos esfinges sentadas, del tamaño de un hombre de buena estatura, y cuyas alas se alzaban hacia el cielo. Ambas criaturas míticas parecían contemplarse mutuamente y a la vez examinar, como juzgando, a quienes pasaran entre ellos.
Cain- Mundano
- Cantidad de envíos : 370
Fecha de inscripción : 07/10/2009
Localización : En el cementerio con una pala cantando bajo la luna.
Re: Palazzo delle Morte
*CUando aparecemos, de golpe, en otro ambiente, mi desorientacion es máxima, abrazandome a mi yegua por el cuello como si fuera mi unica madera de salvacion en un mar bravio.
La sensacion de ese viaje magico ha sido sinceramente horrible, puesto que ha sido como volar durante unos segundos por encima de la bruma, sabiendo que no tenia nada a mis pies, y que si me soltaba de no sabia donde, me caeria desde una altura demasiado alta.
Me siento mareada, pero es un consuelo saber que esta vez no se trata de mi enfermedad.
Mi yegua no se encuentra mucho mejor que yo, y en cuanto siente el suelo firme, se mueve de un modo brusco hasta que tengo que soltar su cuello. Piafa varias veces y mueve su cabeza, recuperando mucho mas velozmente que yo el equilibrio.
Busco con la mirada de un modo casi desesperado a Cain, porque si no se donde estoy, a quien puedo preguntarselo es a mi guia, es decir el.
Y cuando le veo, a mi lado, me doy cuenta de que al no haber venido en gondola, no se como salir de aqui en caso de necesitarlo. Viendo la oscuridad que nos rodea, me perderia con una facilidad suma.
Mi mirada se pierde en el horizonte hasta que mis ojos reparan en la enorme edificacion que hay frente a mi, y no puedo evitar que mis parpados asciendan de un modo alarmante, mostrando en ese gesto toda mi estupefaccion inicial.
Es, pura y simplemente, aterrador. Y aunque no sabria describirlo con palabras, hay una voz muy sensata en mi cabeza que grita con todas sus fuerzas que huya de alli.
He sido una tonta al decirle a Cain que podria visitarle hoy, deberia haber exigido venir por la mañana. De pronto todas mis dudas regresan y me siento como en la guarida del lobo, a punto de entrar en sus fauces para siempre desaparecer....
O esque acaso alguien encontraria mi cuerpo si aqui muriera?
Miro al hombre cuando me habla, y estoy convencido de que puede leer mi mente por mi expresion porque inmediatamente corre a tranquilizarme.
COmo si sus comentarios pudieran ejerceer un efecto relajante sobre mi. Lo que hacen es ponerme aun mas nerviosa. COnsejo? Que consejo? QUe ancianos?
A que se debia todo ese misterio, toda esa oscuridad envolvente que podia mas o menos percibir pero ni comprender ni sentir realmente?
Todo tiene el aspecto de una pesadilla pero con la logica de la realidad, y eso me intranquiliza aun mas.....
Cain emprende la marcha, dejando los caballos atras, y aunque me pese dejar los animales atras, yo voy corriendo tras el hombre que se ha alejado demasiados pasos para mi gusto.
Lo alcanzo justo en el momento en que subimos las escalinatas, protegida la puerta por dos esfinges que me aseguran con su mirada que pueden atacarme y deborarme....Aunque esten hechas de piedra. Posiblemente, sea la falta de luz lo que me de esa sensacion.
No se si el ha murmurado unas palabras o simplemente ha empujado las puertas de hierro, pero estas se abren y el se introduce en el interior, seguido de cerca por mi.
De pronto, las puertas se cierran de nuevo y el interior queda solo iluminado por algunas velas por aqui y por alli distribuidas. El golpe de las cerraduras recolocandose de nuevo me hace dar un respigno y que la adrenalina me suba lo suficiente como para que me acerque al hombre y le sujete con fuerza por la tela del brazo, como si fuera una niña asustada.
Niña, no se. Pero asustada, seguro. Lo suficiente como para no mediar palabra ni ningun comentario reprovatorio, porque se supone que aun confio en su promesa de ants*
La sensacion de ese viaje magico ha sido sinceramente horrible, puesto que ha sido como volar durante unos segundos por encima de la bruma, sabiendo que no tenia nada a mis pies, y que si me soltaba de no sabia donde, me caeria desde una altura demasiado alta.
Me siento mareada, pero es un consuelo saber que esta vez no se trata de mi enfermedad.
Mi yegua no se encuentra mucho mejor que yo, y en cuanto siente el suelo firme, se mueve de un modo brusco hasta que tengo que soltar su cuello. Piafa varias veces y mueve su cabeza, recuperando mucho mas velozmente que yo el equilibrio.
Busco con la mirada de un modo casi desesperado a Cain, porque si no se donde estoy, a quien puedo preguntarselo es a mi guia, es decir el.
Y cuando le veo, a mi lado, me doy cuenta de que al no haber venido en gondola, no se como salir de aqui en caso de necesitarlo. Viendo la oscuridad que nos rodea, me perderia con una facilidad suma.
Mi mirada se pierde en el horizonte hasta que mis ojos reparan en la enorme edificacion que hay frente a mi, y no puedo evitar que mis parpados asciendan de un modo alarmante, mostrando en ese gesto toda mi estupefaccion inicial.
Es, pura y simplemente, aterrador. Y aunque no sabria describirlo con palabras, hay una voz muy sensata en mi cabeza que grita con todas sus fuerzas que huya de alli.
He sido una tonta al decirle a Cain que podria visitarle hoy, deberia haber exigido venir por la mañana. De pronto todas mis dudas regresan y me siento como en la guarida del lobo, a punto de entrar en sus fauces para siempre desaparecer....
O esque acaso alguien encontraria mi cuerpo si aqui muriera?
Miro al hombre cuando me habla, y estoy convencido de que puede leer mi mente por mi expresion porque inmediatamente corre a tranquilizarme.
COmo si sus comentarios pudieran ejerceer un efecto relajante sobre mi. Lo que hacen es ponerme aun mas nerviosa. COnsejo? Que consejo? QUe ancianos?
A que se debia todo ese misterio, toda esa oscuridad envolvente que podia mas o menos percibir pero ni comprender ni sentir realmente?
Todo tiene el aspecto de una pesadilla pero con la logica de la realidad, y eso me intranquiliza aun mas.....
Cain emprende la marcha, dejando los caballos atras, y aunque me pese dejar los animales atras, yo voy corriendo tras el hombre que se ha alejado demasiados pasos para mi gusto.
Lo alcanzo justo en el momento en que subimos las escalinatas, protegida la puerta por dos esfinges que me aseguran con su mirada que pueden atacarme y deborarme....Aunque esten hechas de piedra. Posiblemente, sea la falta de luz lo que me de esa sensacion.
No se si el ha murmurado unas palabras o simplemente ha empujado las puertas de hierro, pero estas se abren y el se introduce en el interior, seguido de cerca por mi.
De pronto, las puertas se cierran de nuevo y el interior queda solo iluminado por algunas velas por aqui y por alli distribuidas. El golpe de las cerraduras recolocandose de nuevo me hace dar un respigno y que la adrenalina me suba lo suficiente como para que me acerque al hombre y le sujete con fuerza por la tela del brazo, como si fuera una niña asustada.
Niña, no se. Pero asustada, seguro. Lo suficiente como para no mediar palabra ni ningun comentario reprovatorio, porque se supone que aun confio en su promesa de ants*
Adreanna Esposito- Cazavampiros
- Cantidad de envíos : 175
Fecha de inscripción : 08/10/2009
Re: Palazzo delle Morte
No se preocupa mucho de los caballos. Probáblemente la mayoría de habitantes del castillo ya sabría que alguien había llegado y alguien iría a recoger a los animales para llevarlos a los establos. Aunque tampoco les pasaría nada afuera: hacía una noche tranquila y clara, sin tormentas ni vientos excesivamente fuertes, y el suelo era de hierba salvo en el camino que conducía a la entrada del palacio, así que podrían entretenerse comiendo ambos animales.
Por el rabillo del ojos vigiló que Adreanna le siguiera. La chica parecía de pronto querer tenerle cerca, mientras que en Vencia y en las ruinas había preferido mantener una distancia entre ambos. Era comprensible pues la imagen del castillo era imponente y debía resultar extraña y aterradora para alguien no acostumbrado a aquel lugar. De modo que aceptó su cercanía y no se alejó demasiado.
Abrir las puertas fue sencillo, ya que reconocían la magia, el aura, que envolvía al tipo de magos que formaban parte del Loto Negro y les abría sus puertas sin problema. Adreanna no tuvo ningún inconveniente para pasar a su lado, pero si hubiera ido sola seguramente las peurtas no se habrían abierto ante ella.
La secreta orden era muy celosa de su intimidad. Aunque, ¿por qué una persona ajena iba a querer entrar en el castillo? Todos preferirían huir.
Por si acaso.
El interior del castillo era amplio, de tchos altos y la entrada era un vestibulo iluminado por velas y poco más. Frente a ellos se alzaba una escalinata que en lo alto se abría a hacia dos lados, aunque bajo las escaleras también había entradas que iban hacia las zonas inferiores donde había laboratorios, criptas y salas de ritos. Incluida la sala del consejo que lideraba el Loto Negro.
Notó a Adreanna agarrarse a su manga y le apoyó la mano en el brazo, tratando de transmitirle confianza. Era lo único malo de llevarla allí: esa reacción era de esperar. Pero siempre suponía un inconveniente y prefería que estuviera relajada. Iba a conducirla a una puerta que había tras las escaleras cuando una figura de capa negra y capucha bajada apareció bajando la escalinata. Tenía los ojos azules y el pelo rubio, de un aspecto casi angelical.
-Cain... vaya sorpresa. Te has dignado a volver -dijo con voz socarrona.
El aludido, deteniendose, se volvió y le miró con una sonrisa, sabiendo que las pullas de Thomas no iban a afectarle. Nunca le había caido especialmente bien y que él tuviera un rango más que Thomas no ayudaba a su relación.
-Ya ves, me aburría tanto que me acerqué a oirte cantar -respondió a sabiendas de lo mal que cantaba el otro, que enrojeció de rabia.
-Parece que... traes compañía -comentó el otro, ignorando el comentario y sonriendo lobunamente a Adreanna.
-Y preferiría que apartaras tus ojos de ella, Thomas. No me gustaría que verte la cara tan de cerca le cause un fallo cardiaco -fue la cruel respuesta de Cain. Thomas frunció los labios, ante lo que solo recibió una sonrisa. Se apartó de ambos, molesto e irritado como siempre que hablaba con aquel loco.
-Como quieras... Disfrutala -le deseó, prefiriendo que la chica le arrancase una oreja. Y desapareció por las escaleras de nuevo.
Cain negó con la cabez,a volviendose hacia Adreanna.
-Uno de tantos idiotas que pulula por aquí... cada día admiten a más inútiles -se justificó-. ya puestos podríamos contratar a alguien que limpie el polvo, sería más útil -añadió, conduciendo de nuevo a la joven hacia el final de la estancia.
Por el rabillo del ojos vigiló que Adreanna le siguiera. La chica parecía de pronto querer tenerle cerca, mientras que en Vencia y en las ruinas había preferido mantener una distancia entre ambos. Era comprensible pues la imagen del castillo era imponente y debía resultar extraña y aterradora para alguien no acostumbrado a aquel lugar. De modo que aceptó su cercanía y no se alejó demasiado.
Abrir las puertas fue sencillo, ya que reconocían la magia, el aura, que envolvía al tipo de magos que formaban parte del Loto Negro y les abría sus puertas sin problema. Adreanna no tuvo ningún inconveniente para pasar a su lado, pero si hubiera ido sola seguramente las peurtas no se habrían abierto ante ella.
La secreta orden era muy celosa de su intimidad. Aunque, ¿por qué una persona ajena iba a querer entrar en el castillo? Todos preferirían huir.
Por si acaso.
El interior del castillo era amplio, de tchos altos y la entrada era un vestibulo iluminado por velas y poco más. Frente a ellos se alzaba una escalinata que en lo alto se abría a hacia dos lados, aunque bajo las escaleras también había entradas que iban hacia las zonas inferiores donde había laboratorios, criptas y salas de ritos. Incluida la sala del consejo que lideraba el Loto Negro.
Notó a Adreanna agarrarse a su manga y le apoyó la mano en el brazo, tratando de transmitirle confianza. Era lo único malo de llevarla allí: esa reacción era de esperar. Pero siempre suponía un inconveniente y prefería que estuviera relajada. Iba a conducirla a una puerta que había tras las escaleras cuando una figura de capa negra y capucha bajada apareció bajando la escalinata. Tenía los ojos azules y el pelo rubio, de un aspecto casi angelical.
-Cain... vaya sorpresa. Te has dignado a volver -dijo con voz socarrona.
El aludido, deteniendose, se volvió y le miró con una sonrisa, sabiendo que las pullas de Thomas no iban a afectarle. Nunca le había caido especialmente bien y que él tuviera un rango más que Thomas no ayudaba a su relación.
-Ya ves, me aburría tanto que me acerqué a oirte cantar -respondió a sabiendas de lo mal que cantaba el otro, que enrojeció de rabia.
-Parece que... traes compañía -comentó el otro, ignorando el comentario y sonriendo lobunamente a Adreanna.
-Y preferiría que apartaras tus ojos de ella, Thomas. No me gustaría que verte la cara tan de cerca le cause un fallo cardiaco -fue la cruel respuesta de Cain. Thomas frunció los labios, ante lo que solo recibió una sonrisa. Se apartó de ambos, molesto e irritado como siempre que hablaba con aquel loco.
-Como quieras... Disfrutala -le deseó, prefiriendo que la chica le arrancase una oreja. Y desapareció por las escaleras de nuevo.
Cain negó con la cabez,a volviendose hacia Adreanna.
-Uno de tantos idiotas que pulula por aquí... cada día admiten a más inútiles -se justificó-. ya puestos podríamos contratar a alguien que limpie el polvo, sería más útil -añadió, conduciendo de nuevo a la joven hacia el final de la estancia.
Cain- Mundano
- Cantidad de envíos : 370
Fecha de inscripción : 07/10/2009
Localización : En el cementerio con una pala cantando bajo la luna.
Re: Palazzo delle Morte
*Hay un ambiente lobrego y al mismo tiempo vivo dentro del castillo, como si alguien hubiese condicionado una enorme caverna para que pudiera ser habitada. Sin embargo, por muchas velas y muebles que se colocaran, la caverna siempre seria ella misma, con sus ecos interminables, con sus sombras cambiantes y escondiendose.
He visitado infinidad de sitios oscuros, pero ahora me doy cuenta de que no eran mas que lugares con faltas de luz, en los que solo hacia falta introducir un haz de sol para que su admosfera cambiara radicalmente.
Aqui, no.
En este lugar, tengo la sensacion de que aunque DIos bajara y pusiera sus sacrosantas manos encima de las paredes, no podria alejar el mal de este lugar, y eso no solo me llena de temor, si no tambien de angustia. Que poder tienen aqui mi Fe o mi espada si me encuentro en la necesidad de utilizarlas?
Me he mantenido con las manos sujetando con fuerza, quizas demasiada, a la manga de Cain, como si temiera perderme en aquella enorme sala de techo interminable.
Sinceramnete, me siento perdida, y como no comprendo lo que hay a mi alrededor, asustada, pero el parece encontrarse realmente comodo alli, lo suficiente como para andar con soltura y casi podria decir que alegria.
Doy un respingo al notar una mano encima de la mia, hasta que me doy cuenta que es la del mismo Cain, que posiblemente esta notando a la legua mi nerviosismo.
Vamos, vamos, Adreanna. No hay para tanto. SOlo es un lugar espantosamente tetrico, no hay porque....asustarse...demasiado. Has pasado por situaciones peores.
Justo cuando veo delante de nosotros una puerta de roble con figuras talladas, una voz llamando a mi guia hace que gire la cabeza.
Era de suponer que por mi condicion de mujer me ignorase, pero por lo general, espero un poco mas de cortesia ante mi persona, y espero aunque sea un cabeceo a modo de saludo. Pero ese sujeto encapuchado parece estar muy ocupado fijandose en Cain.
El interpelado se gira, haciendo que tenga que soltarle la ropa, sintiendome de pronto subitamente desprotegida. Lo unico que puedo hacer es escuchar la conversacion, apartandome un poco, y sin intervenir, porque ni se de que pueden estar hablando, ni tengo deseos en descubrirlo.
Algo pasara con el canto para que ese hombre de aspecto angelical se ofenda tanto. Su aspecto puede ser similar al que he visto pintado en las representaciones del Arcangel Miguel en los retablos, pero hay una frialdad en su mirada que lo transforma en un demonio caido, un ser que me inspira la misma angustia que se respira en el lugar. Es como si aqui nada pudiera ser calido.
Bueno, miento. Un calor sube desde mi pecho hasta el resto del cuerpo cuando el hombre rubio me nombra como "compañia" y me dirige una mirada muy poco discreta.
Me siento insultada, puesto que lo ultimo que deseo que alguien piense de mi es que he corrido tras de Cain para concederele mis favores, precisamente cuando he puesto tantos reparos en venir aqui precisamente por temor a estar amenazada de algun modo. Por quien me ha tomado ese hombre....?
Miro a Cain cuando le contesta y observo en el la misma alegria burlona de siempre, como si los comentarios de ese hombre no le afectasen realmente.
Y eso me ofende, porque si no fuera por lo mucho que me intranquiliza este lugar, me hubiese girado y le hubiese comentado alguna groseria a ese hombre de aspecto de angel caido, levantado, y vuelto a caer. Ademas, el comentario sobre mi corazon de Cain, a pesar de que se que no ha sido intencionado, no ha sido una buena eleccion, porque podria acercarse demasiado a la realidad, a juzgar el ritmo al que va ahora mismo....
Disfrutala.
