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Mensaje por Aradia della Mezzanotte Mar Nov 24, 2009 12:35 pm

La joven permanecio tranquila, enredando los dedos en el pelaje del animal, aquel gesto y sutil contacto la relajaba, le daba la seguridad de la que a veces carecia.

-Bueno fue un regalo y nunca he encontrado inconveniente porque tan noble criatura me acompañe
-le contesto al hombre, dado su visión sobrenatural le fue facil captar la esencia del mago y saber distinguir la orden a la que pertenecia, le era facil, ya que por ejemplo no tenia aquel regusto a acero que tenia la de los asesinos o el punto de corrupción que tenía el loto negro.-Y vos si mi intuición on me falla perteneis a la orden de la rosacruz.

En cualquier otro lugar no hubiera compartido tan abiertamente sus percepciones, pero era consciente de que allí solo estaban ellos. No había oidos indiscretos que pudieran confiar sus secretos a otros, ademas pocos secretos en ella se podían ocultar, toda la ciudad sabía lo que era y muchos de sus clientes llegaban a pensar que no era humana si no una hija de Le Fata Morgana que se paseaba por Venecia con la intención de tentar a los hombres.

-Selene, me llaman Selene.
-Su nombre verdadero no era algo que le confiara a cualquier persona, era algo que ocultaba para sí.
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Mensaje por Antonio Falivene Mar Nov 24, 2009 12:45 pm

Frunció el ceño. Esa mujer era muy extraña, más que una simple cortesana...incluso que una simple cortesana con capacidades mágicas. Aparentemente, seguía con la técnica de la intimidación como protección. ¿Tan intimidada estaba? ¿Tanto miedo tenía? La Orden primaba el secretismo por encima de todo, puesto que no muchos son capaces de entender las profundas y altas razones que llevan al ser humano a buscar la divinidad interior a través del conocimiento, y la lucha porque otros hagan lo mismo.Y muchos otros, intentan evitar que esto ocurra. ¿Trataba de impresionarle? Bueno, tal vez sus capacidades mágicas fueran fuertes, pero la simple ostentación de las mismas demostraba que su caracter no estaba demasiado forjado o que realmente no le importaba demasiado su vida...

Probablemente, eso último.

Sonrió.

Sabía perfectamente cómo actuar.

- Espero que no os incomode... - Respondió tranquilamente, mostrándose afable. - A algunos no les gustamos mucho, tal vez por nuestro sentido del humor... - Se permitió bromear. - Otros símplemente huyen de lo desconocido. Pero en su caso no es así, porque no la veo corriendo, ni lanzando su lobo contra mi, además de que ha sabido captar mi patrón con bastante facilidad, así que ya ha conocido a otros como yo. -

Se aseguró de que estuvieran solos, y permitió el mostrarse más relajado. Aparentemente, con el hecho de que le hubiera captado tan fácilmente, no tenía nada que perder, así que mejor aparentar la tranquilidad que otorga el ser libre de la necesidad de ocultarte.

- Me estaba refiriendo al lobo cuando le he preguntado el nombre, me parecía una indiscreción preguntarle su nombre tan rápidamente, Selene... - La penetración es lenta, y preguntar el nombre de otro individuo es exigirle una muestra de confianza, forzar el proceso natural de acoplamiento... lástima que lo hubiera malinterpretado, símbolo de que está acostumbrada a que la fuercen en ese aspecto.
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Mensaje por Aradia della Mezzanotte Miér Nov 25, 2009 10:45 am

En si Aradia no mostraba actitud intimidante alguna, simplemente se mostraba tal y como era... Pese al encontronazo con la inquisición y sus años como cortesanas aun seguia mostrando inocencia e ingenuidad, sobre todo cuando se encontraba lejos del pallazo delle´s sirenes. Fuera aun seguia percibiendo el mundo con la misma ceguera que su clan le había creado al educarla en un entorno donde la magia era algo sagrado y bien visto. No se había criado con la consciencia de esconderse, era eso clara como el agua de lluvia.

-No me incomoda la presencia de otros seres especiales, siempre y cuando no lleven el sello de la corrupción con ellos, aunque en esos casos normalmente soy yo quien resulta una molestia para ellos.-contesta de forma tan enigmatica como su sobrenatural belleza.

Le escucha sorprendida cuando se disculpa, pues no esta acostumbrado a ese trato.

-No tengo motivos para ocultar mi nombre, por eso se lo he dicho le contesto y el se llama Pan.-dijo mientras acariciaba al lobo.

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Mensaje por Antonio Falivene Miér Nov 25, 2009 11:55 am

- Definitivamente... o está loca, o tiene un muy buen motivo por el cual mostrarse con tan poca precaución. En ambos casos habrá que tener prudencia. -

Lo cierto es que si era una trampa, o un engaño, no parecía muy elaborado. Normalmente los individuos con el toque de la corrupción suelen ser más astutos y retorcidos, y en sus tramas no suelen caer en posibilidades tan simples como la que estaba viendo ante él: una mujer que símplemente decía lo que sentía o pensaba, y realmente esperaba que la otra persona le creyera, o simplemente le daba igual. Irónicamente, eso le hizo confiar más en que realmente no era una enemiga.

- Bonito animal - Afirma, honesto. El lobo era un buen ejemplar, y aunque tal vez en otra ocasión no lo hubiera remarcado de esa forma, era un buen momento para hacerlo.

El problema era, ¿y ahora qué? Bueno, siempre podía intentar conseguir información...

