Guillaume C. Di Salvo

por **Guillaume C. Di Salvo** Mar Nov 03, 2009 8:17 am

-Nombre: Guillaume Cacciatore Di Salvo

-Edad: 40

-Sexo: Masculino

-Raza: Humano

-Orden: Cazavampiros

-Equipamiento: Porta aquello básico que pueda necesitar en su oficio como Cazavampiros:
Una espada relativamente larga con aleción de plata y una decoración exquisita en su mango. Se la robó a su padrastro, el noble, de cierto almacén subterráneo que ignoraba conocía. A pesar de su decoración es una espada corriente, con la aleación como característica especial. Junto a ella descansa una cuchilla de filo curvo y dos hojas compuestas.

También lleva en su funda algunos frascos aceitosos e incandescentes, para exterminar a sus enemigos con la ardiente llama si es necesario...Además, es bueno ser preventivo.

Una estaca perfectamente tallada con madera de roble se esconde bajo su chaqueta, intentando disimular así que es un matador de lo vampírico. No suele agradarle llamar la atención en excesividad, y no es lo corriente vagabundear por las calles con un palo afilado en la mano.

Lleva un crucifijo decorado con marfil, regalo de su madre cuando ya poseía oro suficiente, colgado al cuello y sujeto por una cadena de plata. Procura tener ciudado con él, ya que es un colgante de gran valor sentimental. En esta ocasión, ignora comentarios ajenos que no suelen ser dichos.

-Aptitudes mágicas: Carece de aptitud mágica alguna.

-Descripción física: A pesar de no considerarse una persona con un físico increíble, algo de músculo ha logrado sacar después de tantos años ejerciendo en tal oficio. Es relativamente alto y de espaldas anchas, aunque no demasiado. Su tez es ligeramente rosada, pero en algunas ocasiones se mantiene pálido como el invierno. Su cabello es de un color castaño oscuro y revoltoso (Se lo peina en constancia para evitar dicha cualidad) y está realmente orgulloso de sus ojos ambarinos (Verdosos si acaso) y de penetrantes. Le apasionan las gabardinas oscuras y los trajes clásicos que mantienen una interesante formalidad.

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-Descripción del carácter: Gracias a la educación y la disciplina que se ha visto obligado a recibir, lo que suele dibujar en su rostro no son sonrisas, aunque en ocasiones no pueda evitar trazarlas. Es frío como un carámbano, impasible a situaciones de nerviosismo habitual y agobio repentino. A su vez es calculador, y reflexiona antes de realizar su gran actuación, no por más que miedo a errar. Esta característica se la otorgó la juventud, con el espanto de una equivocación que arruinase todo para lo que había trabajado durante tanto tiempo, y aún sigue presente. No es ni arrogante ni altivo, pero en ocasiones su parte arisca y brusca enmascara al tranquilo Guillaume, bien en un arrebato de molestia o ira. Aun así, su trabajo le dotó de una buena paciencia. Es un hombre de pocas palabras, aunque no es alguien completamente callado.

-Gustos y preferencias: Se esconde en la literatura y la escritura, siendo su preferencia sobre todo gusto ajeno a las letras. Este gusto lo heredó de su padre, un fanático de las historias que le susurraban los pocos libros que guardaba en una caja de cartón. Además pudo desarrollar esto gracias a la fabulosa biblioteca de su padrastro, otro enamorado del arte plasmado en hojas de papel.
Le gustan todo tipo de artilugios realizados con un fin religioso, y más aún si poseen una belleza inigualable, como ocurre a veces. Véanse cruces, Jesucristos... (Con decoraciones varias)
Por último, le agrada la música tranquila ya que facilita su concentración, otorgándole una mayor capacidad para comprender y poder realizar tareas variadas de cualquier tipo, siempre que no sean imposibles, por supuesto.