Ante esa sola palabra mis mejillas, de un modo rapdiamente progresivo, se encienden de un intenso color rojo, no por posible verguenza pudica, si no por la humillacion que en estos momentos siento. Se que ha sido solo un comentario, pero que me llamen, aunque sea indirectamente, ramera o similares me afecta mas de lo pensado por motivos personales y familiares.
Antes de que levante la cabeza para decirle algo de una vez al hombre, recuperada del shock de toda la subita conversacion, el ya se ha ido.
Frustrada, me cruzo de brazos abrazandome a mi misma, con el rostro mudado a medias entre el enfado y la verguenza pasada, demasiado exagerada para mi gusto pero que no puedo evitar sentir.
Respiro hondo una vez para tranquilizarme ante Cain. AL fin y al cabo, el le ha respondido las pullas de un modo bastante cortante para el otro, o no se abria ido*
-No pasa nada, no hace falta que os justifiqueis por el. Pero sacadme de aqui.
He visitado infinidad de sitios oscuros, pero ahora me doy cuenta de que no eran mas que lugares con faltas de luz, en los que solo hacia falta introducir un haz de sol para que su admosfera cambiara radicalmente.
Aqui, no.
En este lugar, tengo la sensacion de que aunque DIos bajara y pusiera sus sacrosantas manos encima de las paredes, no podria alejar el mal de este lugar, y eso no solo me llena de temor, si no tambien de angustia. Que poder tienen aqui mi Fe o mi espada si me encuentro en la necesidad de utilizarlas?
Me he mantenido con las manos sujetando con fuerza, quizas demasiada, a la manga de Cain, como si temiera perderme en aquella enorme sala de techo interminable.
Sinceramnete, me siento perdida, y como no comprendo lo que hay a mi alrededor, asustada, pero el parece encontrarse realmente comodo alli, lo suficiente como para andar con soltura y casi podria decir que alegria.
Doy un respingo al notar una mano encima de la mia, hasta que me doy cuenta que es la del mismo Cain, que posiblemente esta notando a la legua mi nerviosismo.
Vamos, vamos, Adreanna. No hay para tanto. SOlo es un lugar espantosamente tetrico, no hay porque....asustarse...demasiado. Has pasado por situaciones peores.
Justo cuando veo delante de nosotros una puerta de roble con figuras talladas, una voz llamando a mi guia hace que gire la cabeza.
Era de suponer que por mi condicion de mujer me ignorase, pero por lo general, espero un poco mas de cortesia ante mi persona, y espero aunque sea un cabeceo a modo de saludo. Pero ese sujeto encapuchado parece estar muy ocupado fijandose en Cain.
El interpelado se gira, haciendo que tenga que soltarle la ropa, sintiendome de pronto subitamente desprotegida. Lo unico que puedo hacer es escuchar la conversacion, apartandome un poco, y sin intervenir, porque ni se de que pueden estar hablando, ni tengo deseos en descubrirlo.
Algo pasara con el canto para que ese hombre de aspecto angelical se ofenda tanto. Su aspecto puede ser similar al que he visto pintado en las representaciones del Arcangel Miguel en los retablos, pero hay una frialdad en su mirada que lo transforma en un demonio caido, un ser que me inspira la misma angustia que se respira en el lugar. Es como si aqui nada pudiera ser calido.
Bueno, miento. Un calor sube desde mi pecho hasta el resto del cuerpo cuando el hombre rubio me nombra como "compañia" y me dirige una mirada muy poco discreta.
Me siento insultada, puesto que lo ultimo que deseo que alguien piense de mi es que he corrido tras de Cain para concederele mis favores, precisamente cuando he puesto tantos reparos en venir aqui precisamente por temor a estar amenazada de algun modo. Por quien me ha tomado ese hombre....?
Miro a Cain cuando le contesta y observo en el la misma alegria burlona de siempre, como si los comentarios de ese hombre no le afectasen realmente.
Y eso me ofende, porque si no fuera por lo mucho que me intranquiliza este lugar, me hubiese girado y le hubiese comentado alguna groseria a ese hombre de aspecto de angel caido, levantado, y vuelto a caer. Ademas, el comentario sobre mi corazon de Cain, a pesar de que se que no ha sido intencionado, no ha sido una buena eleccion, porque podria acercarse demasiado a la realidad, a juzgar el ritmo al que va ahora mismo....
Disfrutala.
Ante esa sola palabra mis mejillas, de un modo rapdiamente progresivo, se encienden de un intenso color rojo, no por posible verguenza pudica, si no por la humillacion que en estos momentos siento. Se que ha sido solo un comentario, pero que me llamen, aunque sea indirectamente, ramera o similares me afecta mas de lo pensado por motivos personales y familiares.
Antes de que levante la cabeza para decirle algo de una vez al hombre, recuperada del shock de toda la subita conversacion, el ya se ha ido.
Frustrada, me cruzo de brazos abrazandome a mi misma, con el rostro mudado a medias entre el enfado y la verguenza pasada, demasiado exagerada para mi gusto pero que no puedo evitar sentir.
Respiro hondo una vez para tranquilizarme ante Cain. AL fin y al cabo, el le ha respondido las pullas de un modo bastante cortante para el otro, o no se abria ido*
-No pasa nada, no hace falta que os justifiqueis por el. Pero sacadme de aqui.
Adreanna Esposito- Cazavampiros
- Cantidad de envíos : 175
Fecha de inscripción : 08/10/2009
Re: Palazzo delle Morte
En realidad Thomas llevaba ya varios años en al Hermandad y, al igual que él, contaba con el favor de bastantes superiores... el problema era que él estaba con la parte más estúpida del Loto Negro, o así lo consideraba él. Casi desde el principio el rubio y Cain se habían llevado mal y el odio del otro se había acrecentado al ver que Cain le superaba en bastantes de las materias, con la excepción de las artes proféticas para las cuales era nulo. No es que no supiera qué debía hacer, es que se le daba mal: por mucho que lo intentase fracasaba siempre. Como tampcoo le interesaba demasiado no le importó.
Tampoco ayudó a su relación que Cain le ignorase la mitad de las veces, sin importarle el odio que el otro le profesaba. ¿Por qué iba a prestar atención a un completo estúpido? Solo de pensar en él se le irritaba la sangre, así que decidió volver a la realdiad y mirar a Adreanna.
Ella seguía pegada a él, un poco detrás. Tenía el rostro enrojecido, seguramente de rabia y verguenza ante los comentarios del otro. No obstante pronto mudó su rostro por una expresión más serena, como si reconsiderase la situación. Ella le miró y dijo aquello. En sus gestos se notaba que, por mucho que quisiera confiar en él, aquel sitio la inquietaba y ponía los pelos de punta. ¿Cómo no?
-No te preocupes, dudo que nos encontremos con muchos más -le aseguró él, abriendo la puerta llena de tallas. Una persona podría pasarse horas hasta comprender todo lo que había allí representado, no solo por la historia que contaba si no proque algunos símbolos eran poco conocidos.
Al otro lado de la puerta se abría un pasillo largo con antorchas sujetas a las paredes con ganchos. Cain tomó una de ellas, que tenían la virtud de arder siempre sin consumir la madera, y condujo a la mujer por el amplio corredo. En cierto momento de una puerta salieron un grupo de tres jovenes: dos muchachas y un muchacho, que charlaban alegremente. En cierto momento una de ellas se rió. No les prestaron apenas atención salvo para hacer un gesto de saludo a Cain, quien se lo devolvió. Que el recordase de aprendices allí actualmente solo estaban ellos tres... Había pocos pero normalmente tampoco se llegaba a una cifra tan alta dado que la mayoría de miembros de la orden porvenían de otras ordenes tras ser tentados y corrompidos.
Tras bajar una escaleras de caracol llegaron a su destino. Durante el camino, que realmente no fue tan largo, él no perdió de vista a la chica. No le extrañaría que estuviera asustada: todos lo estaban al visitar por primera vez el castillo. Él recordaba claramente la idea que le transmitió el palacio al transpasar la puerta de la entrada, con las esfinges, siendo mucho más joven, hacia ya más de una década.
La sala a la que entraron era amplia y algo oscura, como todo allí. Cain colocó la tea junto a la puerta y encendió el resto, revelando un lugar de trabajo. A un lado había unas estanterías repletas de todo tipo de libros, escritos en italiano y latin en especial. Allí había desde tratados de demonología hasta manuales de hierbas medicinales. Un par de velas brillaban sobre un escritorio junto a los libros y más allá había una zona que recordaba más a un laboratorio. Gran parte de la sala estaba desierta y en el suelo había dos grandes circulos concentricos, de apenas espacio entre ellos.
-Hummmm... lamento el desorden -dijo finalmente, ofreciendole una de las sillas.
Tampoco ayudó a su relación que Cain le ignorase la mitad de las veces, sin importarle el odio que el otro le profesaba. ¿Por qué iba a prestar atención a un completo estúpido? Solo de pensar en él se le irritaba la sangre, así que decidió volver a la realdiad y mirar a Adreanna.
Ella seguía pegada a él, un poco detrás. Tenía el rostro enrojecido, seguramente de rabia y verguenza ante los comentarios del otro. No obstante pronto mudó su rostro por una expresión más serena, como si reconsiderase la situación. Ella le miró y dijo aquello. En sus gestos se notaba que, por mucho que quisiera confiar en él, aquel sitio la inquietaba y ponía los pelos de punta. ¿Cómo no?
-No te preocupes, dudo que nos encontremos con muchos más -le aseguró él, abriendo la puerta llena de tallas. Una persona podría pasarse horas hasta comprender todo lo que había allí representado, no solo por la historia que contaba si no proque algunos símbolos eran poco conocidos.
Al otro lado de la puerta se abría un pasillo largo con antorchas sujetas a las paredes con ganchos. Cain tomó una de ellas, que tenían la virtud de arder siempre sin consumir la madera, y condujo a la mujer por el amplio corredo. En cierto momento de una puerta salieron un grupo de tres jovenes: dos muchachas y un muchacho, que charlaban alegremente. En cierto momento una de ellas se rió. No les prestaron apenas atención salvo para hacer un gesto de saludo a Cain, quien se lo devolvió. Que el recordase de aprendices allí actualmente solo estaban ellos tres... Había pocos pero normalmente tampoco se llegaba a una cifra tan alta dado que la mayoría de miembros de la orden porvenían de otras ordenes tras ser tentados y corrompidos.
Tras bajar una escaleras de caracol llegaron a su destino. Durante el camino, que realmente no fue tan largo, él no perdió de vista a la chica. No le extrañaría que estuviera asustada: todos lo estaban al visitar por primera vez el castillo. Él recordaba claramente la idea que le transmitió el palacio al transpasar la puerta de la entrada, con las esfinges, siendo mucho más joven, hacia ya más de una década.
La sala a la que entraron era amplia y algo oscura, como todo allí. Cain colocó la tea junto a la puerta y encendió el resto, revelando un lugar de trabajo. A un lado había unas estanterías repletas de todo tipo de libros, escritos en italiano y latin en especial. Allí había desde tratados de demonología hasta manuales de hierbas medicinales. Un par de velas brillaban sobre un escritorio junto a los libros y más allá había una zona que recordaba más a un laboratorio. Gran parte de la sala estaba desierta y en el suelo había dos grandes circulos concentricos, de apenas espacio entre ellos.
-Hummmm... lamento el desorden -dijo finalmente, ofreciendole una de las sillas.
Cain- Mundano
- Cantidad de envíos : 370
Fecha de inscripción : 07/10/2009
Localización : En el cementerio con una pala cantando bajo la luna.
Re: Palazzo delle Morte
*Solo tengo que fijar mis ojos alrededor para que el intercambio de palabras con aquel desgraciado me parezca algo nimio, puesto que la rabia pronto se ve colapsada por la intranquilidad creciente que este sitio produce a cualquiea, exepto a Cain, que mantiene un paso acelerado, casi alegre y familiar, como si se estuviera moviendo por su propia casa.
No dejo de pensar que, al fin y al cabo, este seguramente es su hogar, pero no puedo imaginarme a nadie viviendo en un sitio de pesadilla tal. No es solo por las esfinges de la entrada, o de los habitantes que pueda haber en su interior, es por la simple decoracion tetrica.
Si alguna vez, Dios no lo quiera, un ser humano vuelve a descender a los infiernos como una vez hicieron Ulises, Virgilio o Dante, me apostaria el cuello a que la entrada seria como este castillo.
Miro a Cain cuando me comenta que no nos encontraremos a muchos mas, deduzco que de gente. Pero eso, lejos de tranquilizarme, solo consigue que quiera acortar las distancias que antes yo misma habia impuesto. Si no hay seres vivos en ese castillo, su frialdad aun es mas acentuada, y casi hecho de menos la discusion que ha mantenido el hombre poruqe al menos se comunicaba con alguien...
Mis ojos se posan sorprendida en las distintas tallas, con miles de simbolos. Apenas puedo distinguir algunos, pero se con considerable seguridad que todos ellos son paganos, porque no veo uno solo relacionado con Jesus, Dios, o nada cristiano. Ni el pez, ni la cruz. Ni siquiera simbolos judios, que en cierto modo tambien podrian tener cabida en el primer testamento, no, nada.
Doy un respingo cuando oigo una puerta abrirse y pasan a nuestro lado tres jovenes, quizas adolescentes, riendo y charlando animadametne. Pero para alguien non grato como yo, en sus ojos habia un brillo de....de algo, que les vuelve lejanos y extraños a mi. Posiblemente si me cruzara con ellos en Venecia, pensaria que forman parte de algun grupo que la Inquisicion ha mostrado guerra, pero ahora mismo me parecen perfectamente acordes con el resto del lugar.
Me consuela que al menos Cain tenga una luz en su mano. El fuego siempre ha sido para mi motivo de tranquilidad, porque todas las alimañas se destruyen con su contacto. Desde vampiros a demonios...Y contraria a lo que la mayoria de gente piensa, yo estoy convencida de que el infiero debe de ser un lugar muy frio, terriblemnete helado, un desierto sin luces donde el unico calor es el del corazon muerto que ya no late en tu pecho.
Suspiro. Esta castillo ensombre los pensamientos de cualquiera....
Tras una casi interminable bajada, llegamos al fin a una sala, mucho mas espaciosa, o eso me lo parece a mi tras haber estado dando vueltas en un estrecho corredor.
Me tranquilizo bastante al ver como mi guia ilumina un poco mejor el lugar, dejandolo con el mismo aspecto que tiene mi habitacion mas o menos a las doce de la noche. Aunque menos ordenado y grande.
Me acerco con curiosidad casi infantil a los libros, puesto que soy consciente, como estudiosa de algunos, lo muy caros y dificiles que son de conseguir.
En la biblioteca de Santa Maria, hay distintos modelos de Biblias, tratados sobre vampiros y acerca de como matarlos.
Son dos estanterias llenas de esos documentos, mas algunos mas de teologia y religios. Pero la mayoria tienen prohibido el aceso a menos que seas un cazavampiros formado, y su lectura requiere permiso especial, no solo por su contenido si no tambien por su elevado precio.
Por ello, me sorprende ver que Cain pueda haberse costeado tantos. Mi teoria de que es rico se acentua....
Y sufro un trasvalso al ver el titulo de algunos libros que con toda la seguridad del mundo puedo asegurar que estan mil veces prohibidos por la Santa Madre Iglesia.
Aparto la mano de ellos, como si fueran a excomulgarme por solo leer el titulo*
-....De...De donde habeis sacado tal cantidad de....de blasfemias...?
No dejo de pensar que, al fin y al cabo, este seguramente es su hogar, pero no puedo imaginarme a nadie viviendo en un sitio de pesadilla tal. No es solo por las esfinges de la entrada, o de los habitantes que pueda haber en su interior, es por la simple decoracion tetrica.
Si alguna vez, Dios no lo quiera, un ser humano vuelve a descender a los infiernos como una vez hicieron Ulises, Virgilio o Dante, me apostaria el cuello a que la entrada seria como este castillo.
Miro a Cain cuando me comenta que no nos encontraremos a muchos mas, deduzco que de gente. Pero eso, lejos de tranquilizarme, solo consigue que quiera acortar las distancias que antes yo misma habia impuesto. Si no hay seres vivos en ese castillo, su frialdad aun es mas acentuada, y casi hecho de menos la discusion que ha mantenido el hombre poruqe al menos se comunicaba con alguien...
Mis ojos se posan sorprendida en las distintas tallas, con miles de simbolos. Apenas puedo distinguir algunos, pero se con considerable seguridad que todos ellos son paganos, porque no veo uno solo relacionado con Jesus, Dios, o nada cristiano. Ni el pez, ni la cruz. Ni siquiera simbolos judios, que en cierto modo tambien podrian tener cabida en el primer testamento, no, nada.
Doy un respingo cuando oigo una puerta abrirse y pasan a nuestro lado tres jovenes, quizas adolescentes, riendo y charlando animadametne. Pero para alguien non grato como yo, en sus ojos habia un brillo de....de algo, que les vuelve lejanos y extraños a mi. Posiblemente si me cruzara con ellos en Venecia, pensaria que forman parte de algun grupo que la Inquisicion ha mostrado guerra, pero ahora mismo me parecen perfectamente acordes con el resto del lugar.
Me consuela que al menos Cain tenga una luz en su mano. El fuego siempre ha sido para mi motivo de tranquilidad, porque todas las alimañas se destruyen con su contacto. Desde vampiros a demonios...Y contraria a lo que la mayoria de gente piensa, yo estoy convencida de que el infiero debe de ser un lugar muy frio, terriblemnete helado, un desierto sin luces donde el unico calor es el del corazon muerto que ya no late en tu pecho.
Suspiro. Esta castillo ensombre los pensamientos de cualquiera....
Tras una casi interminable bajada, llegamos al fin a una sala, mucho mas espaciosa, o eso me lo parece a mi tras haber estado dando vueltas en un estrecho corredor.