- Entended que me extrañe el hecho de que no os incomode la presencia de otro ser especial. Existen muchas guerras ocultas entre aquellos que ven más allá que las simples apariencias que ocultan la verdad. Unos quieren usarnos, otros reprimirnos, otros eliminarnos...las posibilidades son tan variadas como individuos. ¿Realmente no os incomoda mi presencia? la razón por la que analizaba al animal era por si iba a atacarme en mi paseo, no pretendía molestaros... -

En ese sentido no había ningún tipo de tergiversación de la verdad: honestidad pura.
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Mensaje por Aradia della Mezzanotte Jue Nov 26, 2009 12:00 pm

-Procuro mantenerme alejada de las guerras aunque a veces estas me atrapen-contesto.-Y a veces son peores los enemigos dentro de casa que los de fuera.

La joven se quedo un segundo quieta, sus ojos se pusieron en blanco y el aire a su alrededor vibro. Una visión. En ella se le mostro algo que acababa de suceder y que la citaba lejos de allí, muy lejos. Cuando volvio a la realidad jadeo, siempre le pasaba eso cuando tenía una visión.

Se iincorporo aun algo mareada, pero estaba acostumbrada a disimularlo.

-Si me disculapis.-dijo alejandose de allí, debía encontrar un caballo y pronto.
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Mensaje por Aicha 'Jade' Nazanin Mar Dic 01, 2009 6:13 am

Aquella tarde Jade se ha ataviado con algunas de sus mejores prendas y alhajas. Un caftán sin mangas de un color púrpura oscuro y bordados dorados, hecho de sedas, es la prenda principal, encorsetado por un fajín negro con bordados violáceos y de color oro. Bajo las aberturas de dicho traje, que nacen en el muslo, se intuyen sus largas piernas, decoradas con tatuajes de henna iguales que los que luce en sus brazos desnudos. Un velo, a juego con el corsé, cubre parte de su largo cabello hoy recogido, y sus manos y tobillos lucen numerosos brazaletes de oro macizo, material que conforma los pesados collares que lleva cayendo bajo el velo por encima de su pecho.

No es de extrañar que el lujo acompañe cada prenda y adorno teniendo en cuenta el lugar en el que se encuentra, los lujosos jardines cercanos al Palazzo Ducal... Es uno de sus lugares favoritos, quizá porque alguno de los ejemplares de su flora le recuerde ligeramente a su Persia extrañada, aunque aquí prime más lo clásico, como se percibe en los pétreos bancos y fuentes. Una visión que merece la pena, porque en aquel sitio diferentes culturas orientales y occidentales parecen fusionarse en forma de flores y árboles, como si lo más hermoso de cada lugar se uniese ahí...

Sus pies, ataviados en unas babuchas hechas a juego del traje, la han llevado hasta un lugar apartado del gentío en el que la vegetación es más espesa. Se ha detenido junto a una hermosa fuente decorada con ninfas esculpidas, apoyándose en el borde, casi sentada, e introduciendo una mano en las claras aguas, bajo el chorro, sintiendo el frescor.

Cierra los ojos, limitándose a atender al mágico concierto que da la orquesta conformada por el ruído del agua que cae, el de los diferentes pájaros cantores y el del viento que silba su melodía entre los árboles... En aquellos momentos en los que el sol brilla entre las copas, cree que nada ni nadie puede perturbar su pequeño momento de paz y liberación: cuando la noche caiga, todo esto quedará apartado hasta que de nuevo salga el sol.
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Mensaje por Damodred di Tylmarazzi Mar Dic 01, 2009 6:39 am

La puesta de sol cubre el cielo como un rubí derretido tiñe también de dorado la belleza de los jardines. Allí, todo es hermoso... o casi todo.

Ninguna de las damas que a esa hora pasean entre risas lo haría con tal calma, a una hora cercana al anochecer, si el Guardián Sombrío de la ciudad no estuviese cerca. El ruído de los cascos de un corcel sobre el camino, el murmullo acariciante de la capa de terciopelo, el sibilino crujir del cuero... tres sonidos que identifican a un solo hombre: el capitán de la Guardia. Aparece a la cabeza de media docena de soldados comandados por dos oficiales, todos en actitud severa, recta y diligente, cumpliendo con su deber. El único que podría parecer relajado es el propio sir Damodred, como siempre sin necesidad de sostener las riendas de la Notte, su montura negra como el carbón, y erguido en un porte elegante y señorial desprendido inconscientemente. La suave brisa agita las ondulaciones de su largo cabello y sus ojos, dos trozos de hielo pulido, escrutan vacíos e ilegibles el anaranjado cielo, como si buscase algo o simplemente meditase abstraído. Nada más lejos de la realidad.

En cierto momento aminora la marcha. No parece haber tocado las riendas para nada, como si a una orden mental el caballo de nervios de acero obedeciera, sacudiendo la testa con un suave relincho. Damodred analiza el perímetro de los jardines a su alcance, y cada silueta, cada expresión, cada sombra, pese a que las deducciones de su análisis no se vierten en sus facciones. Su mirada se detiene de improviso en la muchacha que disfruta de la naturaleza junto a la fuente; más de uno de sus hombres parecen quedarse repentinamente embelesados, pero no él: su mente reconoce el bello halo que desprende, pero no conmueve su corazón. Nada en ese lugar, de hecho, parece haber sido creado para el espectro de tinieblas y marmórea piel que cabalga con serenidad.