-Breve historia del PJ: El comienzo de su historia se remonta 40 años atrás cuando, del vientre de una sudorosa mujer, se extrajo a un recién nacido bautizado desde el primer momento como Guillaume. Él.
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Su hogar, su casa, se encontraba a las afueras de Venecia, junto a la de sus tíos por parte de madre. Dicha cuestión le agradaba enormemente, ya que nunca había sido un fiel seguidor de los berridos del pregonero y de su campana chillona. Aun así, en ocasiones sentía la desgracia de no residir en el centro, ya que era más difícil acceder a ciertas zonas por su lejanía.
La infancia del chiquillo corrió acompañada de una cierta y dulce felicidad, únicamente pudiéndose quejar de la pésima relación que mantenían su padre y su tío, estando presente en numerosas peleas causadas por las diferencias entre éstos. Ni siquiera le molestaba la presencia de una segunda hija en su familia, Maria, que era un año mayor que él; ni tampoco, aunque fuese algo lógico, de la amplia edad que se sacaban su madre y su tío, hermanos también. Pero todo se vino a pique en sólo dos semanas de un duro invierno:
Dicho invierno fue más frío de lo normal, y dado el bajo estatus, la escasa riqueza de las dos familias, y el bajo higiene que se obtenía con la unión de los anteriores elementos, no fue posible evitar la entrada de una enfermedad mortal a las habitaciones de la familia Cacciatore Di Salvo. El padre de Guillaume enfermó el primero. La familia entera, incluyendo a su tío, se mostró lo más servicial que se pudo en un desesperado intento por salvarlo, pero toda ayuda fue vana, y pronto el llanto y la tristeza irrumpieron en su casa. La segunda en enfermar fue su hermana, que yacía en cama dos días después del fallecimiento de su padre. Igualmente, se intentó arreglar la situación, pero nuevamente no se pudo hacer nada para detener la desgracia. Esta segunda pérdida resultó ser un duro golpe para todos y cada uno de los miembros que constituían aquella familia, que se tambaleaba por momentos, si aún no había caído. Su madre, desolada y sumida entre tanto fracaso, se escondió en el alcohol y los malos hábitos. Se cruzó en incontables veces con la mirada preocupada de un hermano en busca de ayuda que ofrecer y consuelo que repartir, pero nunca fue capaz de buscar sus brazos. Fueron casi dos eternos años bajo el manto de la ruina y las cenizas que antaño una implacable estación había traído.

Cuando Guillaume recién cumplía los 15 años, una noticia nunca creída posible recorrió las paredes manchadas de desgracia de su morada hasta llegar a oídos de su tío, que había dejado resbalar en constancia la esperanza, y finalmente ésta había florecido. Un hombre rico de elegante porte había pedido la mano de su madre, con el deseo de convertirla en la esposa más maravillosa del mundo. Quizá entonces aquel buen hombre no era consciente de la desgracia que carcomía a la familia y de la urgente necesidad de riquezas que corroía su mente. Por lo que, por amor o por simple beneficio, su madre aceptó. Guillaume pronto se vio alojado en el castillo del noble, habiendo dejado atrás la miseria y el mal recuerdo que, aunque su madre fuese lo más cauta en ocultarlo, sabía que aún paseaba en sueños por su cabeza trastornada.

Unos años después, cuando Guillaume ya poseía la edad como para considerarse un hombre hecho y derecho, obtuvo la sorpresa que cambió su vida y el camino a seguir el resto de sus días. Fue aquel descubrimiento, cuando se enteró por gracia de una sonriente casualidad de que aquel noble tan portentoso y altivo, poseedor de una gran simpatía, pertenecía a la orden de los Cazavampiros o tenía un fuerte lazo que le ligaba a ellos. Desde entonces lo supo. Nunca se le había dado bien nada excepto la caza, y se veía un gran praticante de dicha actividad. Además, la concordancia entre oficios y su demostrada creencia religiosa cristiana le despojó de toda duda presente. Borrar al mal vampírico de la faz de la tierra, era un buen comienzo. Pronto se preparó y entrenó con la esperanza de llegar a ingresar en la orden como un cazador de primera, ya de por sí realizando ejercicios de gusto propio. Aunque quizá la idea de que fuesen propias personificaciones no era demasiado alentadora. Ante la tardía edad a la que se había expuesto para la mejora física y mental, el trabajo fue más duro y así se lo impuso, dando gracias a los cielos por ser conocedor de contadas técnicas gracias a su difunto padre. Finalmente, pudo ser miembro de la orden y realizó su trabajo con gran fervor e incansablemente. A los 18 años fue informado del nacimiento de sus primos, a los que fue imposible ver a causa de los problemas cotidianos del frío y cruel destino. Aun así pudo dar con sus nombres: Cinzia y Flavio.

A pesar de su edad, sigue siendo un excelente Cazavampiros, ya que posee una extensa sabiduría sobre el mal y aquello santo realizado para erradicarlo. Actualmente, es incapaz de sentir algo por aquellos seres a los que aniquila...Será por costumbre.

-Otros: Comprende y sabe hablar latín y griego, aunque el latín se le da mejor.