Me tranquilizo bastante al ver como mi guia ilumina un poco mejor el lugar, dejandolo con el mismo aspecto que tiene mi habitacion mas o menos a las doce de la noche. Aunque menos ordenado y grande.
Me acerco con curiosidad casi infantil a los libros, puesto que soy consciente, como estudiosa de algunos, lo muy caros y dificiles que son de conseguir.
En la biblioteca de Santa Maria, hay distintos modelos de Biblias, tratados sobre vampiros y acerca de como matarlos.
Son dos estanterias llenas de esos documentos, mas algunos mas de teologia y religios. Pero la mayoria tienen prohibido el aceso a menos que seas un cazavampiros formado, y su lectura requiere permiso especial, no solo por su contenido si no tambien por su elevado precio.
Por ello, me sorprende ver que Cain pueda haberse costeado tantos. Mi teoria de que es rico se acentua....
Y sufro un trasvalso al ver el titulo de algunos libros que con toda la seguridad del mundo puedo asegurar que estan mil veces prohibidos por la Santa Madre Iglesia.
Aparto la mano de ellos, como si fueran a excomulgarme por solo leer el titulo*
-....De...De donde habeis sacado tal cantidad de....de blasfemias...?
Adreanna Esposito- Cazavampiros
- Cantidad de envíos : 175
Fecha de inscripción : 08/10/2009
Re: Palazzo delle Morte
Puede percibir en Adreanna, que camina justo a su espalda todo el trayecto desde la puerta de entrada custodiada por las criaturas mitológicas de piedra, hasta su estudio personal, su nerviosismo. Se imagina lo que debe ser para ella: no solo el nerviosismo que hace sentir el castillo a todo aquel que lo piensa, haciendote sentir insignificante y en las garras de la oscuridad, de que de cualquier esquina puede salir un demonio (y alguna vez ya había pasado por error, aunque eran pocas por suerte). Para ella, que además era una férrea creyente de Dios y su Iglesia, debía ser doblemente tortuoso pues la sensación de Mal y Oscuridad debía ser muy intensa para ella, incluso más que para una persona normal.
Algo que él ni podía jugar a imaginar.
Había vivido muchos años allí, tanto que era el mayor hogar que había tenidoe n su vida. desde pequeño había ido de un aula a otra, había ido en busca de hierbas para su maestro, leido algún libro de la hermandad en la biblioteca del castillo, en las planta ssuperiores; o empezado a usar algún hechizo nuevo. Se había aocstumbrado hasta tal punto que no imaginaba considerar su casa a un lugar... normal, como dirían muchos. Allí estaba todo lo que considerara suyo, aunque muy a menudo, como la mitad de esos libros, fuera propiedad de la orden, prestado o cedido a él. Su familia incluso, aunque fuera una visión extraña de familia pues allí los hermanos, a pesar de sus códigos, susurraban a tus espaldas y podíanm apuñalarte metafóricamente en cualquier momento.
Pero se había acostumbrado. Sus dedos acariciaron un segundo la piedra, pulida, de la pared, pensando en todos aquellos años, en los recuerdos que tenía de aquellas salas y aquel castillo. E incluso con todo era consicente de que ni la luz, ni Dios, ni el Bien, tenían cabida allí. Así que no podía pedirle a Adreanna que se sintiera cómoda. Lo único que podía hacer era intentar que su estancia allí fuera lo más corta posible. Un modo vano de recompensar su confianza, de la cual ella seguramente ya se estuviera arrepintiendo.
Con esta idea se giró hacia ella y la encontró frente a los libros. Por un momento le extrañó y luego recordó que noe ra uan dama corriente: que como guerrera suya la Iglesia le habría enseñado a leer y la habría hecho una mujer culta, así que no debería extrañarle que supiera leer los titulos, y comprender a qué se referían. No debería extrañarle la expresión de horror de su rostro, como si acabara de leer algo maldito, y seguramente así fuera.
Se aproximó a ella y con delicadeza la apartó de los libros. Poco a poco aquello iba a empeorando. Había sido una mala idea traerla, al menos tan pronto.
-Blasfemias... más bien verdades perjudiciales que deben mantenerse oculta. O eso opinarían tus superiores -dijo con un gesto, recobrando su humor poco a poco que, ante sus pensamientos, se había resentido levemente-. Dejémoslo en que son matería de estudio obligatoria por aquí. No creo que te extrañe, la peidra negra y los símbolos de la puerta deberían haberte dado alguna pista -añadió con una leve risa.
La condujo hasta el escritorio y le ofreció una silla. Allí solo había una pero él no necesitaba sentarse. Normalmente no solía requerir ninguna más así desde que se independizó de su maestro, y no se le había ocurrido que poría tener visita alguna vez.
Antes de empezar sería mejor ponerla al corriente. Esperaba que no se enfadase mucho.
Pensando las palabras, sus dedos cogieron una pequeña daga que había sobre la mesa, de plata, pequeña y estilizada que cabía en la mano. No imponía demasiado pero para incisiones precisas y pequeñas era perfecto.
-Pero no te he traido para hablar de libros malditos... más bien porque quiero hacer un par de... podríamos llamarlos experimentos -eligió la palabra un poco al tuntúm, sin percatarse de que quizá no fuera la más adecuada-. Seguramente si te lo hubiera dicho en las ruinas me habrías dicho que no, pero me gustaría intentar averiguar qué tienes para sufrir esos ataques -le dedicó su mejor sonrisa, como si así pudiera convencerla de su inocencia, mientras jugaba con la daga. No estaba seguro de que funcionara pero... su intención era buena. Según los cristianos eso era lo importante, ¿no? Tampoco estaba seguro de que sus experimentos fueran a funcionar, pero tenía que intentarlo. la curiosidad por qué le pasaría a la joven de cabellos rubios le mataba por dentro.
Algo que él ni podía jugar a imaginar.
Había vivido muchos años allí, tanto que era el mayor hogar que había tenidoe n su vida. desde pequeño había ido de un aula a otra, había ido en busca de hierbas para su maestro, leido algún libro de la hermandad en la biblioteca del castillo, en las planta ssuperiores; o empezado a usar algún hechizo nuevo. Se había aocstumbrado hasta tal punto que no imaginaba considerar su casa a un lugar... normal, como dirían muchos. Allí estaba todo lo que considerara suyo, aunque muy a menudo, como la mitad de esos libros, fuera propiedad de la orden, prestado o cedido a él. Su familia incluso, aunque fuera una visión extraña de familia pues allí los hermanos, a pesar de sus códigos, susurraban a tus espaldas y podíanm apuñalarte metafóricamente en cualquier momento.
Pero se había acostumbrado. Sus dedos acariciaron un segundo la piedra, pulida, de la pared, pensando en todos aquellos años, en los recuerdos que tenía de aquellas salas y aquel castillo. E incluso con todo era consicente de que ni la luz, ni Dios, ni el Bien, tenían cabida allí. Así que no podía pedirle a Adreanna que se sintiera cómoda. Lo único que podía hacer era intentar que su estancia allí fuera lo más corta posible. Un modo vano de recompensar su confianza, de la cual ella seguramente ya se estuviera arrepintiendo.
Con esta idea se giró hacia ella y la encontró frente a los libros. Por un momento le extrañó y luego recordó que noe ra uan dama corriente: que como guerrera suya la Iglesia le habría enseñado a leer y la habría hecho una mujer culta, así que no debería extrañarle que supiera leer los titulos, y comprender a qué se referían. No debería extrañarle la expresión de horror de su rostro, como si acabara de leer algo maldito, y seguramente así fuera.
Se aproximó a ella y con delicadeza la apartó de los libros. Poco a poco aquello iba a empeorando. Había sido una mala idea traerla, al menos tan pronto.
-Blasfemias... más bien verdades perjudiciales que deben mantenerse oculta. O eso opinarían tus superiores -dijo con un gesto, recobrando su humor poco a poco que, ante sus pensamientos, se había resentido levemente-. Dejémoslo en que son matería de estudio obligatoria por aquí. No creo que te extrañe, la peidra negra y los símbolos de la puerta deberían haberte dado alguna pista -añadió con una leve risa.
La condujo hasta el escritorio y le ofreció una silla. Allí solo había una pero él no necesitaba sentarse. Normalmente no solía requerir ninguna más así desde que se independizó de su maestro, y no se le había ocurrido que poría tener visita alguna vez.
Antes de empezar sería mejor ponerla al corriente. Esperaba que no se enfadase mucho.
Pensando las palabras, sus dedos cogieron una pequeña daga que había sobre la mesa, de plata, pequeña y estilizada que cabía en la mano. No imponía demasiado pero para incisiones precisas y pequeñas era perfecto.
-Pero no te he traido para hablar de libros malditos... más bien porque quiero hacer un par de... podríamos llamarlos experimentos -eligió la palabra un poco al tuntúm, sin percatarse de que quizá no fuera la más adecuada-. Seguramente si te lo hubiera dicho en las ruinas me habrías dicho que no, pero me gustaría intentar averiguar qué tienes para sufrir esos ataques -le dedicó su mejor sonrisa, como si así pudiera convencerla de su inocencia, mientras jugaba con la daga. No estaba seguro de que funcionara pero... su intención era buena. Según los cristianos eso era lo importante, ¿no? Tampoco estaba seguro de que sus experimentos fueran a funcionar, pero tenía que intentarlo. la curiosidad por qué le pasaría a la joven de cabellos rubios le mataba por dentro.
Cain- Mundano
- Cantidad de envíos : 370
Fecha de inscripción : 07/10/2009
Localización : En el cementerio con una pala cantando bajo la luna.
Re: Palazzo delle Morte
-No solo mis superiores, señor Cain. Yo tambien lo opino.....Mis ojos han caido en ese volumen que teneis sobre.....sobre....No, no quiero ni pronunciarlo, y me produce escalofrios pensar que vos lo habeis leido alguna vez.
*Mi temor no se debe a que tenga ese libro, si no que realmente en su cabeza esten memorizadas las palabras que en el se encuentran.
De ese, y de todos los demas. Porque como puede un alma salvarse leyendo esas cosas? Y estudiandolas? El Papa anunciaba que excomulgaba solo por poseer esos libros, y la idea de tener ante mi un alma condenada por partida doble sigue inquietandome.
Quizas en un principio sintiera lastima al saber que Cain es ateo, pero se que a los que no creen en DIos, si demuestran ser buenas almas, les espera el Purgatorio hasta que se realice un juicio sobre ellos. Pero con esas lecturas el alma de Cain esta mas que condenada, y eso, ahora que lo conozco un poco mas, me llena de preocupacion y pena.
Dejo que me guie hasta una silla, sentandome en ella y manteniendo la vista baja, escuchandole un poco a medias.
No he reconocido los objetos de la entrada porque estaba demasiado aliviada al ver una estancia con luz, pero estoy mas que convencida de que tampoco son simbolos cristianos.
Me intranquiliza pensar que quizas este condenando mi alma al estar aqui, pero me fio de la promesa de Cain. El me ha prometido que nada me sucederia, y he tomado la decision de fiarme de el...
Aunque ahora mismo me este costando errores.
Alzo la vista y le observo de pie, delante mio. Cuando coje la pequeña daga no me intranquilizo porque ni se me pasa por la cabeza que pueda hacerme daño con ella, primero porque es demasiado pequeña, y segundo porque tiendo a ser ingenua cuando decido confiar en alguien.
Pero ante la palabra experimento, se me eriza la piel y veo con otros ojos la pequeña arma que lleva en la mano.
A medida que va hablando, me voy echando atras en la silla, como si quisiera que el mueble tuviera patas y con ella poder huir de ahi.
Si lo miro objetivamente, se que estoy en la peor de las situaciones. Como una tonta, me he metido hasta lo mas profundo de la boca del lobo y salir de aqui va a ser, cuanto menos, dificil por no decir peligroso.
Y en esta sala, a saber que trucos tiene ocultos Cain, yo solo tengo una espada y mi daga, con la que posiblemente pueda luchar un rato hasta que....hasta que me encuentre demasiado debil...*
-...Averiguar mis ataques.....? *mi voz sale temblorosa, desconfiada y asustada, pero durante unos instantes brilla la ira*...Os he dicho muchas veces que no son de vuestra incumbencia, señor Cain. Y me niego a que me hagais nada, menos aprendido de ESOS libros. Me prometisteis que no sufriria daño alguno.
*Mi temor no se debe a que tenga ese libro, si no que realmente en su cabeza esten memorizadas las palabras que en el se encuentran.
De ese, y de todos los demas. Porque como puede un alma salvarse leyendo esas cosas? Y estudiandolas? El Papa anunciaba que excomulgaba solo por poseer esos libros, y la idea de tener ante mi un alma condenada por partida doble sigue inquietandome.
Quizas en un principio sintiera lastima al saber que Cain es ateo, pero se que a los que no creen en DIos, si demuestran ser buenas almas, les espera el Purgatorio hasta que se realice un juicio sobre ellos. Pero con esas lecturas el alma de Cain esta mas que condenada, y eso, ahora que lo conozco un poco mas, me llena de preocupacion y pena.
Dejo que me guie hasta una silla, sentandome en ella y manteniendo la vista baja, escuchandole un poco a medias.
No he reconocido los objetos de la entrada porque estaba demasiado aliviada al ver una estancia con luz, pero estoy mas que convencida de que tampoco son simbolos cristianos.
Me intranquiliza pensar que quizas este condenando mi alma al estar aqui, pero me fio de la promesa de Cain. El me ha prometido que nada me sucederia, y he tomado la decision de fiarme de el...
Aunque ahora mismo me este costando errores.
Alzo la vista y le observo de pie, delante mio. Cuando coje la pequeña daga no me intranquilizo porque ni se me pasa por la cabeza que pueda hacerme daño con ella, primero porque es demasiado pequeña, y segundo porque tiendo a ser ingenua cuando decido confiar en alguien.
Pero ante la palabra experimento, se me eriza la piel y veo con otros ojos la pequeña arma que lleva en la mano.
A medida que va hablando, me voy echando atras en la silla, como si quisiera que el mueble tuviera patas y con ella poder huir de ahi.
Si lo miro objetivamente, se que estoy en la peor de las situaciones. Como una tonta, me he metido hasta lo mas profundo de la boca del lobo y salir de aqui va a ser, cuanto menos, dificil por no decir peligroso.
Y en esta sala, a saber que trucos tiene ocultos Cain, yo solo tengo una espada y mi daga, con la que posiblemente pueda luchar un rato hasta que....hasta que me encuentre demasiado debil...*
-...Averiguar mis ataques.....? *mi voz sale temblorosa, desconfiada y asustada, pero durante unos instantes brilla la ira*...Os he dicho muchas veces que no son de vuestra incumbencia, señor Cain. Y me niego a que me hagais nada, menos aprendido de ESOS libros. Me prometisteis que no sufriria daño alguno.
Adreanna Esposito- Cazavampiros
- Cantidad de envíos : 175
Fecha de inscripción : 08/10/2009
Re: Palazzo delle Morte
Cuando la mira, observa su rostro y descubre... ¿qué? ¿Lástima? ¿Tristeza? Entremezclados con la adversión que le producía, como era lógico de esperar, descubrir el tipo de cosas en las que invertía su tiempo. No deja de sorprenderle, no obstante. ¿Por qué iba a sentir ella pena de él, porque era de él, no había otro objeto posible; si no era porque había llegado a apreciarle o al menos confiar en él? A importarle, esa era la palabra. De alguna forma con sus ofensas y sus burlas, sus disculpas tontas y su actitud extraña había llegado a importarle aunque fuera tan solo un poco a Adreanna.
Antes, a modo de burla, se lo había hechado en casa cuando hablaban de los vampiros en las ruinas romanas a las afueras de Venecia, y ella lo había rebatido y él creido, pero ahora se demostraba que algo de razón tenía. Se le antojó algo extraño. No había esperado aquello. Ciertamente la joven era encantadora, un gran conversadora y le gustaba estar con ella, pero no esperaba que ella considerase aquello también una amistad o algo similar. Creía que le toleraba, le aguantaba, porque él se empeñaba en estar allí.
Aquello le impidió hablar unos minutos, mientras duraba aquel examen. Miró un momento de nuevo los libros. Eran verdades, como había dicho, oscuras pero tan verdaderas como lo que enseñaban a gente como Adreanna en la Iglesia, o incluso más, porque lo había podido comprobar. Menos ortofdoxo y más digno de desconfianza pero no menos interesante y útil, a su modo.
-Si lo que os preocupa es mi alma -dijo por fin, con una sonrisa-, no os preocupéis tanto. No va a ocurrirme nada por leer o estudiar. Ciertamente no os recomendaría varios de esos libros, pero tampoco tenéis por qué escandalizaros -le aseguró, aunque sí tenía por qué. Digamos que era más sencilla aquella discursión si dejaban a un lado las lecturas de las que Cain hacía uso.
Dió un par de vueltas a la daga entre sus dedos un segundo. Sabía para qué iba a usarla pero primero necesitaba su consentimiento. Y por lo que escuchaba no iba a ser tan fácil conseguirlo. La miró de nuevo, con un aire de súplica.
-Y no voy a haceros daño. Os he dado mi palabra y pienso cumplirla. Me ofende que sospechéis siquiera lo contrario -se defendió, arrugando la nariz y entornando los ojos negros-. Os he visto, sufris por vuestra enfermedad, tanto en el plano físico como en el espiritual. Me dijistéis que los vuestros investigaron y no encontraron nada... dejadme a mí hacer un par de pruebas. Os lo suplico. Quizá encuentre algo y os pueda curar; o quizá no, en ambos casos prometo devolveros sana y salva a Venecia, a vuestra iglesia. Y si es necesario prometo también desaparecer de vuestra vida.
Aunque sería una verdadera lástima.