Su cerebro realiza enseguida una certera observación de la exótica muchacha, aunque nada dice. Sin apartar de ella su mirada extiende el brazo derecho, veloz y fluído; una orden silenciosa para que sus soldados se desperdiguen por la totalidad del jardín y en puntos estratégicos del mismo, confluyentes todos en un solo punto: él. Evidentemente, dada su posible procedencia por aspecto y vestiduras, no deja de caber la posibilidad de que resulte ser una espía del Gremio, en cuyo caso le resultaría muy... conveniente. Cabalga con calma hacia donde está, sin dejar de mirarla, cas intimidando con su presencia. Aunque luego se detiene y se limita a medio cruzar los brazos sobre el lomo de la Notte, aparentemente distraído.
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Mensaje por Aicha 'Jade' Nazanin Mar Dic 01, 2009 6:54 am

A diferencia de las mujeres que se encuentran en la zona más concurrida deljardín y que encuentran la seguridad en el ruído de cascos, a Jade, en su rincón apartado, lo que le otorga calma es en cambio la ausencia de ese ruído: Es la soledad, el sentirse apartada, lo que hace que se sienta en paz y segura... No le gustan los guardias, siempre metiéndose en sus asuntos como si estuviese cometiendo un delito por llevar las prendas de su país... No le gusta, de hecho, el exceso de gente en general.

Por eso cuando ve desperdigarse a todos esos hombres por el jardín a vigilar, no puede evitar suspirar molesta y murmurar algo para sus adentros. Con suerte, piensa, ninguno acudirá a una zona tan apartada de las demás mujeres y podrá seguir tranquila. Apenas quedan un par de horas para que deba regresar al lugar al que está atada si quiere seguir a salvo en esa ciudad, y quiere disfrutarlas al máximo, sola, sin incidentes molestos como los que tuvo la última vez en el mercado.

Sin embargo esa esperanza se ve truncada cuando escucha el relincho de un corcel y el ruído de una montura cabalgada hacia donde ella se encuentra. Cuando el sonido se detiene decide no girarse, como si no fuese con ella, al fin y al cabo ninguna de las normas de la sociedad obligaba a tener que abandonar los pensamientos propios para saludar a un guardia, y no había ley alguna que le impidiese, por tanto, intentar seguir absorta en los sonidos de la naturaleza... Pero, sin embargo, todos parecían haberse detenido con la llegada de aquel hombre al que aún no había mirado.

Suspira, al seguir sintiendo unos acechantes ojos clavados en ella, pero, cerrando los ojos y sacando la mano de las aguas para apoyarla en el regazo, sigue sin voltearse. Únicamente, antes de que se de un mal entendido como los usuales cuando se trata de estos hombres, decide aclarar antes de tiempo por si acaso. Probablemente si se hubiese girado, se habría dado cuenta de que la persona que está cerca de ella no es un guardia corriente y no habría dicho lo que, al no haber si quiera ladeado el rostro para mirar, dice:

-Si os estais preguntando, ante mi aspecto, de que jaula del mercado o de que palacio señorial me he escapado, os tranquilizaré diciéndoos que no soy ninguna esclava prófuga, signore -Dice en un tono educado y tranquilo, sin acusacion o soberbia, simplemente cansancio, cosa que no es de extrañar teniendo en cuenta que siempre la confunden.

Esperando que con su palabra baste y no tenga que recurrir a otros métodos poco convenientes en ese lugar, continúa con sus irises color jade clavados en el agua de la fuente, manteniéndose practicamente inmóvil salvo por su respiración normalizada y su pestañeo.
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Mensaje por Damodred di Tylmarazzi Mar Dic 01, 2009 7:15 am

El silencio se alarga, claro, lánguido, inquebrantable. Los silencios están hechos para él, al igual que la noche; por suerte el sol ahora está lo suficientemente débil como para que no le cause molestias o posibles quemaduras, lo que sucede con frecuencia cuando alcanza su cenit; sin embargo, la luz aún incomoda lo bastante sus fotosensibles ojos nacarados como para verse obligado a mantener la cabeza gacha en exposiciones directas, y a entornar ligeramente los párpados. Al menos uno de sus apodos, sea o no humano, es merecido: il Vampiro di Venezzia.

Así sigue, manteniendo su figura de obsidiana a caballo inquietantemente cerca de la joven, sin pronunciar palabra, sin volver a mirarla, como si repentinamente hubiese olvidado su presencia. Y no muda su actitud cuando la voz de la joven se hace eco sobre el tranqulizador murmullo del agua, la hierba y los lejanos cuchicheos de las señoras. Ni una sonrisa, de hecho ni una sola luz de reconocimiento o sorpresa, invade su rostro pétreo y ahora curiosamente siniestro, con dos mechones cayendo sobre él en un contraste de blanco y negro.

Y, cuando parece que definitivamente no piensa responder, la voz del capitán resuena oscura reptando sobre el colorido sonido del jardín. La voz de la joven había sido dulce como el tañido de un cascabel; la suya es, simplemente, una tiniebla ronroneante, sutil y carente de emoción:

- ¿Alguna vez habéis contemplado il Giardino desde aquí...? - dice - Una perfecta panorámica, lo cual me resulta útil... Vuestros orígenes, mi dama, no me interesan - sus palabras suenan educadas, pero su entonación es la de alguien que escupe la cortesía por necesidad y rutina. La suavidad que desprende aquella voz es cortante como un cuchillo helado. La Notte relincha mientras su amo vuelve a ergirse, aprovechando un jirón de nube que oculta el sol. Su mirada vuelve a enclavarse en la muchacha, vacía y fantasmal - ¿Servís en algún palazzo?

Una pregunta escueta y fría; y aun velada por el misterio, puede leerse en ella una orden ineludible. Mero pragmatismo para averiguar su procedencia; por muy sutil que pueda ser, jamás se anda con rodeos en lo que concierne a su trabajo.
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Mensaje por Aicha 'Jade' Nazanin Mar Dic 01, 2009 7:38 am

Ella también permanece en silencio, puesto que le resulta más cómodo que el sonido de las voces humanas en la mayoría de las ocasiones, pensando que tal vez sea afortunada y quien quiera que se encuentra acechante cerca de ella decida ignorarla y marcharse a algun lugar más concurrido. Mujeres hay a rabiar en ese jardín, todas más pomposas que ella, y de espaldas puede pasar desapercibida su belleza exótica, por lo que no ve motivo para que siga ahí.

Pero sigue ahí, respetando la calma que da la ausencia de palabras, pero ahí. Pese a que sienta curiosidad, decide seguir sin girarse. Si es alguien que pueda conocerla, ahora no tiene ganas de conversaciones insulsas y superficiales, solo quiere que la dejen de nuevo a solas, sin presencias que puedan romper la paz que la rodeaba hacía unos minutos... Ahora mismo parece parte de la fuente, parte del paisaje, como una escultura pintada de vivos colores, y no un ser de carne y hueso, y le gustaría en estos momentos que realmente fuese así.

Pero no, no es así, y la respuesta del desconocido hace presencia por medio de una voz que le es desconocida y que siente fría pero atrayente a la vez. Jade suspira, cerrando los ojos, antes de, aún de espaldas a él, decidirse a responder. En ningun momento la serenidad le abandona, decidida a mantenerse tan fría como siempre:

-Por un momento pensé, mi señor, que ibáis a dejar que la bella música que nos ofrece el silencio fuese la única respuesta, algo grato, sin duda... -Al contrario que sus preguntas, pero no refleja en su tono, exquisitamente cortés, contradicción ni molestia, pese a que las sienta- No he tenido ese honor, pero realmente no me preocupa... -Responde a la primera de estas- ...al fin y al cabo la vista forma parte del conocimiento sensible, y permitidme que os diga que, si bien es el sentido que más cosas nos revela, nunca podrá asemejarse a lo que solo con la noesis podemos llegar a conocer -Una buena forma de decirle que le da igual que en vista se encuentre en ventaja al tener esa panorámica, ella ve otras cosas sin utilizar los ojos y las considera mucho más útiles que lo que él pueda ver encima de su montura, en resumen, que no le envidia ni se siente intimidada por lo que él pueda ver.

Ante lo autoritario de su última pregunta no puede evitar girarse por fin, aunque solo ligeramente, ladeando el rostro. Sus irises color jade se fijan, inexpresivos, en otros que, al igual que los suyos, tampoco dejan leer nada. Sin embargo es diferente, los de ella, pese a no manifestar sentimiento alguno, no parecen ser dos pozos de hielo negro, sino dos gemas cuyo brillo ciega al que intente leer en ellos. Solo entonces se da cuenta de que ese hombre no puede ser un guardia más, y un rubor sutil tiñe las mejillas de su rostro de tez dorada:

-Disculpadme, Sir -Dice dándose cuenta de que solo alguien que merezca ese título antiguo puede llevar esos atavíos... Sus disculpas, aunque no sean sinceras, suenan como si lo fueran, en un tono sumiso y cortés en el que su disimulado acento oriental es tan solo percibible por una nota de exotismo- Pensé que se trataba de... -No llega a decirlo cuando se da cuenta de que no ha respondido a su pregunta- Podría decirse que así es, milord... -De momento decide no especificar, admitir su profesión podría causarle más problemas que su osadía de la que, aunque no se arrepiente, si sabe que no ha sido la más conveniente: Tendrá orgullo, pero también tiene sentido común y de la supervivencia.
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Mensaje por Damodred di Tylmarazzi Mar Dic 01, 2009 8:44 am

La muchacha vuelve a hablar; él se limita a observarla con fijeza, ladeando la cabeza con aquel aire elegante de pantera sombría que le caracteriza. Si no fuera por la ausencia inquietante de emoción que desprende el capitán, casi diríase que puede percibirse en él algo cercano a la curiosidad... en cuyo caso no es más que la curiosidad cínica e indiferente que cualquiera sentiría al contemplar un elemento más de aquella ciudad que él observa con ojos de predador seguro de su posición. Y los elementos, humanos o no, no dejan de ser piezas de un puzzle que él maneja según su conveniencia. Con la cabeza aún ladeada, un rictus diagonal, una sonrisa sesgada y gélida, mueve unos labios por lo demás de piedra, y resopla suavemente por la nariz.

Algo en las palabras de la joven le ha hecho gracia, o toda la "gracia" que podría experimentar alguien como él.