Antes, a modo de burla, se lo había hechado en casa cuando hablaban de los vampiros en las ruinas romanas a las afueras de Venecia, y ella lo había rebatido y él creido, pero ahora se demostraba que algo de razón tenía. Se le antojó algo extraño. No había esperado aquello. Ciertamente la joven era encantadora, un gran conversadora y le gustaba estar con ella, pero no esperaba que ella considerase aquello también una amistad o algo similar. Creía que le toleraba, le aguantaba, porque él se empeñaba en estar allí.
Aquello le impidió hablar unos minutos, mientras duraba aquel examen. Miró un momento de nuevo los libros. Eran verdades, como había dicho, oscuras pero tan verdaderas como lo que enseñaban a gente como Adreanna en la Iglesia, o incluso más, porque lo había podido comprobar. Menos ortofdoxo y más digno de desconfianza pero no menos interesante y útil, a su modo.
-Si lo que os preocupa es mi alma -dijo por fin, con una sonrisa-, no os preocupéis tanto. No va a ocurrirme nada por leer o estudiar. Ciertamente no os recomendaría varios de esos libros, pero tampoco tenéis por qué escandalizaros -le aseguró, aunque sí tenía por qué. Digamos que era más sencilla aquella discursión si dejaban a un lado las lecturas de las que Cain hacía uso.
Dió un par de vueltas a la daga entre sus dedos un segundo. Sabía para qué iba a usarla pero primero necesitaba su consentimiento. Y por lo que escuchaba no iba a ser tan fácil conseguirlo. La miró de nuevo, con un aire de súplica.
-Y no voy a haceros daño. Os he dado mi palabra y pienso cumplirla. Me ofende que sospechéis siquiera lo contrario -se defendió, arrugando la nariz y entornando los ojos negros-. Os he visto, sufris por vuestra enfermedad, tanto en el plano físico como en el espiritual. Me dijistéis que los vuestros investigaron y no encontraron nada... dejadme a mí hacer un par de pruebas. Os lo suplico. Quizá encuentre algo y os pueda curar; o quizá no, en ambos casos prometo devolveros sana y salva a Venecia, a vuestra iglesia. Y si es necesario prometo también desaparecer de vuestra vida.
Aunque sería una verdadera lástima.
Cain- Mundano
- Cantidad de envíos : 370
Fecha de inscripción : 07/10/2009
Localización : En el cementerio con una pala cantando bajo la luna.
Re: Palazzo delle Morte
*No continuo con la conversacion sobre si quiere o no salvar su alma, porque ya imagino que esos libros los ha mirado, remirado, leido y estudiado hasta saberselos de memoria.
Cain no parece en absoluto preocupado por la salvacion de alma alguna, porque no cree que Dios, y en consecuencia el cielo o el infierno, existan.
SI no los ve posibles, como va a sentir miedo de su condenacion?
Muchos dicen que las explicaciones de adonde van nuestras almas cuando ya no hay vida en sus cuerpos son invenciones que el hombre ha dado para no tener miedo y que solo Dios sabe lo que ocurre. Es cierto que nadie, salvo el señor, ha vuelto a la vida, pero cuestionarse eso seria cuestionarse la palabra de Jesus y su sacrificio.
El hombre que me ha guiado hasta aqui no tiene en cuenta nada de eso. Para el, posiblemente Nuestro Señor fuera un humano mas que muriera en la cruz, castigado por lo romanos. Para el no hay dolor, ni sacrificio, ni la salvacion de todos nosotros.
Como va a pensar en lo que le ocurra en cuanto su carne empiece a podrirse?
Yo, en cambio, he vivido con ese terror, desde siempre.
No porque me lo inculcaran, que tambien fue el caso, si no de un modo casi innato.
Observo con desconfianza la daga antes de apartar la vista y fijarla en el suelo, intentando explicarle porque desconfiaba de su idea, y darle a entender que no le habia creido capaz de herirme.
Bueno, quizas unos segundos si lo habia pensado.*
-Señor Cain.....Si los...mios no han encontrado nada, como vais a hacerlo vos? No me respondais, porque conozco vuestra respuesta. Se que me direis que la Iglesia ha ocultado mucho y que en ello vos habeis encontrado sabiduria, pero...comprended que...estas pruebas estan en contra de lo que el Papa y la Inquisicion han dictado. Y que por o tanto, por mucho que en un principio pudieran ayudarme, al aceptar que vos utilizarais magia...pagana, o lo que fuere, quizas estaria condenandome a mi misma. Puede que a vos ya no os importe, pero yo le doy mucha importancia.
*Muevo los pies algo nerviosa, no solo por la situacion y el ambiente. Me molestaria mucho que Cain pensara que soy o una cobarde o una estupida por poner tantos reparos, peor me molestaria mas que pensara que lo considero algo asi como una especie de criminal.
Si, de acuerdo, es un sujeto que...bueno, en algunos aspectos, por no decir todos, peca. Pero me ha demostrado que por el momento sabe cumplir una palabra, y se que Dios pide piedad siempre y ante todo. Y no ha dejado de ayudarme sin recibir nada a cambio*
-No os ofendais porque os recuerde vuestra promesa, ni penseis que creo que vos quereis condenarme, pero.....Teneis razon cuando decis que mi enfermedad me afecta en un plano no solo fisico. Pero sabed que la unica informacion que tengo sobre mi dolencia es que no voy a tener mucho tiempo en la tierra, y quiero asegurarme de que Dios me considera digna de estar en su seno....Esta enfermedad no es solo una prueba si no tambien un castigo.....
*Alzo la vista sin mucha seguridad, sintiendome sinceramente tonta por estar tan cohibida, pero no es algo que pueda evitar. A veces tiendo a comportarme de un modo poco adulto, pero nada puedo hacer al respecto*
-....No es necesario que desaparezcais, se que lo haceis con la mejor intencion.
Cain no parece en absoluto preocupado por la salvacion de alma alguna, porque no cree que Dios, y en consecuencia el cielo o el infierno, existan.
SI no los ve posibles, como va a sentir miedo de su condenacion?
Muchos dicen que las explicaciones de adonde van nuestras almas cuando ya no hay vida en sus cuerpos son invenciones que el hombre ha dado para no tener miedo y que solo Dios sabe lo que ocurre. Es cierto que nadie, salvo el señor, ha vuelto a la vida, pero cuestionarse eso seria cuestionarse la palabra de Jesus y su sacrificio.
El hombre que me ha guiado hasta aqui no tiene en cuenta nada de eso. Para el, posiblemente Nuestro Señor fuera un humano mas que muriera en la cruz, castigado por lo romanos. Para el no hay dolor, ni sacrificio, ni la salvacion de todos nosotros.
Como va a pensar en lo que le ocurra en cuanto su carne empiece a podrirse?
Yo, en cambio, he vivido con ese terror, desde siempre.
No porque me lo inculcaran, que tambien fue el caso, si no de un modo casi innato.
Observo con desconfianza la daga antes de apartar la vista y fijarla en el suelo, intentando explicarle porque desconfiaba de su idea, y darle a entender que no le habia creido capaz de herirme.
Bueno, quizas unos segundos si lo habia pensado.*
-Señor Cain.....Si los...mios no han encontrado nada, como vais a hacerlo vos? No me respondais, porque conozco vuestra respuesta. Se que me direis que la Iglesia ha ocultado mucho y que en ello vos habeis encontrado sabiduria, pero...comprended que...estas pruebas estan en contra de lo que el Papa y la Inquisicion han dictado. Y que por o tanto, por mucho que en un principio pudieran ayudarme, al aceptar que vos utilizarais magia...pagana, o lo que fuere, quizas estaria condenandome a mi misma. Puede que a vos ya no os importe, pero yo le doy mucha importancia.
*Muevo los pies algo nerviosa, no solo por la situacion y el ambiente. Me molestaria mucho que Cain pensara que soy o una cobarde o una estupida por poner tantos reparos, peor me molestaria mas que pensara que lo considero algo asi como una especie de criminal.
Si, de acuerdo, es un sujeto que...bueno, en algunos aspectos, por no decir todos, peca. Pero me ha demostrado que por el momento sabe cumplir una palabra, y se que Dios pide piedad siempre y ante todo. Y no ha dejado de ayudarme sin recibir nada a cambio*
-No os ofendais porque os recuerde vuestra promesa, ni penseis que creo que vos quereis condenarme, pero.....Teneis razon cuando decis que mi enfermedad me afecta en un plano no solo fisico. Pero sabed que la unica informacion que tengo sobre mi dolencia es que no voy a tener mucho tiempo en la tierra, y quiero asegurarme de que Dios me considera digna de estar en su seno....Esta enfermedad no es solo una prueba si no tambien un castigo.....
*Alzo la vista sin mucha seguridad, sintiendome sinceramente tonta por estar tan cohibida, pero no es algo que pueda evitar. A veces tiendo a comportarme de un modo poco adulto, pero nada puedo hacer al respecto*
-....No es necesario que desaparezcais, se que lo haceis con la mejor intencion.
Adreanna Esposito- Cazavampiros
- Cantidad de envíos : 175
Fecha de inscripción : 08/10/2009
Re: Palazzo delle Morte
No sabe qué responderle de base. La oposición de Adreanna no es un miedo irracional que él podría rebatir con argumentos, o moldear y manipular, o usar la confianza que había logrado que ella pusiera en él para acabar con ese miedo. No, los reparos de Adreanna venían de algo mucho más inestable y a la vez férreo. Inestable porque apenas había forma de demostrar nada de lo que creían salvo un libro y unos testimonios que bien podían ser mentiras, no lo sabían, o estar manipulados; y férreo porque eran incontables los que por ello daban la vida, propia y ajena, y luchaban incansables por defenderlo.
Y en ella era especialmente fuerte aquel sentimiento. No estaba corrompido, ella de verdad pensaba, actuaba y vivía conforme a los mandamientos, a las palabras divinas. ¡Conforme a mentiras! Si tanto la amaba Dios, si tanto ella creía en él, ¿por qué no la recompensaba, eh? ¿Por qué la seguía haciendo sufrir y la condenaba a una vida corta y malsana, además dejandola luchar contra vampiros y otras bestias de la oscuridad? Aquel era un Dios que, de existir y haber hecho lo que se dice que ha hecho, creó a la Humanidad y la abandonó. Porque esa era la verdad y ellos se negaban a creerla. ¿No podían verlo? Dios NO estaba en el mundo. Él era una prueba viviente de ello.
Podría decirselo. Deseaba hacerlo. Dejar salir su frustración ante el muro que creaba Adreanna, contra el que ningún argumento suyo, por sensato y racional que fuera, era válido. Sacar un martillo y derribar ese muro, sin sutilezas ni buenas palabras, mostrarle la verdadera verdad. Que leer sobre Belzebub, Asataroth, ritos, arcanos y magias paganas no quemaba las manos y que la oscuridad de su alma no era veneno si no otra forma de ver las cosas, necesaria, pues sin la noche no hay día. Que no la condenaría porque no existía condena, aceptar su ayuda.
Pero no lo ahce. ¿Por qué? Porque sería inútil, un fracaso, un error, pues no haría nada si no ponerla aún más en contra de él y no quería eso. Tan solo buscaba ayudarla, ¿no lo veía? Le habían puesto una venda en los ojos y ella no quería quitarsela, ¿pero cómo alguien era feliz con los ojos vendados? Podía imaginarse la respuesta de Adreanna: Si Dios quiere que tenga los ojos vendados es porque él guía mis pasos y debo confiar y no quitarme la venda. O algo similar. Seguro.
Se había girado y le daba la espalda, con la daga aún entre las manos. La punta se clavó un momento en la yema de uno de sus dedos, haciendo brotar una escueta y brillante gota de sangre color escarlata. El líquido que aquel vampiro quería de él horas atrás. ¿Cuántas? Lo menos tres. Seguro que afuera amanecería en un par de horas y era mejor que acabaran antes para devolverla sana y salva a Venecia antes del sol.
Solo se le ocurría decirle una cosa para convencerla sin herirla, con lo que se giró de nuevo, dejando la pequeña arma sobre la mesa de madera de caoba y la miró a los ojos con serenidad.
-¿Y qué te dice, Adreanna, que yo no soy un enviado de Dios para curarte? Quizá esta es tu recompensa por tanto trabajo. Dios actua de formas extrañas a veces, ¿no es así? -sabe que no es el caso, aunque en caso de que fuera tampoco lo sabría, y contaba con que ese desconocimiento era su única lanza.
Y en ella era especialmente fuerte aquel sentimiento. No estaba corrompido, ella de verdad pensaba, actuaba y vivía conforme a los mandamientos, a las palabras divinas. ¡Conforme a mentiras! Si tanto la amaba Dios, si tanto ella creía en él, ¿por qué no la recompensaba, eh? ¿Por qué la seguía haciendo sufrir y la condenaba a una vida corta y malsana, además dejandola luchar contra vampiros y otras bestias de la oscuridad? Aquel era un Dios que, de existir y haber hecho lo que se dice que ha hecho, creó a la Humanidad y la abandonó. Porque esa era la verdad y ellos se negaban a creerla. ¿No podían verlo? Dios NO estaba en el mundo. Él era una prueba viviente de ello.
Podría decirselo. Deseaba hacerlo. Dejar salir su frustración ante el muro que creaba Adreanna, contra el que ningún argumento suyo, por sensato y racional que fuera, era válido. Sacar un martillo y derribar ese muro, sin sutilezas ni buenas palabras, mostrarle la verdadera verdad. Que leer sobre Belzebub, Asataroth, ritos, arcanos y magias paganas no quemaba las manos y que la oscuridad de su alma no era veneno si no otra forma de ver las cosas, necesaria, pues sin la noche no hay día. Que no la condenaría porque no existía condena, aceptar su ayuda.
Pero no lo ahce. ¿Por qué? Porque sería inútil, un fracaso, un error, pues no haría nada si no ponerla aún más en contra de él y no quería eso. Tan solo buscaba ayudarla, ¿no lo veía? Le habían puesto una venda en los ojos y ella no quería quitarsela, ¿pero cómo alguien era feliz con los ojos vendados? Podía imaginarse la respuesta de Adreanna: Si Dios quiere que tenga los ojos vendados es porque él guía mis pasos y debo confiar y no quitarme la venda. O algo similar. Seguro.
Se había girado y le daba la espalda, con la daga aún entre las manos. La punta se clavó un momento en la yema de uno de sus dedos, haciendo brotar una escueta y brillante gota de sangre color escarlata. El líquido que aquel vampiro quería de él horas atrás. ¿Cuántas? Lo menos tres. Seguro que afuera amanecería en un par de horas y era mejor que acabaran antes para devolverla sana y salva a Venecia antes del sol.
Solo se le ocurría decirle una cosa para convencerla sin herirla, con lo que se giró de nuevo, dejando la pequeña arma sobre la mesa de madera de caoba y la miró a los ojos con serenidad.
-¿Y qué te dice, Adreanna, que yo no soy un enviado de Dios para curarte? Quizá esta es tu recompensa por tanto trabajo. Dios actua de formas extrañas a veces, ¿no es así? -sabe que no es el caso, aunque en caso de que fuera tampoco lo sabría, y contaba con que ese desconocimiento era su única lanza.
Cain- Mundano
- Cantidad de envíos : 370
Fecha de inscripción : 07/10/2009
Localización : En el cementerio con una pala cantando bajo la luna.
Re: Palazzo delle Morte
*Temo haberle ofendido desde el momento en que se gira de espaldas y solo me muestra su cabellera negra, la cual me recuerda durante unos breves instantes, que aun me debe un mechon.
Se que no podria haberle dicho nada mas, porque no puedo emprear otra cosa que la mas absoluta sinceridad, con quien sea. Ademas, mentir no se hacerlo.
No puedo permitir que utilice las malas artes para "curarme", y menos de algo que yo considero una prueba, algo que demuestre mi valia.
Y un castigo.
Pero porque habria Dios de cargar a una joven con un castigo semejante, desde pequeña? Que habia hecho en su mas tierna infancia para merecer su enfermedad?
Bueno, es bastante sencillo. Existir.
Mi madre, segun me han contado, era una mujer de la calle. Una ramera, como quizas Cain diria con una sonrisa burlona, corrigiendo mi eufemismo.
Por supuesto, pecaba. Utilizaba su cuerpo como vehiculo de placer prohibido y se vendia como si Dios no le hubiese dado una dignidad por defender. No guardo ningun tipo de odio hacia ella, pero desearia que hubiese comprendido que todos podemos merecer el perdon.
Aun asi, hizo lo mejor que pudo hacer cuando me tuvo, y fue entregarme a Santa Maria de un modo furtivo, pero Nuestro Señor, posiblemente para limpiar su alma mediante la mia, provoco que mi cuerpo nunca fuera sano.
Como podria aceptar, pues, que Cain hiciera algo sobre este mandato?
Sin embargo, cuando se gira, yo alzo la vista, convencida de que va a saltarme con algun discurso acerca de la improtancia de la vida, del saber disfrutarla, de no preocuparse por el mas alla.
El conocido Carpe Diem de los latinos, otros paganos.
Y a pesar de que espero esa respuesta, me sorprnede con la que me otorga.
Mi rostro expresa sorpresa y desconcierto, sin saber como responder a sus palabras.
De entrada, pienso que no es posible.
Pero....pero despues....Quien sabe?
Al fin y al cabo, el primer encuentro fue toda una coincidencia, y yo salia de San Marcos, despues de orar. No deja de ser cierto que habia estado en la casa del Señor, y que al salir, Cain se encontrase tocando el violin como si fuera algo semi profetico.
Despues, esta noche, tambien ha sido una casualidad que se encontrada donde tenia que vermelas yo con un vampiro.
Y si efectivamente la muerte de ese vampiro fuera una prueba divina? Y si salvarle de ese ser fuera parte del cumplimiento de mi pena, y estos....experimentos una muestra de voluntad ante Dios?
Todo esto deberia hablarlo con el Abad, con un monje, o con cualquier sabio.
O con Mateo.