- Fascinante... - se limita a responder. A ojos vista es una afirmación susurrante, suave y oscura como el terciopelo de su capa... pero hiriente. Con aquella simple palabra convierte en cenizas carentes de interés las palabras de la exotica joven. Si algo de ellas le ha resultado interesante es imposible saberlo, pese a que su cerebro de obsesivo filósofo piense y deduzca cada noche cosas similares; eso ella no tiene por qué saberlo, ni él ve necesario en absoluto compartir sus pensamientos con otro ser humano. Entonces ella, al fin, se gira; percibe su sorpresa pese a que de nuevo ha vuelto a depositar los ojos en el horizonte de los jardines, como si observase algo que solo él ve. Y así es: una vez ella termina de hablar un graznido resuena en el aire, y el sonido de un aleteo cada vez más cercano obliga a centrar la atención en la sombra negra que desciende en picado hasta el capitán. Él se limita a extender un brazo encuerado y a dejar que su siervo, el cuervo, se pose sobre su muñeca, mirando con sus ojos negros cual carvón la mirada helada de Damodred y cada resquicio a su alrededor. Con aquello no quedan dudas de su identidad: el Corvo Nero, el Capitán de la Guardia, demasiado conocido dada sus negras leyendas - Posiblemente sea algo que desconozcáis... - susurra de repente, acercando la muñeca y acariciando con los nudillos el cuello emplumado del ave, que se estremece ante tan desconcertante caricia tierna - pero el silencio es algo que yo también valoro en demasía, y las charlas insulsas consiguen hastiarme - y vuelve a mirarla con aquellos ojos espectrales, de nuevo ausente de todo asomo de sonrisa, o cualquier arruga que desfigure sus facciones de mármol. Con aquellas palabras, y más con aquel aura oscura difícil de discernir, deja claro que con él es mejor responder clara y concisamente a las preguntas - ¿Dónde servís?
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Mensaje por Aicha 'Jade' Nazanin Mar Dic 01, 2009 9:14 am

Si la sola palabra con la que ha respondido, con clara intención hiriente, ha conseguido, en efecto, ofenderla o hacer que vacile en la seguridad de lo que ha dicho, cualquier prueba de ello brilla por su ausencia. Su semblante no se altera en absoluto, manteniéndose frío, indiferente, como si para ella lo que él opine de sus ideas le resultase tan interesante como la opinión de uno de los guijarros del suelo, y en ojos esmeralda no hay ningun cambio, ninguna nueva expresión más allá de la inexistente que antes tenían... Todo en ella sigue igual, toda ella, serena y segura, dando la impresión de que no cree estar metida en un buen lío.

Observa el ave que acude repentinamente al lado de su amo y entonces sus sospechas se ven confirmadas: se trata de aquel hombre del que ha oído hablar pero que nunca ha visto. El Capitán de la guardia, aquel humano al que los ignorantes creen vampiro, el Cuervo Negro por el que todas las palomas, blancas o grises, beben los vientos dada su soltería... Y, si esa revelación silenciosa ha causado en ella algun tipo de sorpresa o intimidación, nuevamente es imposible saberlo, sigue irradiando la misma calma fría e imperturbable, sin dejar ver ninguna sensación manar de su ser por las verdes ventanas de su alma o dibujarse en su semblante. Una vez más, nada en ella cambia...

Solamente vuelve a fijar sus irises de Jade en él cuando habla, y se nota que le mira por mera educación. Y entonces, por primera vez desde que él llegó, Aicha sonríe. Es una sonrisa vacía, sutil, pero es una sonrisa al fin y al cabo y, por tanto, un cambio en su rostro, por poco que este diga. El tono que emplea cuando contesta es, de nuevo educado, pero inexpresivo salvo por el misticismo y el exotismo que la impregnan:

-No podíamos estar más de acuerdo, poseo la misma opinión por poco valiosa que sea esta para el Corvo Negro -Dice, refiriéndose a lo de las charlas- Lo que no entiendo es que hacéis entonces creando una, normalmente la gente no hace cosas que le hastíen... -Si es consciente de que responder así puede traerle problemas, lo disimula con la cortesía con la que habla aun con las palabras pronunciadas, aunque hayan sido un eufemismo de "¿Si a vos no os gusta hablar y a mí tampoco, por que razón me molestáis haciéndolo en lugar de callaros y dejarme tranquila?". Y, básicamente, ha hecho ver que no ha captado que deba responderle con claridad, como si no se hubiese dado cuenta de lo que él quiere decir... Claro que es obvio que sí que se ha percatado, pese a que no haya pruebas que lo demuestren, al fin y al cabo, ¿de qué va a darse cuenta una insulsa joven?

-En ningun lugar que alguien de tan noble cuna como vos, mi señor, pueda haber visitado, no es un suelo digno de ser pisado por el mísmisimo Vampiro di Venezzia... -Responde con una frialdad casi dulce, nuevamente eludiendo ser concisa pese a que ninguna palabra suena descortés y todas van acompañadas de los correctos formalismos. Normalmente lo habría sido, pero los intentos del hombre de remarcar una superioridad y poder que ya eran obvios, le han quitado las ganas de hacerlo... Aunque eso, claro está, sea algo tan bien ocultado como el resto de pensamientos que se le pasan por la cabeza: Una buena cortesana tiene que saber guardarse sus ideas y no mostrar sus sentimientos, y ella aplica esa regla a más campos, como parte de su máscara invisible.
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Mensaje por Damodred di Tylmarazzi Miér Dic 02, 2009 6:58 am

Lo que quizá muy pocos comprendan es que Damodred no peca de soberbia ni exceso de orgullo; no impone respeto a conciencia a menos que sea realmente necesario, no tortura por el mero hecho de que cualquier extraño ponga en duda su posición y desde luego no se irrita solo porque alguien le desafíe, velada o abiertamente. Él, simplemente... trabaja. Es lo que debe hacer como Capitán de la Guardia: observar, analizar, ser el vigilante, despertar su olfato de sabueso negro para detectar un posible peligro.

Demasiado desarrollado ese olfato, sin duda. Años de convivencia en el cubil de serpientes que conforma el mundo en el que ha nacido, y aquel en el que, pese a proteger y gobernar a su particular manera, no deja de ser como el bastardo no deseado de cualquier noble bien posicionado: jamás pertenecerá a él, y sin embargo ha aprendido demasiado bien el oficio de las sutilezas y la ponzoña adornada con bellas palabras. Detecta tal sutileza en la muchacha cuando, aún con la cabeza ladeada, ella le observa con algo cercano a la inocencia. Perfecta, bien hilada, tan fria como la suya propia... falsa; sus ojos de hielo dejan claro que él es un maestro en el mismo arte, y en ciertas cosas no se le puede engañar.

Ahora bien, ¿qué esconde...? Descubrir tal cosa ya no le resulta tan sencillo, y eso en cierto modo es elogiable...

Baja los párpados y, con sus habituales gestos fluídos y casi etéreos, gira la cabeza lo bastante como para encarar sus ojos en el cielo. Más oscuro a cada segundo que pasa, por suerte, pese a que persiste su tono anaranjado. Luego aspira lángida y suavemente por la nariz; su gesto habitual cuando se dispone a hablar sin ganas, por simple utilidad.

- Necesidad - susurra, en escueta respuesta a la pregunta no formulada de la joven - Mi deber me lo encomienda... por desgracia - No añade nada más al respecto; bastante ha hecho ofreciéndole esa sencilla explicación, dado que por término general enarbola como tal tan solo un frío silencio. Espolea al caballo, aunque realmente da la sensación de que la Notte se ha puesto en marcha por cuenta propia; con su trote sereno se acerca a ella, situándose a su lado sin desmontar y observándola desde arriba. Quizá lo que inquiete de él es que no es hombre al que se le pueda comprar con cosas mundanas: piedad, oro, orgullo, honor... ahora, más que nunca, parece un espectro cuya única finalidad es cumplir con su obligación. El análisis sobre la muchacha es un raro contraste de vacío escarchado e intensidad, como si fuese capaz de ver más allá de ella aunque eso no sea del todo cierto. Sencillamente, él también pertenece a ese mundo. Interiormente llega a una conclusión bastante acertada de a qué lugar pertenece la joven, de modo que no ve necesario en aquel instante tomar medidas más drásticas para obtener una respuesta más... de su agrado - Suficiente... - dice en cambio - Poseéis el don de la elegancia y conversación, habéis sido adiestrada en la cortesía de rigor y vuestras prendas enzalzan un obvio exotismo. Además, sois hermosa - casi parece que sus labios se ensombrezcan por efecto de otra sonrisa cínica, una que no llega a nacer del todo. Lo ha dicho como algo lógico y detectable, simple y llanamente - El Palazzo delle Sirene puede permitirse nuevas joyas de Oriente... ¿vuestro nombre?

La última pregunta es la simple interrogación vacua de un capitán interrogando a un plebeyo.
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Mensaje por Aicha 'Jade' Nazanin Miér Dic 02, 2009 8:17 am

Es capaz de percibir que el hombre tiene tan pocas ganas de hablar con ella que ella con él. Bueno, pues culpa de él por haber escogido, de todos los lugares del Jardín, su pequeño escondite. Ella estaba ahí, sin molestar a nadie, disfrutando de su soledad y del silencio, cuando él tuvo que romper esa armoniosa paz con su presencia fría y acechante. Así que, por más que sepa que tal vez debería responder con claridad para zanjar el asunto, piensa que no tiene por que hacerlo, es él quien ha empezado esto, es él quien debe poner fin. Eso, y que tampoco le gusta que gente con influencias sepa más de lo necesario sobre ella...

Su rostro sigue siendo una máscara de perfecta e inexpresiva armonía, sus ojos, dos esmeraldas totalmente ópacas que no dan opción a ser traspasadas. Y ella permanece inmóvil pero con el cuerpo completamente relajado, aún cuando mantiene una postura de notable equilibrio sobre la fuente, al no estar sentada ni de pie, sino apoyada. Y nada de esto cambia cuando él se acerca y queda a su lado, simplemente clava sus ojos primero en los del animal, y luego en los del capitán, sin sentirse intimidada solo porque la posición de él tenga aparente ventaja visual.

-En ese caso, os aseguro, mi noble señor, que os guardaré el secreto si espoleáis vuestra montura en dirección contraria: juro por mi vida que jamás diré que habéis faltado a ese deber... -Podría tomarse como una burla, de no ser por lo sutil de la misma gracias a su voz fina y su tono de exquisita formalidad- ...sin duda alguien como vos debe tener muchas excitantes obligaciones así como interesantes entretenimientos como para perder el tiempo con una simple mujer -No es que ella se considere simple, ni que considere que las mujeres en general lo son, es que si aparenta esa simpleza, aunque no le quede tan bien como aparentar otras cosas, quizá le aburra tanto como para que la deje en paz- Sois un hombre muy observador, mi capitán, no me extraña pues que obstentéis el cargo que os obliga a estar aquí... -Y esta vez es casi casi sincera, porque realmente cree que solo un hombre con una buena capacidad deductiva podría mandar sobre tantos soldados y defender una ciudad además de tener tiempo libre para importunar a cortesanas en su tiempo libre... Pese a que sus ojos no muestren esa sinceridad, solo indiferencia, inexpresión, incluso aburrimiento.- Lo cual me lleva, aunque seguramente penséis que no tiene relevancia, a la discrepancia entre conocimiento sensible y noesis que antes me habéis hecho recordar... -Eso casi lo susurra para si misma, con la misma educación que siempre pero en un tono que indica que si no lo dice en voz muy alta es porque sabe que lo ignorara, como si estuviese diciendo "pero claro, yo qué voy a saber, solo soy una cortesana..." cosa que en realidad le da igual, pero las apariencias son las apariencias y hay que guardarlas en ocasiones así.