Pero no hay nadie aqui presente, solo yo, y Cain, esperando mi respuesta. Para mi desgracia o fortuna, me fio de el, y como tantas otras veces me repito, soy ingenua.
Quizas muy ingenua.....
Pero no tonta. Acepto la posibilidad, pero aun tengo mis dudas, y eso es lo que muestra mi rostro cuando lo elevo para mirarle.
Los caminos del señor son misteriosos....*
-....De que clase de experimentos estais hablando, señor Cain...?
Se que no podria haberle dicho nada mas, porque no puedo emprear otra cosa que la mas absoluta sinceridad, con quien sea. Ademas, mentir no se hacerlo.
No puedo permitir que utilice las malas artes para "curarme", y menos de algo que yo considero una prueba, algo que demuestre mi valia.
Y un castigo.
Pero porque habria Dios de cargar a una joven con un castigo semejante, desde pequeña? Que habia hecho en su mas tierna infancia para merecer su enfermedad?
Bueno, es bastante sencillo. Existir.
Mi madre, segun me han contado, era una mujer de la calle. Una ramera, como quizas Cain diria con una sonrisa burlona, corrigiendo mi eufemismo.
Por supuesto, pecaba. Utilizaba su cuerpo como vehiculo de placer prohibido y se vendia como si Dios no le hubiese dado una dignidad por defender. No guardo ningun tipo de odio hacia ella, pero desearia que hubiese comprendido que todos podemos merecer el perdon.
Aun asi, hizo lo mejor que pudo hacer cuando me tuvo, y fue entregarme a Santa Maria de un modo furtivo, pero Nuestro Señor, posiblemente para limpiar su alma mediante la mia, provoco que mi cuerpo nunca fuera sano.
Como podria aceptar, pues, que Cain hiciera algo sobre este mandato?
Sin embargo, cuando se gira, yo alzo la vista, convencida de que va a saltarme con algun discurso acerca de la improtancia de la vida, del saber disfrutarla, de no preocuparse por el mas alla.
El conocido Carpe Diem de los latinos, otros paganos.
Y a pesar de que espero esa respuesta, me sorprnede con la que me otorga.
Mi rostro expresa sorpresa y desconcierto, sin saber como responder a sus palabras.
De entrada, pienso que no es posible.
Pero....pero despues....Quien sabe?
Al fin y al cabo, el primer encuentro fue toda una coincidencia, y yo salia de San Marcos, despues de orar. No deja de ser cierto que habia estado en la casa del Señor, y que al salir, Cain se encontrase tocando el violin como si fuera algo semi profetico.
Despues, esta noche, tambien ha sido una casualidad que se encontrada donde tenia que vermelas yo con un vampiro.
Y si efectivamente la muerte de ese vampiro fuera una prueba divina? Y si salvarle de ese ser fuera parte del cumplimiento de mi pena, y estos....experimentos una muestra de voluntad ante Dios?
Todo esto deberia hablarlo con el Abad, con un monje, o con cualquier sabio.
O con Mateo.
Pero no hay nadie aqui presente, solo yo, y Cain, esperando mi respuesta. Para mi desgracia o fortuna, me fio de el, y como tantas otras veces me repito, soy ingenua.
Quizas muy ingenua.....
Pero no tonta. Acepto la posibilidad, pero aun tengo mis dudas, y eso es lo que muestra mi rostro cuando lo elevo para mirarle.
Los caminos del señor son misteriosos....*
-....De que clase de experimentos estais hablando, señor Cain...?
Adreanna Esposito- Cazavampiros
- Cantidad de envíos : 175
Fecha de inscripción : 08/10/2009
Re: Palazzo delle Morte
La clara mirada de Adreanna parece turbia un instante, mientras sus ojos parecen ver algo que no es él, si no un pasado remoto. Se pregunta qué será, con el gusano de la curiosidad recorriendo sus entrañas permanentemente. Recuerda las palabras que antes ha dicho Adrenna y que él ha dejado pasar sin prestar atención en un principio... "Esta enfermedad no es solo una prueba si no tambien un castigo" Otro clásico pensamiento cristiano. Un castigo, ¿por qué? Por sus palabras se deducía que Adreanna había vivido toda su vida bajo el seno de la Santa Madre Iglesia, ¿cómo iba a merecer castigo divino si siempre había estado a disposición del Señor?
Estas empezaban a usar sus mismas palabras, cayó de pronto al oir sus propios pensamientos y repensarlo. Esta idea hizo que soltase una pequeña risita inaudible que estaba complétamente fuera de lugar salvo que alguien conociera sus pensamientos, pero que no se había dado cuenta y no había podido evitar. Así que introdujo varias dosis de cinismo y sarcasmo en su pensamiento, en aquellas palabras tan santas que lo que hacían era condenar a las llamas a tantos "pecadores". ¿Y no había dicho su señor acaso que tirase la primera piedra el que estuviera libre de pecado? ¡Y ninguno lo estaba! Sorpresa, sorpresa. Pero qué bonito era vestirse con ropa de sacerdote y creer que tienes en tu mano la palabra y decisión divina.
Cuando volvió a la realidad de nuevo se eprcató de que la expresión de Adreanna era pensativo, algo pálida. Parecía que no había caido en la posibilidad que él había formulado. Cain sonrió, tratando de que la sonrisa no resultase amenazante ni nada similar, disfrutando del dilema de la chica, a la espera de su pregunta. Si ella quería intentarlo, ella que no su Dios, tomaría la licencia que le ofrecía, esa pequeña tierra de nadie donde podía errar sin considerarse culpable. Si, por el contrario, creía que merecía el castigo, si lo creía hasta las entrañas, lo rechazaría diciendo que Dios no puede usar como herramienta algo como aquello. Pero la supervivencia, aunque incosciente, es poderosa... Cain contaba con que fuera su aliada.
Aguardó con calma su respuesta, mirando la sala, repasando mentalmente qué debía hacerle a la joven para poder estudiar su enfermedad.
Cuandod e pronto ella responde y Cain vuelve la cabeza hacia ella.
-Dejadme vuestra mano, milady -pidió hacia una pequeña reverencia. Cogió la daga de nuevo. En sus gestos, que seguían siendo fluidos, se notaba su emoción, las ansias que causaba la curiosidad, ahora con permiso de actuar-. Apenas unas gotas de sangre, un par de cabellos y creo que no necesito mucho más para investigar un tiempo -"pruebas mágicas" de ella podía notarlas en sus manos o en el propio aire, pues todos al pasar por un lugar dejamos rastros de nuestra alma, de nuestro espíritu que acompaña a nuestro cuerpo-. No dolerá.
Una sonrisa se extiende por su rostro, radiante. Podría saciar su curiosidad porque... ¿qué le impulsaba a hacer aquello? Tal pregunta le detuvo. ¿POr qué? ..... No lo sabía. Intentó buscar una respuesta. Por curiosidad. Porque era un reto. ¿Era eso todo? Claro, ¿cómo iba a ser de otra forma? Cain frunció el ceño, confuso, tratando de ignorar aquella pregunta. Puro y simple interes académico, adecuadamente mezclado con un interes nacido de sus conversaciones. Pero era eso y nada más.
Estas empezaban a usar sus mismas palabras, cayó de pronto al oir sus propios pensamientos y repensarlo. Esta idea hizo que soltase una pequeña risita inaudible que estaba complétamente fuera de lugar salvo que alguien conociera sus pensamientos, pero que no se había dado cuenta y no había podido evitar. Así que introdujo varias dosis de cinismo y sarcasmo en su pensamiento, en aquellas palabras tan santas que lo que hacían era condenar a las llamas a tantos "pecadores". ¿Y no había dicho su señor acaso que tirase la primera piedra el que estuviera libre de pecado? ¡Y ninguno lo estaba! Sorpresa, sorpresa. Pero qué bonito era vestirse con ropa de sacerdote y creer que tienes en tu mano la palabra y decisión divina.
Cuando volvió a la realidad de nuevo se eprcató de que la expresión de Adreanna era pensativo, algo pálida. Parecía que no había caido en la posibilidad que él había formulado. Cain sonrió, tratando de que la sonrisa no resultase amenazante ni nada similar, disfrutando del dilema de la chica, a la espera de su pregunta. Si ella quería intentarlo, ella que no su Dios, tomaría la licencia que le ofrecía, esa pequeña tierra de nadie donde podía errar sin considerarse culpable. Si, por el contrario, creía que merecía el castigo, si lo creía hasta las entrañas, lo rechazaría diciendo que Dios no puede usar como herramienta algo como aquello. Pero la supervivencia, aunque incosciente, es poderosa... Cain contaba con que fuera su aliada.
Aguardó con calma su respuesta, mirando la sala, repasando mentalmente qué debía hacerle a la joven para poder estudiar su enfermedad.
Cuandod e pronto ella responde y Cain vuelve la cabeza hacia ella.
-Dejadme vuestra mano, milady -pidió hacia una pequeña reverencia. Cogió la daga de nuevo. En sus gestos, que seguían siendo fluidos, se notaba su emoción, las ansias que causaba la curiosidad, ahora con permiso de actuar-. Apenas unas gotas de sangre, un par de cabellos y creo que no necesito mucho más para investigar un tiempo -"pruebas mágicas" de ella podía notarlas en sus manos o en el propio aire, pues todos al pasar por un lugar dejamos rastros de nuestra alma, de nuestro espíritu que acompaña a nuestro cuerpo-. No dolerá.
Una sonrisa se extiende por su rostro, radiante. Podría saciar su curiosidad porque... ¿qué le impulsaba a hacer aquello? Tal pregunta le detuvo. ¿POr qué? ..... No lo sabía. Intentó buscar una respuesta. Por curiosidad. Porque era un reto. ¿Era eso todo? Claro, ¿cómo iba a ser de otra forma? Cain frunció el ceño, confuso, tratando de ignorar aquella pregunta. Puro y simple interes académico, adecuadamente mezclado con un interes nacido de sus conversaciones. Pero era eso y nada más.
Cain- Mundano
- Cantidad de envíos : 370
Fecha de inscripción : 07/10/2009
Localización : En el cementerio con una pala cantando bajo la luna.
Re: Palazzo delle Morte
*Tomar una decision no significa confiar en mi criterio completamnte, y no puedo evitar el leve temblor de mi mano cuando Cain la toma entre las suyas.
El ambiente me hace sentir muy incomoda, y ver a mi unico guia tan emocionado con el echo de hacerme Dios sabe que no hace precisamente que valore mucho los experimentos que se supone que quiere realizarme.
Pero algo que no suelo hacer es retractarme de mis decisiones, asi que no aparto la mano.
Y ademas, por un momento, por un diminuto pero terriblemente tentador momento, me he imaginado a mi misma sin los dolores agudos en el pecho, sin el cansancio continuado, sin el corazon latiendome a mi por hora cada vez que realizaba un esfuerzo.
Sin el temor de la Espada de Damocles sobre mi cabeza, recordandome cada mañana con el primer bostezo que quizas esa que estaba observando iba a ser la ultima.
Es muy tentadora la esperanza, pero se que no puedo dejarme arrastrar por ella ni un solo segundo mas, porque por muchos experimentos que realice Cain, tengo la secreta seguridad de que nada va a poder hacer. Nadie ha podido hasta ahora, y aunque él lograse aliviar mi dolencia durante un tiempo, la enfermedad seguiria con el mismo ritmo que ha mantenido toda mi existencia.
Alzo la vista, separandola de mi mano, cuando me explica lo que precisa*
-...Dos cabellos? Era para eso por lo que me los cogisteis el otro dia...? *suelto un refunfuño enfadado, aunque lo haga mas para aliviar mi propia tension* Ya veo que teniais planeado hacer esas pruebas que tanto deseais antes incluso de que yo os diese consentimiento alguno. Soys un arrogante.
*Me hago la ofendida, aunque es evidente pro mi tono de voz que no lo estoy realmente. Me da igual el motivo por el que cogiera mis pelos, lo unico que se, es que si algo malo me ocurriera, a mi o a mi mano, eliminaria esa cabellera negra de la cabeza de Cain mas rapido de lo que canta un rayo.
Asiento con la cabeza dando a entender que al dolor no es a lo que temo, sin importarme la pequeña herida que pudiera hacerme con esa daga.*
-Tengo curiosidad, señor Cain....Que vais a hacer exactamente con mi sangre y pelo? No me conteis nada que creais que no deba,no, mejor dicho, que no pueda saber, pero tened en cuenta que no solo a vos os corcome el interes.
El ambiente me hace sentir muy incomoda, y ver a mi unico guia tan emocionado con el echo de hacerme Dios sabe que no hace precisamente que valore mucho los experimentos que se supone que quiere realizarme.
Pero algo que no suelo hacer es retractarme de mis decisiones, asi que no aparto la mano.
Y ademas, por un momento, por un diminuto pero terriblemente tentador momento, me he imaginado a mi misma sin los dolores agudos en el pecho, sin el cansancio continuado, sin el corazon latiendome a mi por hora cada vez que realizaba un esfuerzo.
Sin el temor de la Espada de Damocles sobre mi cabeza, recordandome cada mañana con el primer bostezo que quizas esa que estaba observando iba a ser la ultima.
Es muy tentadora la esperanza, pero se que no puedo dejarme arrastrar por ella ni un solo segundo mas, porque por muchos experimentos que realice Cain, tengo la secreta seguridad de que nada va a poder hacer. Nadie ha podido hasta ahora, y aunque él lograse aliviar mi dolencia durante un tiempo, la enfermedad seguiria con el mismo ritmo que ha mantenido toda mi existencia.
Alzo la vista, separandola de mi mano, cuando me explica lo que precisa*
-...Dos cabellos? Era para eso por lo que me los cogisteis el otro dia...? *suelto un refunfuño enfadado, aunque lo haga mas para aliviar mi propia tension* Ya veo que teniais planeado hacer esas pruebas que tanto deseais antes incluso de que yo os diese consentimiento alguno. Soys un arrogante.
*Me hago la ofendida, aunque es evidente pro mi tono de voz que no lo estoy realmente. Me da igual el motivo por el que cogiera mis pelos, lo unico que se, es que si algo malo me ocurriera, a mi o a mi mano, eliminaria esa cabellera negra de la cabeza de Cain mas rapido de lo que canta un rayo.
Asiento con la cabeza dando a entender que al dolor no es a lo que temo, sin importarme la pequeña herida que pudiera hacerme con esa daga.*
-Tengo curiosidad, señor Cain....Que vais a hacer exactamente con mi sangre y pelo? No me conteis nada que creais que no deba,no, mejor dicho, que no pueda saber, pero tened en cuenta que no solo a vos os corcome el interes.
Adreanna Esposito- Cazavampiros
- Cantidad de envíos : 175
Fecha de inscripción : 08/10/2009
Re: Palazzo delle Morte
Decían los eruditos y los poetas que los ojos no son si no el espejo del alma. Cierto debía ser pues los ojos de Adreanna, claros y luminosos, llenos de aquella fuerza de voluntad y creencia que habitaba en su interior, le transmitían claramente lo que debía sentir. Las dudas de no estar segura qué ocurriría, la esperanza de que funcionase lo que quiera que él haría, las ganas de confiar en él que tenía a pesar de estar condenado, y el miedo... el miedo a soñar, a tener esa esperanza que se ha permitido unos isntantes. Lo conocía bien. Es el miedo de que te quiten algo preciado, solo que ella aún no lo tiene así que es el miedo de creer tenerlo y que luego se lo quitasen.
Como el sediento al que le quitan el agua. El agua era su cura.
Deseaba encontrarla de verdad.
Nuevamente aquella idea. Frunció el ceño y sacudió la cabeza. Necesitaba estar despejado y centrado en la tarea. No era muy costoso y había hecho cosas similares antes, pero aquella vez tenía delante de si a una joven inocente que no sabía nada de todo aquello. Dispuesta a soñar.
¿Le quitaría el sus sueños? Se los había dado. Aunque no quisiera.
-En realidad en aquel momento no tenía planeado nada de esto -admitió con sinceridad, limpiando la punta de la daga-. Luego me ha venido bien, pero en aquel momento solo quería un recuerdo vuestro -sonrió candidamente, aunque en su sonrisa siempre había algo desconocido y extraño, un reflejo de si mismo-. Arrogante... deberían dolerme vuestras palabras pero dichas por vos creo que debería considerarlas pues vendrán dichas pro Dios, ¿no? Sois su emisaria. Arrogante soy pues, tendréis que tolerarme -añadió sonriendo.
La daga estaba lista desde el principio. ¿Para qué alargarlo más? Hizo extender a la joven los dedos, maravillandose ante lo trémulos que se antojaban. la tomó del índice, obligandola a exponer la yema a la mordedura de la daga de plata que arañó y quebró su piel haciendo brotar la vida de todos, humanos y vampiros. Unas gotas cayeron sobre el metal y él susurró una palabra para que se conservara fresca la sangre, al menos por un tiempo. Con un pañuelo que sacó de un bolsillo limpió la diminuta herida y borró los rastros de sangre que había, para que Adreanna viera que no era nada.
Se vovlió y cogió un pequeño tubo de cristal para arrojar dentro las gotas de sangre, en una disolución clara y transparente como el agua. Tejió otro hechizo en voz baja. Las palabras en latin se perdían en sus labios como un rezo o un salmo, pero diferente a los que podían hallarse en la Biblia. En teoría aquel hechizo le haría saber si en la sangre habría algo fuera de lo común. Esperaba encontrar ahí la solución a la enfermedad de la joven, por muy iluso que sonase. Y dos de los cabellos del mechón robado estaban siendo sometidos a un encantamiento similar.
Se volvió hacia ella.
-No ha sido para tanto, ¿verdad? Creo que ahora yo os debía algo que deseabáis cobraros, ¿no es así? -preguntó con una sonrisita, ocultando tras su caracter dicharachero los nervios que realmente sentía en el fondo. Tonterías y nada más.
Como el sediento al que le quitan el agua. El agua era su cura.