Cuando pregunta su nombre, permanece por fuera igual de inmutable, y su aura se mantiene relajada, pero por dentro siente molestia. ¿Por qué su nombre? ¿Qué es el nombre en una cortesana? Nada, absolutamente nada y para ella significa parte de lo que oculta tras su disfraz..:

-Mi nombre ha quedado olvidado hace mucho tiempo, dado que carece de valor para lo que de mí suele interesar, signore... -Gélida cortesía, una vez más- Todos me conocen como Jade... -Se presenta, juntando ambas manos y llevándoselas al rostro, que inclina ligeramente, una forma educada de decirle que no va a dar su nombre- Es un gran honor conoceros, sir Damodred... Un honor del que creo no ser digna -Un honor que le es indiferente, cosa que sus perfectos modales no revelan.
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Mensaje por Damodred di Tylmarazzi Jue Dic 03, 2009 3:49 am

La observa fijamente mientras ella habla, hasta el final. Como siempre, ninguna expresión se trasluce a sus rasgos mientras aquel bello rostro emite sus palabras; suenan dulces pese a entrañar un orgullo para él obvio, al igual que las suyas propias son una caricia de susurros pese a velar el peligro. Un peligro acuciante según algunos de sus soldados, seguramente, dado que muchos de ellos, desde la lejanía de sus posiciones, desvían con frecuencia la vista hacia la escena escudados por el disimulo... o lo que ellos creen disimulo. Bastante burdo, en su opinión...

Solo cuando acaba se hace el silencio, siendo sus facciones una pendiente helada por la que los comentarios de la joven cortesana han resbalado al igual que piedras hasta el suelo. Eso hasta que, con gesto elegante, ladea de nuevo la cabeza y se permite esbozar una evidente sonrisa sesgada cargada de cinismo; siendo él, es lo más parecido a la diversión que es capaz de mostrar, pese a que sus ojos decidan siempre no acompañar a tales sonrisas.

- Unas palabras... dignas de reflexión. Sin duda no he de olvidarlas - suena tan cortés como ella y, sin embargo, su voz refleja un claro aburrimiento tedioso y quizá un tinte sutil de gélida burla. Tanto es así que en cuanto las pronuncia sus rasgos vuelven a la impasibilidad enigmática y pétrea habitual, a la par que, desviando la mirada como si ella hubiese dejado de interesarle en todo sentido, desmonta del caballo haciendo resonar las suelas contra la hierba de forma suave. La Notte relincha, en cierto modo como si se sintiese incompleto. El Cuervo da media vuelta entonces, encarándose con ella y ahora a escasos centímetros al estar de pie; la cercanía del capitán tiende a turbar a quien no posea unos nervios pulidos como el acero, con su presencia espectral y aquel aroma mórbido a cuero, sangre y metal. Un olor cambiante e indefinible, tanto como él mismo. Aspira por la nariz y resopla lánguida y silenciosamente, limitándose a mirar sus ojos. Otros quedarían fascinados por la belleza de esas esmeraldas; él no... y no por primera vez hace notar ese hecho para sí mismo. Entonces, súbitamente, sus labios se curvan en una leve sonrisa, completamente ilegible y desconcertante: podría decirse que es tierna y a la vez cortante como un filo envenenado - Suficiente... Jade - repite en un sencillo susurro. Pragmático e inteligente por naturaleza es consciente de que, si le interesa conseguir algo de un indomable aspid de Oriente, lo mejor es no enjaularlo... de momento. Acerca una mano a su mejilla, rozándola con una efímera, completamente superficial, caricia con su nudillo, contrastando el frío y duro cuero con un tacto que probablemente ha de ser suave como la seda - Si yo contratara tus servicios, cortesana... ¿me complacerías?

A ojos ajenos es la mera petición de placer de un hombre a una maestra en el arte. Siendo él es mucho más que eso, y en gran medida en base a un posible beneficio.
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Mensaje por Eleutherios Gaunthier Sáb Abr 24, 2010 11:12 am

Aquél día Eleutherios no llevaba su capa aristocrática de color carmesí, llevaba el pelo suelto y una ropa holgada de colores llamativos. Se aburría.
Se aburría una barbaridad.

Llegó al jardín haciendo pucheros, que desentonaban con el armatoste de hombre que era. Arrancó una rosa blanca de un seto sin pensarlo, la olió por inercia y enseguida la dejó caer. No olía a nada. Se sentó en el banco más cercano y con un largo suspiro se echó hacia atrás para mirar el cielo. Incluso las nubes discurrían con lentitud.

¡El Aburrimiento!
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Mensaje por Iacovo C. Mika Sáb Abr 24, 2010 11:23 am

Sobre una pared, andando con los brazos extendidos por el filo, Iacovo ríe entre dientes en su cuerda floja particular. Salta, hace alguna pirueta y se arriesga a caer sólo para volver a subir con una facilidad pasmosa. Cuando desde arriba entrevé algo debajo, se detiene y se sienta en cuclillas en el borde con los brazos cruzados sobre las rodillas y la barbilla sobre los brazos.

- Mmm... - Iacovo sonríe, se levanta, extiende los brazos...y se lanza al vacío.

La altura es de, más o menos, medio metro. Impresionante...

Cae de pie, pese a la gran dificultad, con los brazos extendidos y justo detrás de la persona en el banco.

Con una reverencia, empieza a hablar en todo alegre y casi educado.