Deseaba encontrarla de verdad.
Nuevamente aquella idea. Frunció el ceño y sacudió la cabeza. Necesitaba estar despejado y centrado en la tarea. No era muy costoso y había hecho cosas similares antes, pero aquella vez tenía delante de si a una joven inocente que no sabía nada de todo aquello. Dispuesta a soñar.
¿Le quitaría el sus sueños? Se los había dado. Aunque no quisiera.
-En realidad en aquel momento no tenía planeado nada de esto -admitió con sinceridad, limpiando la punta de la daga-. Luego me ha venido bien, pero en aquel momento solo quería un recuerdo vuestro -sonrió candidamente, aunque en su sonrisa siempre había algo desconocido y extraño, un reflejo de si mismo-. Arrogante... deberían dolerme vuestras palabras pero dichas por vos creo que debería considerarlas pues vendrán dichas pro Dios, ¿no? Sois su emisaria. Arrogante soy pues, tendréis que tolerarme -añadió sonriendo.
La daga estaba lista desde el principio. ¿Para qué alargarlo más? Hizo extender a la joven los dedos, maravillandose ante lo trémulos que se antojaban. la tomó del índice, obligandola a exponer la yema a la mordedura de la daga de plata que arañó y quebró su piel haciendo brotar la vida de todos, humanos y vampiros. Unas gotas cayeron sobre el metal y él susurró una palabra para que se conservara fresca la sangre, al menos por un tiempo. Con un pañuelo que sacó de un bolsillo limpió la diminuta herida y borró los rastros de sangre que había, para que Adreanna viera que no era nada.
Se vovlió y cogió un pequeño tubo de cristal para arrojar dentro las gotas de sangre, en una disolución clara y transparente como el agua. Tejió otro hechizo en voz baja. Las palabras en latin se perdían en sus labios como un rezo o un salmo, pero diferente a los que podían hallarse en la Biblia. En teoría aquel hechizo le haría saber si en la sangre habría algo fuera de lo común. Esperaba encontrar ahí la solución a la enfermedad de la joven, por muy iluso que sonase. Y dos de los cabellos del mechón robado estaban siendo sometidos a un encantamiento similar.
Se volvió hacia ella.
-No ha sido para tanto, ¿verdad? Creo que ahora yo os debía algo que deseabáis cobraros, ¿no es así? -preguntó con una sonrisita, ocultando tras su caracter dicharachero los nervios que realmente sentía en el fondo. Tonterías y nada más.
Cain- Mundano
- Cantidad de envíos : 370
Fecha de inscripción : 07/10/2009
Localización : En el cementerio con una pala cantando bajo la luna.
Re: Palazzo delle Morte
-Arrogante me veria yo si pensara que Dios me tiene como a su emisaria, señor Cain....Veo que seguis tomando poca consideracion las Santas Escrituras, y tengo la sensacion de que por muy concentrado que querais estar, no podeis evitar utilizar vuestro mordaz humor....
*Suelto un suspiro de finjida exasperacion, aunque, como siempre, me sale de un modo tan teatral que es imposible pensar que realmente lo sienta.
Mantengo mi mano bastante firme, auqnue el temblor no haya desaparecido del todo. La verdad es que una vez acostumbrada, el sentido del humor de Cain podia llegar a ser hasta entretenido, si se pasaban por alto los sacrilegios, puesto que de cinco palabras, tres eran blasfemias.....aproximadamente.
Pero alavaba en cierto modo su capacidad para tomarse todas las cosas con esa alegria cinica de los que nada puede afectarles. Primero, porque aunque yo se que la objetividad no es algo que yo apruebe o pueda tener, solo con ella pueden hacerse juicios verdaderamente razonados, aunque en el caso de Cain, quizas demasiado razonados.
Segundo, porque considero que el unico modo de poder afrontar cualqueir cosa, a pesar de que personalmente muchas veces no sea capaz, es utilizando el sentido del humor, aunque sea acido y negro. Mateo intentaba transmitirme esa idea cuando era pequeña, pero tiendo a ser pesimista en muchas situaciones y las bromas nunca se me han dado bien porque no soy facil de palabra.
Realmente, una vez te acostumbras, puede incluso ser agradable tener sus comentarios siempre presentes, como una seguridad establecida.
Mientras hunde la punta de la daga y siento un leve pinchazo se me antoja el recuerdo de los colmillos del despreciable vampiro que me rompio la muñeca en el cementerio, puesto que tambien realizo una pequeña herida.
Prefiero distraerme del tema con celeridad*
-Un recuerdo? No os hubiese sido mas sencillo tenerme en vuestra cabeza simplemente? Ahora os exponeis a que os deje calvo en pago de intereses...
*Observo sus gestos, sujetando el pañuelo para borrar los ultimos rastros de sangre de mi dedo mientras me fijo en todo lo que hace con las gotas de mi sangre. La herida no me ha molestado, un leve corte como los que cualquiera puede hacerse habitualmente, pero siempre me sorprendera la vision de mi sangre, ignoro porque.
Quizas porque temo tanto que un vampiro pueda robarmela que verla extraida de mi cuerpo se me antoja antinatural.*
-No, teneis razon. Quizas le estaba dando demasiada importancia a toda la.....decoracion.....Pero reconoced que tenia mis razones para sentirme intimidada aqui....*dejo el pañuelo levemente manchado encima de una mesa. Me levanto, tomando la daga con la que antes me ha cortado y sujeto un pequeño mechon de pelo, cortando algo mas de lo que debio quedarse el de mi* Bien, señor Cain. Puede considerarse que estamos en paz.....
*Suelto un suspiro de finjida exasperacion, aunque, como siempre, me sale de un modo tan teatral que es imposible pensar que realmente lo sienta.
Mantengo mi mano bastante firme, auqnue el temblor no haya desaparecido del todo. La verdad es que una vez acostumbrada, el sentido del humor de Cain podia llegar a ser hasta entretenido, si se pasaban por alto los sacrilegios, puesto que de cinco palabras, tres eran blasfemias.....aproximadamente.
Pero alavaba en cierto modo su capacidad para tomarse todas las cosas con esa alegria cinica de los que nada puede afectarles. Primero, porque aunque yo se que la objetividad no es algo que yo apruebe o pueda tener, solo con ella pueden hacerse juicios verdaderamente razonados, aunque en el caso de Cain, quizas demasiado razonados.
Segundo, porque considero que el unico modo de poder afrontar cualqueir cosa, a pesar de que personalmente muchas veces no sea capaz, es utilizando el sentido del humor, aunque sea acido y negro. Mateo intentaba transmitirme esa idea cuando era pequeña, pero tiendo a ser pesimista en muchas situaciones y las bromas nunca se me han dado bien porque no soy facil de palabra.
Realmente, una vez te acostumbras, puede incluso ser agradable tener sus comentarios siempre presentes, como una seguridad establecida.
Mientras hunde la punta de la daga y siento un leve pinchazo se me antoja el recuerdo de los colmillos del despreciable vampiro que me rompio la muñeca en el cementerio, puesto que tambien realizo una pequeña herida.
Prefiero distraerme del tema con celeridad*
-Un recuerdo? No os hubiese sido mas sencillo tenerme en vuestra cabeza simplemente? Ahora os exponeis a que os deje calvo en pago de intereses...
*Observo sus gestos, sujetando el pañuelo para borrar los ultimos rastros de sangre de mi dedo mientras me fijo en todo lo que hace con las gotas de mi sangre. La herida no me ha molestado, un leve corte como los que cualquiera puede hacerse habitualmente, pero siempre me sorprendera la vision de mi sangre, ignoro porque.
Quizas porque temo tanto que un vampiro pueda robarmela que verla extraida de mi cuerpo se me antoja antinatural.*
-No, teneis razon. Quizas le estaba dando demasiada importancia a toda la.....decoracion.....Pero reconoced que tenia mis razones para sentirme intimidada aqui....*dejo el pañuelo levemente manchado encima de una mesa. Me levanto, tomando la daga con la que antes me ha cortado y sujeto un pequeño mechon de pelo, cortando algo mas de lo que debio quedarse el de mi* Bien, señor Cain. Puede considerarse que estamos en paz.....
Adreanna Esposito- Cazavampiros
- Cantidad de envíos : 175
Fecha de inscripción : 08/10/2009
Re: Palazzo delle Morte
Adreanna debería sentirse orgullosa de si misma. Luchaba contra demonios encarnados, seguía los mandatos de un dios equivocado, defendía sus ideales y pensamientos... se mantenía fija en como era, por muy erroneos que fueran algunos de sus pilares. Aún así era digno de elogió y aquella risa que pretendía expresar desgarado o molestia fracasa pues, aunque en parte lo transmite, transmite mucho más: un buen caracter, que la situación no la desgrada.
A veces ser incapaz de mentir era un don aunque pocos lo vieran.
En cierto modo aquella risa es un seguro de que aquello no había salido tan mal, de que ella seguía confiando en él ciega y estúpidamente... No pensaba traicionarla, no entraba en sus planes, ni atentar contra ella pero sabía que confiar en él y gente como él era un error, que si los suyos sabían que se codeaba con un nigromante la replicarían.
¿Se habría dado ella cuenta de ante quien estaba? ¿Con quién bromeaba? Mago, ese conocimiento seguro que lo tenía por lo ocurrido allí y en las ruinas. Oscuro, sin duda alguna, faltaría más tras todas las pruebas que no había tratado de ocutar pues sabía que sería inútil y negativo para él. Pero... ¿Las palabras Loto Negro se habrían formado en su mente? La hermandad de dios Durmiente, la oscuridad contra la que luchaban todas las ordenes de Venecia, lo único capaz de uir a Stregas, Rosacruces y Centinelas. ¿O no sabía siquiera de la existencia de la orden?
Le gustaría contarselo pero sabe que eso sería ponerla en un compromiso, por lo que guarda silencio y sonrie. Cuando menos supiera, mejor. Ya había visto demasiado y contaba con que su amistad fuera suficiente para que no diejra nada a sus superiores de sus libros y sus estudios.
-Vos no os habéis autocalificado de emisaria divina, lo he hecho yo, en caso de que exista vuestro Dios claro. Así que vos no sois la culpable ni la arrogante -le dice para evitar que pensase lo contrario.
Deja que ella se acerque a él y tome los mechones de su pelo, lacio y oscuro, entre sus dedos. Se queda quieto para que ella pudiera usar la misma daga de antes para cortarle unos cabellos. A veces sentía lo real que era el mundo y ese era unod e sus momentos. La daga no tocaba a Adreanna pese a estar en sus manos. Tocaba su cuerpo pero su alma, su mente, lo que movía el cuchillo estaba lejano... ¿cómo estar seguro de que no cometería un error? Su propio cabello, no lo sentía, solo notaba su peso en los hombros , pero no notaba los cabellos en si.
Se arañó la mano para salir del trance, sintiendo que aquello si era real. carne contra carne. Una pequeña herid,a un rasguño apenas que no iba a sangrar. De sus labios escapó un suspiro y una sonrisa.
-Vuestro pelo es físico, mientras la memoria es frágil y podría romperse -responde él volviendose. Pudo evr los mechones en la mano de Adreanna y sonrió de nuevo-. Vos deberíais responder también, pues al igual que yo me robáis una parte de mi. ¿Veis lo que yo veo? No es alma, pero es lo más cercano que alguien puede tener de otro alguien -eran palabras extrañas, más allá de aquello simplemente-. Lo dicho, un recuerdo. De eso se compone nuestra vida.
Miró a su alrededor. El reloj de arena sobre la mesa indicaba la hora para quien supiera cuándo había sido puesto en marcha. Cain sabía pues que el amanecer llegaría en apenas un par de horas, poco más o poco menos y volvió a mirar a Adreanna.
A veces ser incapaz de mentir era un don aunque pocos lo vieran.
En cierto modo aquella risa es un seguro de que aquello no había salido tan mal, de que ella seguía confiando en él ciega y estúpidamente... No pensaba traicionarla, no entraba en sus planes, ni atentar contra ella pero sabía que confiar en él y gente como él era un error, que si los suyos sabían que se codeaba con un nigromante la replicarían.
¿Se habría dado ella cuenta de ante quien estaba? ¿Con quién bromeaba? Mago, ese conocimiento seguro que lo tenía por lo ocurrido allí y en las ruinas. Oscuro, sin duda alguna, faltaría más tras todas las pruebas que no había tratado de ocutar pues sabía que sería inútil y negativo para él. Pero... ¿Las palabras Loto Negro se habrían formado en su mente? La hermandad de dios Durmiente, la oscuridad contra la que luchaban todas las ordenes de Venecia, lo único capaz de uir a Stregas, Rosacruces y Centinelas. ¿O no sabía siquiera de la existencia de la orden?
Le gustaría contarselo pero sabe que eso sería ponerla en un compromiso, por lo que guarda silencio y sonrie. Cuando menos supiera, mejor. Ya había visto demasiado y contaba con que su amistad fuera suficiente para que no diejra nada a sus superiores de sus libros y sus estudios.
-Vos no os habéis autocalificado de emisaria divina, lo he hecho yo, en caso de que exista vuestro Dios claro. Así que vos no sois la culpable ni la arrogante -le dice para evitar que pensase lo contrario.
Deja que ella se acerque a él y tome los mechones de su pelo, lacio y oscuro, entre sus dedos. Se queda quieto para que ella pudiera usar la misma daga de antes para cortarle unos cabellos. A veces sentía lo real que era el mundo y ese era unod e sus momentos. La daga no tocaba a Adreanna pese a estar en sus manos. Tocaba su cuerpo pero su alma, su mente, lo que movía el cuchillo estaba lejano... ¿cómo estar seguro de que no cometería un error? Su propio cabello, no lo sentía, solo notaba su peso en los hombros , pero no notaba los cabellos en si.
Se arañó la mano para salir del trance, sintiendo que aquello si era real. carne contra carne. Una pequeña herid,a un rasguño apenas que no iba a sangrar. De sus labios escapó un suspiro y una sonrisa.
-Vuestro pelo es físico, mientras la memoria es frágil y podría romperse -responde él volviendose. Pudo evr los mechones en la mano de Adreanna y sonrió de nuevo-. Vos deberíais responder también, pues al igual que yo me robáis una parte de mi. ¿Veis lo que yo veo? No es alma, pero es lo más cercano que alguien puede tener de otro alguien -eran palabras extrañas, más allá de aquello simplemente-. Lo dicho, un recuerdo. De eso se compone nuestra vida.
Miró a su alrededor. El reloj de arena sobre la mesa indicaba la hora para quien supiera cuándo había sido puesto en marcha. Cain sabía pues que el amanecer llegaría en apenas un par de horas, poco más o poco menos y volvió a mirar a Adreanna.
Cain- Mundano
- Cantidad de envíos : 370
Fecha de inscripción : 07/10/2009
Localización : En el cementerio con una pala cantando bajo la luna.
Re: Palazzo delle Morte
*Pongo los ojos en blanco ante su comentario, pero se que intentar contrarestarle es inutil debido a mi falta de poder oratorio, asi que lo dejo pasar.
Enrollo con cuidado el mechon de pelo que he cogido, dandome cuenta de que no tengo ni idea de lo que voy a hacer con ellos.
A diferencia de Cain, yo no se ni tengo la intencion de utilizarlos para ningun ritual magico, pero comprendo lo que dice en tanto en cuanto un recuerdo fisico es mucho mejor que una simple imagen mental. Los recuerdos se difuminan, desaparecen, se diluyen en el tiempo hasta que solo son sombras y los rostros pierden todo el sentido. Precisamente para no olvidar el rostro de mi mentor, yo conservo un dibujo hecho a carbonzillo que el tenia, posiblemente porque algun artista se lo regalo, aun no se porque.
Pero lo conservo con gran estima, porque me permite tener algo que sentir, tocar y ver cuando pienso en el, y no solo tengo en mi mente los vestigios de los buenos y malos momentos que pude haber pasado con el.
Asi que, cogiendo con cuidado un hilo de mi deshilachado vestido, ato con suma delicadeza el mechon hasta que lo tengo firmemente recogido, guardandomelo despues dentro de un pañuelo que coloco cuidadosamente en un bolsillo.
Le miro con una sonrisa a caballo entre la diversion y la curiosidad inquieta, observando lo que parece ser su experimento, aunque para mi tiene tanta logica como el chino antiguo de la isla de Fumanchú.*
-Yo no os robo nada, señor Cain, lo tomo como pago por los servicios prestados.....Pero teneis razon. Cuando Dios me pida volver a la tierra y ser polvo del polvo, lo unico que quedara aqui en la tierra seran los recuerdos que haya compartido.
*Me paso una mano por el dedo, notando como el corte ya se ha cerrado. Me separo un poco de la mesa, volviendo a los libros y fijandome en el que me parece más inocente y menos pecaminoso.
Miro las primeras paginas de lo que parece ser un tratado de plantas, y aunque sepa leer y escribir latin, no comprendo demasiado lo que dicen.
Me limito entonces a fijarme en los dibujos que salen, sin leer ni prestar atencion a los teoricos hechizos que pueda haber o no. Me quedo mirando el boceto en blanco y negro de lo que parecen ser unas retamas, y esta tan bien hecho que casi puedo sentir el color amarillo en los petalos que ahora son blancos*
-...Me gustaria que en mi tumba pusieran flores. Que no pudiera haber nadie que venga a dejarlas me entristece un poco....Siempre he pensado que los muertos, aunque sus almas se encuentren en un lugar mas placido, agradecen que los vivos les demostremos un afecto ya pasado. Por eso me gusta dejar flores en las tumbas de quienes he querido, y me gustaria que alguien las dejara para mi.
*No se porque he tenido ese pensamiento, pero me gustan las flores y no puedo dejar de pensar que la ultima vez que fui a visitar la tumba de Mateo tuve que irme a toda prisa, debido al muy despreciable vampiro anciano.
Se me ocurre una idea de golpe, como un rayo extraño que quizas Dios me haya enviado. Me quedo mirando al infinito mientras pienso en dicha idea....*
Enrollo con cuidado el mechon de pelo que he cogido, dandome cuenta de que no tengo ni idea de lo que voy a hacer con ellos.
A diferencia de Cain, yo no se ni tengo la intencion de utilizarlos para ningun ritual magico, pero comprendo lo que dice en tanto en cuanto un recuerdo fisico es mucho mejor que una simple imagen mental. Los recuerdos se difuminan, desaparecen, se diluyen en el tiempo hasta que solo son sombras y los rostros pierden todo el sentido. Precisamente para no olvidar el rostro de mi mentor, yo conservo un dibujo hecho a carbonzillo que el tenia, posiblemente porque algun artista se lo regalo, aun no se porque.
Pero lo conservo con gran estima, porque me permite tener algo que sentir, tocar y ver cuando pienso en el, y no solo tengo en mi mente los vestigios de los buenos y malos momentos que pude haber pasado con el.
Asi que, cogiendo con cuidado un hilo de mi deshilachado vestido, ato con suma delicadeza el mechon hasta que lo tengo firmemente recogido, guardandomelo despues dentro de un pañuelo que coloco cuidadosamente en un bolsillo.
Le miro con una sonrisa a caballo entre la diversion y la curiosidad inquieta, observando lo que parece ser su experimento, aunque para mi tiene tanta logica como el chino antiguo de la isla de Fumanchú.*
-Yo no os robo nada, señor Cain, lo tomo como pago por los servicios prestados.....Pero teneis razon. Cuando Dios me pida volver a la tierra y ser polvo del polvo, lo unico que quedara aqui en la tierra seran los recuerdos que haya compartido.
*Me paso una mano por el dedo, notando como el corte ya se ha cerrado. Me separo un poco de la mesa, volviendo a los libros y fijandome en el que me parece más inocente y menos pecaminoso.
Miro las primeras paginas de lo que parece ser un tratado de plantas, y aunque sepa leer y escribir latin, no comprendo demasiado lo que dicen.
Me limito entonces a fijarme en los dibujos que salen, sin leer ni prestar atencion a los teoricos hechizos que pueda haber o no. Me quedo mirando el boceto en blanco y negro de lo que parecen ser unas retamas, y esta tan bien hecho que casi puedo sentir el color amarillo en los petalos que ahora son blancos*
-...Me gustaria que en mi tumba pusieran flores. Que no pudiera haber nadie que venga a dejarlas me entristece un poco....Siempre he pensado que los muertos, aunque sus almas se encuentren en un lugar mas placido, agradecen que los vivos les demostremos un afecto ya pasado. Por eso me gusta dejar flores en las tumbas de quienes he querido, y me gustaria que alguien las dejara para mi.
*No se porque he tenido ese pensamiento, pero me gustan las flores y no puedo dejar de pensar que la ultima vez que fui a visitar la tumba de Mateo tuve que irme a toda prisa, debido al muy despreciable vampiro anciano.
Se me ocurre una idea de golpe, como un rayo extraño que quizas Dios me haya enviado. Me quedo mirando al infinito mientras pienso en dicha idea....*
Adreanna Esposito- Cazavampiros
- Cantidad de envíos : 175
Fecha de inscripción : 08/10/2009
Re: Palazzo delle Morte
La joven arranca un hilo de su vestido, sin que se note apenas el apaño, para atar los cabellos. Él podría haberle dado un cordel como el que ataba los de ella, pero dejó que lo hiciera a su modo. Se le antojó una imagen hermosa y delicada ver como ella cortaba el hilo con los dedos y vigilaba de que no se le escapara ninguno de los cabellos negros. ¿Sería suficiente como para que su aura se marcase activamente en ellos, para que alguno de los superiores de Adreanna reconociera la energía a la cual habían pertenecido? Esperaba que no.
-Y yo os lo entrego gustoso -respondió con un falso intento de reverencia, muy acorde al estilo suyo. La capa hondeo un momento al hacer aquel gesto. Bajo la capa negra llevaba solo una camisa y los pantalones. Se había quitado al llegar uno de los cinturones, en el cual iban atados los saquitos con ingredientes para hechizos de emergencia, polvos de metales y piedras, hierbas secas, y similares.
Mejor prevenir que curar y como había comprobado con el vampiro aquella noche, siempre era bueno llevar algo de magia de emergencia encima. Aunque los hechizos poderosos requieran de circulos y una sala como aquella.
Puede apreciar como el tono de Adreanna se debilita al terminar la frase. Ella debía pensar en la muerte a menudo, por su enfermedad... ¿o lo consideraba tema tabu? Matando vampiros dificilmente, juzgó él.
La siguió con la mirada cuando ella se apartó de él y se aproximó a la estantería de libros, decantándose por uno de los manuales para identificar hierbas y los hechizos menores que podían hacerse con ellas. Era de color evrde y tenía una hoja seca pegada en la portada. A lo largo de todo el libro, Cain podía recrear en su mente vívidamente cada página estudiada, había hermosas ilustraciones y las palabras estaban hechas con letra pulcra y pequeña, ahorrando espacio.
Él no se reprimió y se aproximó también. Sus ojos negros pasearon por los lomos, leyendo los titulos y acariciando las cubiertas de algunos de los libros, pensando, recordando cuando estudiaba. No eran malos tiempos. Aunque la edad le había dado poder y sabiduría y ahora era más libre.
Sus ojos recayeron en Adreanna cuando dijo aquello. Parecía que sí el había afectado, ¿la habría deprimido? ¿Por qué entonces iba a hablar de ello ahora? Aunque su voz no sonaba atormentada, si no simple y llana, como un cristal. Un mero deseo. ¿Tan solo se sentía?
Sabía que no le agradaría por lo que acalló el impulso de acariciarle los cabellos o abrazarla.
-Seguro que aún queda mucho para ese momento, y para entonces tendrás quien lleve flores a tu tumba -aseguró él. Podría haberse comprometido a llevarlas él pero no solía llevar flores al cementerio. Quizá porque nadie importante para él había muerto y se le hacía innecesario por tanto. Cuando iba allí era para cantar, pensar o... Recordó que pronto necesitaría conseguir algo. Una sonrisa de emoción afloró a sus labios. Sí. A ver si la noche siguiente que había poca luna podía ir.
Recordó a Adreanna y volvió a la realidad.
-No os entristezcais pensando en ello -le aconsejó con algo de dulzura en la voz.
-Y yo os lo entrego gustoso -respondió con un falso intento de reverencia, muy acorde al estilo suyo. La capa hondeo un momento al hacer aquel gesto. Bajo la capa negra llevaba solo una camisa y los pantalones. Se había quitado al llegar uno de los cinturones, en el cual iban atados los saquitos con ingredientes para hechizos de emergencia, polvos de metales y piedras, hierbas secas, y similares.
Mejor prevenir que curar y como había comprobado con el vampiro aquella noche, siempre era bueno llevar algo de magia de emergencia encima. Aunque los hechizos poderosos requieran de circulos y una sala como aquella.
Puede apreciar como el tono de Adreanna se debilita al terminar la frase. Ella debía pensar en la muerte a menudo, por su enfermedad... ¿o lo consideraba tema tabu? Matando vampiros dificilmente, juzgó él.
La siguió con la mirada cuando ella se apartó de él y se aproximó a la estantería de libros, decantándose por uno de los manuales para identificar hierbas y los hechizos menores que podían hacerse con ellas. Era de color evrde y tenía una hoja seca pegada en la portada. A lo largo de todo el libro, Cain podía recrear en su mente vívidamente cada página estudiada, había hermosas ilustraciones y las palabras estaban hechas con letra pulcra y pequeña, ahorrando espacio.
Él no se reprimió y se aproximó también. Sus ojos negros pasearon por los lomos, leyendo los titulos y acariciando las cubiertas de algunos de los libros, pensando, recordando cuando estudiaba. No eran malos tiempos. Aunque la edad le había dado poder y sabiduría y ahora era más libre.
Sus ojos recayeron en Adreanna cuando dijo aquello. Parecía que sí el había afectado, ¿la habría deprimido? ¿Por qué entonces iba a hablar de ello ahora? Aunque su voz no sonaba atormentada, si no simple y llana, como un cristal. Un mero deseo. ¿Tan solo se sentía?
Sabía que no le agradaría por lo que acalló el impulso de acariciarle los cabellos o abrazarla.
-Seguro que aún queda mucho para ese momento, y para entonces tendrás quien lleve flores a tu tumba -aseguró él. Podría haberse comprometido a llevarlas él pero no solía llevar flores al cementerio. Quizá porque nadie importante para él había muerto y se le hacía innecesario por tanto. Cuando iba allí era para cantar, pensar o... Recordó que pronto necesitaría conseguir algo. Una sonrisa de emoción afloró a sus labios. Sí. A ver si la noche siguiente que había poca luna podía ir.
Recordó a Adreanna y volvió a la realidad.
-No os entristezcais pensando en ello -le aconsejó con algo de dulzura en la voz.
Cain- Mundano
- Cantidad de envíos : 370
Fecha de inscripción : 07/10/2009
Localización : En el cementerio con una pala cantando bajo la luna.
Re: Palazzo delle Morte
-No...No os preocupeis, tengo mi conciencia tranquila. La muerte es algo que me persigue a mi un poco mas rapido que a los demas, pero sabiendo que esta vida es solo un valle de lagrimas a la espera de el premio celestial, no me entristece pensar en la muerte. *le dedico una sonrisa sincera* Pero me entristecera dejar a los que se quedan a mis espaldas.
*Me quedo pensativa de nuevo tras ese comentario, dejando el libro cuidadosamente en su sitio, como si temiera que fuera a desintegrarse si lo colocaba demasiado deprisa, como tampoco era extraño que sucediera.
No soy una gran estudiosa, y aunque me gusta el ejercicio de la lectura, nunca ha tenido otra finalidad que la practica. Por esa razon siempre unire los libros a mi aprendizaje y me traeran recuerdos de esos momentos.
Pero ahora hay algo mucho mas urgente que lleva dandome vueltas por la cabeza durante unos minutos, sin saber como plantearlo en voz alta, o lo que es mas improtante, sin saber como pedirle el favor a Cain.
Si, cierto es que teoricamente podria hacerlo, pero nunca he sido dada a pedir nada, y despues de tantos años recordandome a mi misma que es mucho mejor dar que recibir, pedir el mas simple de los favores a veces se me antoja dificil, por ridicula que parezca esa idea.
Acaricio en un ultimo gesto el lomo del libro y me giro con un poco de resolucion hacia Cain, dandome cuenta de que se ha acercado sin que yo reparara en ello*
-Señor Cain....Se que posiblemente este abusando de vuestra hospitalidad, puesto que habeis querido ayudarme desinteresadamente en tanto en cuanto a mi enfermedad, pero......Quisiera pediros un favor. Comprendere si es algo imposible, pero quisiera pediroslo por si surge la posibilidad....
*Me estoy andando por las ramas y no soy capaz de ir al grano de una vez.
Suspiro y distraidamente toqueteo la cruz que llevo en el cuello, como suelo hacer cuando esoy nerviosa o preocupada por algo, y sin quererlo, mis dedos rozan unos instantes la leve herida que el vampiro me realizo en el cementerio. Al sentir la pequeña y casi minuscula hendidura mi ceño se frunce levemente y mi humor se turba, ensombreciendose unos instantes antes de volver a la normalidad para mirar de nuevo a Cain*
-Pareceis poseer informacion de la que ni yo ni los de mi orden podemos echar mano. Y precisaria que me dierais todo lo que sabeis sobre un personaje al que necesito conocer......Puesto que es mi deber planear su destruccion. Si encontrarais algo que pudiera ayudarme a conocer mejor a ese vampiro, os estaria en deuda el resto de mis dias, Señor Cain...
*Me quedo pensativa de nuevo tras ese comentario, dejando el libro cuidadosamente en su sitio, como si temiera que fuera a desintegrarse si lo colocaba demasiado deprisa, como tampoco era extraño que sucediera.
No soy una gran estudiosa, y aunque me gusta el ejercicio de la lectura, nunca ha tenido otra finalidad que la practica. Por esa razon siempre unire los libros a mi aprendizaje y me traeran recuerdos de esos momentos.
Pero ahora hay algo mucho mas urgente que lleva dandome vueltas por la cabeza durante unos minutos, sin saber como plantearlo en voz alta, o lo que es mas improtante, sin saber como pedirle el favor a Cain.
Si, cierto es que teoricamente podria hacerlo, pero nunca he sido dada a pedir nada, y despues de tantos años recordandome a mi misma que es mucho mejor dar que recibir, pedir el mas simple de los favores a veces se me antoja dificil, por ridicula que parezca esa idea.
Acaricio en un ultimo gesto el lomo del libro y me giro con un poco de resolucion hacia Cain, dandome cuenta de que se ha acercado sin que yo reparara en ello*
-Señor Cain....Se que posiblemente este abusando de vuestra hospitalidad, puesto que habeis querido ayudarme desinteresadamente en tanto en cuanto a mi enfermedad, pero......Quisiera pediros un favor. Comprendere si es algo imposible, pero quisiera pediroslo por si surge la posibilidad....
*Me estoy andando por las ramas y no soy capaz de ir al grano de una vez.
Suspiro y distraidamente toqueteo la cruz que llevo en el cuello, como suelo hacer cuando esoy nerviosa o preocupada por algo, y sin quererlo, mis dedos rozan unos instantes la leve herida que el vampiro me realizo en el cementerio. Al sentir la pequeña y casi minuscula hendidura mi ceño se frunce levemente y mi humor se turba, ensombreciendose unos instantes antes de volver a la normalidad para mirar de nuevo a Cain*
-Pareceis poseer informacion de la que ni yo ni los de mi orden podemos echar mano. Y precisaria que me dierais todo lo que sabeis sobre un personaje al que necesito conocer......Puesto que es mi deber planear su destruccion. Si encontrarais algo que pudiera ayudarme a conocer mejor a ese vampiro, os estaria en deuda el resto de mis dias, Señor Cain...
Adreanna Esposito- Cazavampiros
- Cantidad de envíos : 175
Fecha de inscripción : 08/10/2009
Re: Palazzo delle Morte
Ella dice que no se preocupe pero el ser humano era complicado, las almas eran complicadas y su tarea solía ser desentrañar sus misterios, para corromperlas, cierto, pero eso implicaba conocer las almas de los demás, saber qué intentan decir con sutilezas, cómo actuar y qué cuerda pulsar, como si fuera un violín, para obtener la reacción deseada. Adreanna le parecía sincera. Tenía asumida su futura muerte como voluntad divina. ¿Tan dificil era asumir aquella enfermedad que debía recurrir a eso? Despertaba la parte piadosa de su alma.
Una parte que la mayoría de miembros del Loto aniquilaban y asesinaban al poco de llegar, gente como Zarek... él no. Él consideraba que daba igual como fuera su alma con respecto a su magia. Era oscura, sin duda, desde antes de llegar al palazzo, pero no creía que debiera modificarla. Y para él la piedad tenía cabida, aunque aflorase pocas veces, veces como aquella en que un alma llegaba a conmoverle de verdad.
-Pocos se enfrentan a la Dama como lo hacéis vos -la elogió con suavidad-. Otros dirían que ya que tan mentalizada estáis mejor sería que acabaseis ya pero eso se considera pecado -añadió a modo de burla. Una burla que salió como las de Adreanna, con una sonrisita que demostraba que no era tal aunque pudiera parecerlo.
¿Cuántas veces daban gato por libre en el mercado? Bastantes, sobre todo en los inviernos de escased en que los campesinos apenas tenían que comer.Aún a sabiendas de que era gato, pagaban y comían. Así de fuerte era el instinto humano por sobrevivir.
Ella dejó en la estantería, con etéreo cuidado, el libro de plantas. No había hecho ningún comentario acerca de los demás, seguramente en deferencia a él. Otro signo aclamable; o quizá simplemente itnentaba no fijarse en ellos para minimizar así el daño que estos pudieran hacer en su alma. Tal idea era graciosa. Sonaba a supersticiones del pueblo... como cuando se afirma que un gato negro da mala suerte. ¿La daría una liebre negra?
Pero ella llama su atención con sus palabas, torpes de pronto. Se pregunta qué pasará y por qué le cuesta tanto decirlo. No era orgullosa en demasía, lo sano y justo, pero al parecer pedir un favor le costaba. Él la animó con un gesto y cuando oyó de que se trataba, a rasgos generales pues ella seguía sin concretar, se quedó pensativo. Vampiros... quizá pudiera ayudarla. Pero antes...
-Necesitaría una descripción, o un nombre, de ese vampiro para ayudaros a encontrar información -pidió él con calma. Sus ojos acudieron a un libro sobre vamprios que tenía, aunque no tenía muchos nombres proque, aunque longevos, los vampiros también eprecían. Y ese libro debía tener lo menos un siglo, como poco la copia original sí-. Pero digamelo y haré lo que esté en mi mano por ayudarla -prometió. Y él cumplia sus promesas.
Una parte que la mayoría de miembros del Loto aniquilaban y asesinaban al poco de llegar, gente como Zarek... él no. Él consideraba que daba igual como fuera su alma con respecto a su magia. Era oscura, sin duda, desde antes de llegar al palazzo, pero no creía que debiera modificarla. Y para él la piedad tenía cabida, aunque aflorase pocas veces, veces como aquella en que un alma llegaba a conmoverle de verdad.
-Pocos se enfrentan a la Dama como lo hacéis vos -la elogió con suavidad-. Otros dirían que ya que tan mentalizada estáis mejor sería que acabaseis ya pero eso se considera pecado -añadió a modo de burla. Una burla que salió como las de Adreanna, con una sonrisita que demostraba que no era tal aunque pudiera parecerlo.