- Permítame que me presente como el gran bardo Dendroaspis.
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Mensaje por Eleutherios Gaunthier Sáb Abr 24, 2010 11:28 am

Eleutherios lo mira con los ojos muy abiertos, ¡lo había asustado! Inmediatamente entrecierra los ojos.

-Yo... yo te conozco... ¡Tú!... ¡Tú eres tú! Es decir... ¡Tuuú! - Eleutherios se levanta riendo y da palmas, inmediatamente empieza a recitar.

Oh, trovador,
sombra de mi piel canela,
trampa de mi alma de hiel,
y de mi corazón candela...
¡No huyas!
No mueras
Aunque sepas
que al final de tu jornada
la soledad es quien te espera...

Lo recitó con pomposidad haciendo una reverencia.

-Un placer volver a veros.
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Mensaje por Iacovo C. Mika Sáb Abr 24, 2010 11:31 am

Se señala a sí mismo y con alegre ofensa, si es que eso es posible, grita "YO" y sonríe balanceándose adelanta y atrás sobre los pies mientras el hombre recita.

Sabe que le ha visto antes, porque le recuerda. Vagamente.

-¿Cómo va la vida por la alta sociedad? - Eso lo deduce más que lo sabe. Es una de esas cosas fáciles de deducir...
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Mensaje por Eleutherios Gaunthier Sáb Abr 24, 2010 11:38 am

-Tan aburrida como insípida, mi querido Vince. La tediosa vida que llevan las damas de esta alta sociedad encarceladas en corsé perdieron ha tiempo ya la capacidad para ser libres... ¡y qué decir de los hombres...! Son alcachofas, Alfred, alcachofas... Feos, duros por fuera y obscenamente blandos por dentro, ¡y nada nutritivos! Y qué decir del sabor... - se cruzó de brazos y rodó los ojos - Nunca me interesó su sabor. - Inmediatamente río y se acercó a Carlo para pasar los brazos sobre sus hombros.

-¿Alguna vez has saboreado a un hombre que no fuera una maldita alcachofa, Carlo? - Río con jovialidad, como siempre, y añadió.

Trovador, de ausente melodía,
trovador, de olvido, lejanía...
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Mensaje por Iacovo C. Mika Sáb Abr 24, 2010 11:41 am

Si Stuart, su buen amigo Stuart, supiera lo literalmente que había llegado a saborear a un hombre ya fuese alcachofa o no...

Sólo de pensarlo, le da la risilla tonta y cuando se le pasa, niega con la cabeza y se encoge de hombros. Hombres con muchos sabores ha llegado a probar. Desde los más rancios a los más dulces pasando por, sí, los alcachofados.

- En realidad, mi querido amigo, sí que he saboreado algún que otro hombre que no era una alcachofa.
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Mensaje por Eleutherios Gaunthier Sáb Abr 24, 2010 11:48 am

-Qué suerte, Adrian, qué suerte... - Eleutherios se separó del bardo y alzando la voz gritó - ¡ME ESTÁIS ESCUCHANDO MALDITAS ALCACHOFAS PODRIDAS DE COLOR MARRÓN, NO SOIS NUTRITIVOS! ¡ ESTE HOMBRE NECESITA PROBAR LA ESENCIA DE UNA FRESA MADURA! - Señaló en una dirección cualquiera mientras lo gritaba, unos señores que paseaban a lo lejos se volvieron para mirarlo. Eleutherios aprovechó para señalarlos. Inmediatamente se dio la vuelta para mirar al bardo.

-Aspisdendro, deciros debo que me habéis sacado de mi fétido aburrimiento y en deuda estoy con vos. Pedid lo que deseéis, os será concedido.
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Mensaje por Iacovo C. Mika Sáb Abr 24, 2010 11:52 am

Él mismo alzó su brazo justiciero y señaló con dedo acusador a los entre asustados y escandalizados hombres. Frunce el ceño y se pone recto con aire hasta señorial para lo pequeño que es en realidad.

- ¡DOY FÉ!

Imita también su siguiente movimiento, mirando a Stuart con gran seriedad hasta que su expresión muta a una de profunda concentración. Y esa profunda concentración no augura nada bueno.

- ¿Me permitiría, Stuart, probar a un verdadero hombre no alcachofado?
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Mensaje por Eleutherios Gaunthier Sáb Abr 24, 2010 11:59 am

Eleutherios ríe traviesamente como un niño pequeño que ha descubierto que debajo del vestido de una mujer hay un nuevo mundo de suave y blanca piel.

-¿Y quién sería ese hombre, bardo? El sabor que podrías encontrarte de casualidad puede ser como el aguardiente. -Vuelve a reír de esa forma, como un niño de metro noventa e inmediatamente se vuelve para sentarse en el banco, echar los brazos hacia atrás y cruzarse de piernas, resaltando sus botas de cuero negro hasta la rodilla.

Es otra persona, su mirada es desafiante, afilada, verde, como una esmeralda.

-¿Bebes como un verdadero hombre, Charlie?
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Mensaje por Iacovo C. Mika Sáb Abr 24, 2010 12:03 pm

Salta sobre el banco y se queda de pie, con una pierna alzada y los brazos cruzados tras la espalda. Mira de reojo a Stuart encontrándose, en el momento justo, con lo que parece ser una nueva faceta de su entretenido nuevo amigo.

Le sonríe devolviendo el desafío y se deja caer sobre el banco con las piernas estiradas y un "plof". Todo el pelo cobrizo le cae en la cara haciéndole parecer...bueno, un niño de esos que se esconden en los callejones y saltan sobre la gente.

- No exactamente, Stuart. Podría decirse que bebo de forma especial.
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