¿Cuántas veces daban gato por libre en el mercado? Bastantes, sobre todo en los inviernos de escased en que los campesinos apenas tenían que comer.Aún a sabiendas de que era gato, pagaban y comían. Así de fuerte era el instinto humano por sobrevivir.
Ella dejó en la estantería, con etéreo cuidado, el libro de plantas. No había hecho ningún comentario acerca de los demás, seguramente en deferencia a él. Otro signo aclamable; o quizá simplemente itnentaba no fijarse en ellos para minimizar así el daño que estos pudieran hacer en su alma. Tal idea era graciosa. Sonaba a supersticiones del pueblo... como cuando se afirma que un gato negro da mala suerte. ¿La daría una liebre negra?
Pero ella llama su atención con sus palabas, torpes de pronto. Se pregunta qué pasará y por qué le cuesta tanto decirlo. No era orgullosa en demasía, lo sano y justo, pero al parecer pedir un favor le costaba. Él la animó con un gesto y cuando oyó de que se trataba, a rasgos generales pues ella seguía sin concretar, se quedó pensativo. Vampiros... quizá pudiera ayudarla. Pero antes...
-Necesitaría una descripción, o un nombre, de ese vampiro para ayudaros a encontrar información -pidió él con calma. Sus ojos acudieron a un libro sobre vamprios que tenía, aunque no tenía muchos nombres proque, aunque longevos, los vampiros también eprecían. Y ese libro debía tener lo menos un siglo, como poco la copia original sí-. Pero digamelo y haré lo que esté en mi mano por ayudarla -prometió. Y él cumplia sus promesas.
Cain- Mundano
- Cantidad de envíos : 370
Fecha de inscripción : 07/10/2009
Localización : En el cementerio con una pala cantando bajo la luna.
Re: Palazzo delle Morte
*Le responderia algo acerca sobre como lo llevo con la Parca, pero no me gusta hablar de temas tan oscuros y sombrios puesto que entonces mi humor se ensombrece rapidamente, ya que tiende a costarme ver el positivismo de cualquier situacion.
Asi que le dedico una sonrisa sincera que pretende hacer olvidar el tema y eliminarlo de la conversacion.
Mi rostro se vuelve de pronto concentrado cuando me pide el nombre del vampiro.
AParto levemente la mirada, puesto que no quiero que Cain vea el odio que de pronto ha aflorado a mis ojos, brillantea ahora por la rabia. El como detesto a ese vampiro solo podria expresarse a golpe de espada, porque representa todo aquello que yo quiero eliminar de la faz de la tierra.
Maldad. Vicio. Corrupcion. Sadismo. Y por supuesto, el vampiro por antonomasia, que disfruta con cada gota de sangre qu extrae cruelmente de sus victimas, dejando que estas encuentren la muerte.
Y por supuesto, recuerdo la burla de sus ojos cuando intente atacarle y en compensacion me rompio la muñeca. Se muy bien que si no hubiese sido por la misteriosa dama del puente, ahora mismo no creo que pudiera utilizar esa mano.
Todo porque al ser inmortal le parecio divertido. Juega con las vidas humanas como si se creyera un Dios y eso aun me enfurece mas.
Esta muy claro que recuerdo su nombre y aspecto*
-Zeihar....Zeihar Ith'Inarien, si la memoria no me esta traicionando. Ojos azules, muy azules.....*recordaba perfectamente esa mirada, y la tenia grabada a fuego. Cada vampiro que mataba me recordaba a el y al mismo tiempo me frustraba porque sabia que su muerte seria mucho mas dificil*...Y por lo demas, aspecto de vampiro. Piel palida, y todo lo demas....
*Respio hondo y me obligo a mi misma a tranquilizarme, porque Cain no tiene porque pagar el odio que yo profeso por ese monstruo.
Algun dia, espero que pronto, terminare con la existencia de ese vampiro, y entonces mi alma descansara un poco mas en paz.
Y si Cain logra encontrar informacion que me diga como es el, tardare aun menos*
Asi que le dedico una sonrisa sincera que pretende hacer olvidar el tema y eliminarlo de la conversacion.
Mi rostro se vuelve de pronto concentrado cuando me pide el nombre del vampiro.
AParto levemente la mirada, puesto que no quiero que Cain vea el odio que de pronto ha aflorado a mis ojos, brillantea ahora por la rabia. El como detesto a ese vampiro solo podria expresarse a golpe de espada, porque representa todo aquello que yo quiero eliminar de la faz de la tierra.
Maldad. Vicio. Corrupcion. Sadismo. Y por supuesto, el vampiro por antonomasia, que disfruta con cada gota de sangre qu extrae cruelmente de sus victimas, dejando que estas encuentren la muerte.
Y por supuesto, recuerdo la burla de sus ojos cuando intente atacarle y en compensacion me rompio la muñeca. Se muy bien que si no hubiese sido por la misteriosa dama del puente, ahora mismo no creo que pudiera utilizar esa mano.
Todo porque al ser inmortal le parecio divertido. Juega con las vidas humanas como si se creyera un Dios y eso aun me enfurece mas.
Esta muy claro que recuerdo su nombre y aspecto*
-Zeihar....Zeihar Ith'Inarien, si la memoria no me esta traicionando. Ojos azules, muy azules.....*recordaba perfectamente esa mirada, y la tenia grabada a fuego. Cada vampiro que mataba me recordaba a el y al mismo tiempo me frustraba porque sabia que su muerte seria mucho mas dificil*...Y por lo demas, aspecto de vampiro. Piel palida, y todo lo demas....
*Respio hondo y me obligo a mi misma a tranquilizarme, porque Cain no tiene porque pagar el odio que yo profeso por ese monstruo.
Algun dia, espero que pronto, terminare con la existencia de ese vampiro, y entonces mi alma descansara un poco mas en paz.
Y si Cain logra encontrar informacion que me diga como es el, tardare aun menos*
Adreanna Esposito- Cazavampiros
- Cantidad de envíos : 175
Fecha de inscripción : 08/10/2009
Re: Palazzo delle Morte
Él aguarda, preguntándose por qué Adreanna podría necesitar hallar a un vampiro cocnreto y avrias posibilidades se trazan en su mente: un vampiro concreto que le halla hecho daño, mucho daño, quizá matando a algún familiar o amigo. Seguramente esto último dado que por los comentarios de las flores ella parecía sentirse sola y si se tiene familia viva nunca uno se siente solo salvo raros casos. Claro que para que esto fuera así su hipótesis tendría que ser correcto. O podría ser un vampiro que la hubiera atacado a ella y humillado, era bien plausible.
Ella aparta el rostro, como queriendo corroborar sus ideas. Él no alcanza a ver el odio en sus ojos, como se traza esa adversión en sus fracciones faciales, pero lo intuye, intangible. Sin duda la joven cazavampiros odiaba con toda su alma a aquella criatura. A pesar de ser tan profundamente cristiana y saber que había que "amar a los enemigos". Otro dognma estúpido. Odia, ten cerca, vigila y planea contra tus enemigos, pero nunca les ames pues dejaran de ser enemigos para ti pero tú para ellos sí y usaran tal en tu contra. No era que odiase amar, era la voz de la experiencia la que hablaba en su mente ahora mismo al pensar esto.
Pero no expresa ni una idea en voz alta, dejandola pensar en calma, hasta que hallara la respuesta, pusiera en orden sus pensamientos. No quería inquietarla ni desagradarlar. Que se calmase y recobrase el control, pues ella deseaba hacerlo.
Le da el nombre y Cain se queda pensativo. Zeihar. Le suena, vagamente. Le suena como a un hombre le suena un nombre susurrado con temor reverencial y respeto entre los callejones pero poco más. Debía de ser un vampiro poderoso para ese efecto. Y los vampiros pdoerosos eran más fáciles de localizar.
Asintió.
-No me suena tal nombre pero trataré de encontrar algo para vos -prometió con cortesía sincera.
Sus ojos se volvieron hacia el vial de sangre. Aún faltarían horas hasta que el hechizo revelase algo, y más horas hasta que interpretase los signos. De momento no parecía haber cambios pero no perdía la esperanza: a veces hasta el final no sucedía nada.
-Sus pruebas tardará, pero también le informaré de sus resultados -aseguró también-. De verás os agradezco que hayais venido... a pesar de que este sitio no os agrade, ¿no es cierto? -sonrió socarron, divertido ante aquello.
No podía evitarlo. Era parte de su naturaleza inquietar a los demás y disfrutar de ello.
Ella aparta el rostro, como queriendo corroborar sus ideas. Él no alcanza a ver el odio en sus ojos, como se traza esa adversión en sus fracciones faciales, pero lo intuye, intangible. Sin duda la joven cazavampiros odiaba con toda su alma a aquella criatura. A pesar de ser tan profundamente cristiana y saber que había que "amar a los enemigos". Otro dognma estúpido. Odia, ten cerca, vigila y planea contra tus enemigos, pero nunca les ames pues dejaran de ser enemigos para ti pero tú para ellos sí y usaran tal en tu contra. No era que odiase amar, era la voz de la experiencia la que hablaba en su mente ahora mismo al pensar esto.
Pero no expresa ni una idea en voz alta, dejandola pensar en calma, hasta que hallara la respuesta, pusiera en orden sus pensamientos. No quería inquietarla ni desagradarlar. Que se calmase y recobrase el control, pues ella deseaba hacerlo.
Le da el nombre y Cain se queda pensativo. Zeihar. Le suena, vagamente. Le suena como a un hombre le suena un nombre susurrado con temor reverencial y respeto entre los callejones pero poco más. Debía de ser un vampiro poderoso para ese efecto. Y los vampiros pdoerosos eran más fáciles de localizar.
Asintió.
-No me suena tal nombre pero trataré de encontrar algo para vos -prometió con cortesía sincera.
Sus ojos se volvieron hacia el vial de sangre. Aún faltarían horas hasta que el hechizo revelase algo, y más horas hasta que interpretase los signos. De momento no parecía haber cambios pero no perdía la esperanza: a veces hasta el final no sucedía nada.
-Sus pruebas tardará, pero también le informaré de sus resultados -aseguró también-. De verás os agradezco que hayais venido... a pesar de que este sitio no os agrade, ¿no es cierto? -sonrió socarron, divertido ante aquello.
No podía evitarlo. Era parte de su naturaleza inquietar a los demás y disfrutar de ello.
Cain- Mundano
- Cantidad de envíos : 370
Fecha de inscripción : 07/10/2009
Localización : En el cementerio con una pala cantando bajo la luna.
Re: Palazzo delle Morte
*Es curioso darme cuenta de como de fuerte es mi desprecio hacia los vampiros, pero aun mas sorprendente ver el odio exagerado que siento hacia Zeithar en concreto.
Pero como no hacerlo? Se que deberia sentir piedad por su alma, pero tengo la certeza de que solo podre hacer tal cosa una vez sus restos mortales se difuminen entre las cenizas, porque se que mientras siga viviendo, causara todo el terror y daño que pueda provocar un vampiro tan viejo.
Y ademas, se burlo de mi, de mi deseo de creer firmemente en la vida celestial, y en mi fe de que aquellos que he querido me estaran esperando despues de cruzar el umbral de San Pedro.
Me doy cuenta entonces de que estoy implicando a Cain en algo que, primero, no le concierne porque se supone que esa es mi labor sagrada, y segundo, que quizas no pueda hacer nada porque, visto lo visto de lo que es su hogar, le este este prohibido acabar con un vampiro
Al fin y al cabo, lo primero que ha dicho cuando antes he conseguido acabar con el monstruo que lo atacaba a sido lamentarse porque lo hubiera quemado.
No me da tiempo a pensar mucho mas porque me ofrece la respuesta que esperaba con impaciencia y deseo pero que temia ciertamente no obtenerla.
En mis ojos posiblemente brilla una ilusion casi infantil, como si Cain me hubiese dicho que iba a regalarme un vestido de baile largo y bonito, aunque obviamente el tema del que estamos hablando es considerablemente distinto*
-Os lo agradezco sinceramente, señor Cain....*quizas deberia cuidar un poco la emocion que ahora hay en mis palabras, pero si tuviera informacion de ese vampiro, significaria un gran paso para su caza*...Os recompensare de algun modo. Quizas me atreva algun dia a dejaros....em....estudiar el cuerpo de un vampiro bajo mi supervision antes de que lo queme
*Posiblemente no me atreva nunca a hacerlo, pero ahora me siento lo suficientemente ilusionada como para pensar que tal cosa podria ser aceptable.
Y ademas, si lo veo de un modo positivo, mi visita aqui esta siendo mucho mejor de lo que pensaba. Teniendo en cuenta lo negro que lo habia visto todo en un principio, haber recibido la opcion de encontrar una cura, o cuanto menos un estudio, y ademas informacion sobre Zeithar es, por lo menos, un regalos inesperado y sorprendente que casi me hace olvidar lo lugubre y tetrico que es este castillo donde nos encontramos.
Alzo la vista, como si hubiese leido mis pensamientos, aunque imagino que simplemente ha leido mi expresion*
-Lamento deciros que el sitio sigue sin gustarme, y creo que por muchas veces que lo visite, esa opinion no va a cambiar. Quizas deberiais contratar a un nuevo jardinero
*Me permito una broma un tanto infantil, pero soy ingenuamente estupida, supongo, y he pasado en poco tiempo de desconfiar absolutamente del hombre que tengo delante a hablarle con cierta seguridad, sin ser muy capaz de ver planes malvados detras de sus intenciones.
Aunque, obviamente, no soy ciega del todo, pero si ahora alguien me susurrara al oido que Cain pretende asesinarme aqui y ahora, posiblemente me costaria bastante de creermelo. Asi de confiada soy y asi es mi defecto*
Pero como no hacerlo? Se que deberia sentir piedad por su alma, pero tengo la certeza de que solo podre hacer tal cosa una vez sus restos mortales se difuminen entre las cenizas, porque se que mientras siga viviendo, causara todo el terror y daño que pueda provocar un vampiro tan viejo.
Y ademas, se burlo de mi, de mi deseo de creer firmemente en la vida celestial, y en mi fe de que aquellos que he querido me estaran esperando despues de cruzar el umbral de San Pedro.
Me doy cuenta entonces de que estoy implicando a Cain en algo que, primero, no le concierne porque se supone que esa es mi labor sagrada, y segundo, que quizas no pueda hacer nada porque, visto lo visto de lo que es su hogar, le este este prohibido acabar con un vampiro
Al fin y al cabo, lo primero que ha dicho cuando antes he conseguido acabar con el monstruo que lo atacaba a sido lamentarse porque lo hubiera quemado.
No me da tiempo a pensar mucho mas porque me ofrece la respuesta que esperaba con impaciencia y deseo pero que temia ciertamente no obtenerla.
En mis ojos posiblemente brilla una ilusion casi infantil, como si Cain me hubiese dicho que iba a regalarme un vestido de baile largo y bonito, aunque obviamente el tema del que estamos hablando es considerablemente distinto*
-Os lo agradezco sinceramente, señor Cain....*quizas deberia cuidar un poco la emocion que ahora hay en mis palabras, pero si tuviera informacion de ese vampiro, significaria un gran paso para su caza*...Os recompensare de algun modo. Quizas me atreva algun dia a dejaros....em....estudiar el cuerpo de un vampiro bajo mi supervision antes de que lo queme
*Posiblemente no me atreva nunca a hacerlo, pero ahora me siento lo suficientemente ilusionada como para pensar que tal cosa podria ser aceptable.
Y ademas, si lo veo de un modo positivo, mi visita aqui esta siendo mucho mejor de lo que pensaba. Teniendo en cuenta lo negro que lo habia visto todo en un principio, haber recibido la opcion de encontrar una cura, o cuanto menos un estudio, y ademas informacion sobre Zeithar es, por lo menos, un regalos inesperado y sorprendente que casi me hace olvidar lo lugubre y tetrico que es este castillo donde nos encontramos.
Alzo la vista, como si hubiese leido mis pensamientos, aunque imagino que simplemente ha leido mi expresion*
-Lamento deciros que el sitio sigue sin gustarme, y creo que por muchas veces que lo visite, esa opinion no va a cambiar. Quizas deberiais contratar a un nuevo jardinero
*Me permito una broma un tanto infantil, pero soy ingenuamente estupida, supongo, y he pasado en poco tiempo de desconfiar absolutamente del hombre que tengo delante a hablarle con cierta seguridad, sin ser muy capaz de ver planes malvados detras de sus intenciones.
Aunque, obviamente, no soy ciega del todo, pero si ahora alguien me susurrara al oido que Cain pretende asesinarme aqui y ahora, posiblemente me costaria bastante de creermelo. Asi de confiada soy y asi es mi defecto*
Adreanna Esposito- Cazavampiros
- Cantidad de envíos : 175
Fecha de inscripción : 08/10/2009
Página 1 de 3. • 1, 2, 3
Temas similares
» Il palazzo delle sirene
» Il giardino delle fate
» Palazzo di La Morta Lunna
» Palazzo di Stigia
» Il Palazzo Fioranelli
» Il giardino delle fate
» Palazzo di La Morta Lunna
» Palazzo di Stigia
» Il Palazzo Fioranelli
Página 1 de 3.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
|
|
Miér Feb 02, 2011 5:36 am por Nai
» Registro de Raza
Lun Ene 31, 2011 5:44 am por Nai
» Registro de Imagen
Lun Ene 31, 2011 5:35 am por Nai
» Naisha
Lun Ene 31, 2011 5:22 am por Nai
» La gota que colma el vaso [LIBRE]
Lun Ene 31, 2011 2:12 am por Talon Nóbile
» Marco Stephano Abagnale
Sáb Ene 29, 2011 12:34 pm por Marco
» In girum imus nocte et consumimur igni
Sáb Ene 29, 2011 5:08 am por Carlo Fermi
» Avalon
Sáb Ene 29, 2011 3:49 am por Aradia della Mezzanotte
» Rituale di morte [Privado]
Miér Ene 26, 2011 6:03 am por M. Simonetta Fioranelli