Il Nero di Luna
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Mensaje por M. Simonetta Fioranelli Miér Ene 26, 2011 6:03 am

La noche cubría Venecia con su mágica capa. El cementerio de la ciudad, lugar de ricos y pobres, ocupaba una amplia extensión de terreno y tras la caida del sol nadie se atrevía a pisarlo. Se decía que nadie salvo los que tenían el corazón tan oscuro como la noche.

Simonetta no consideraba su corazón tan oscuro, ella lo imaginaba tan rojo como esos corazones que sujetaba en sus manos en los rituales al durmiente. Si esos corazones no eran negros no podía entender porque decíanq ue el suyo si lo era. El de Maria Fioranelli no lo era, así que tampoco podía serlo el de Simonetta, pues aunque a ojos de los demás eran personas distintas y muy diferentes, en el fondo eran una misma unidad y tanto María como Simonetta sentían lo mismo.

El problema era que la noche había caido ya hace rato y en vez de estar en casa con su hija, ella se encontraba en medio de un círculo de velas negras, dentro del panteon recién abierto para enterrar al joven que esa misma tarde había muerto de fiebres. nadie había sospechado que en realidad el pobre hombre ni estaba muerto, ni tenía fiebres... todo había sido obra de un conjuro que le había sumido en una aparente mortalidad a ojos de los no dotados.

Ahora era el momento de realizar el ritual para beneficiarse de la supuesta muerte, para ello, introjujo un colgante de oro con una piedra transparente engarzada en el centro del metal, dentro de la boca del joven noble y la volvió a cerrar dejando el objeto dentro. Para que este no saliera volando, anudó un pañuelo alrededor de la boca del joven y pronunciando un rápido cántigo le hizo despertar de su letargo.

Los ojos del chico se encontraron con los de ella los cuales brillaban bajo la capucha negra. Su piel parecía más pálida que nunca y sus labios más rojos, algo asi como la encarnación del mal. Por eso cuando la reconoció la mueca de terror permanente en su cara se transformó en una de sorpresa. No fue hasta que vio el puñal que alzaba ella sobre su cuerpo, cuando volvió a sentirse aterrorizado y trató de escapar. Fue en ese momento cuando bruscamente el puñal de ella descendió cortando el aire y se clavó en el corazón del joven que se removía dentro de su ataud.

La sangre salpicó la túnica negra de Simonetta y su propia cara, pero ella ni se inmutó, tan solo se puso a cantar mientras retorcía el puñal dentro del cuerpo que temblaba violentamente. Tan solo cuando este dejó de sacudirse, interrumpió su canto y se dejó envolver por la magia oscura que flotaba en el aire. sabía que cualquier brujo en varios kilómetros a la redonda podría sentir la magia oscura que se estaba produciendo, pero los mundanos... pobres inocnetes, nunca sabrían que ella había matado a aquel joven.

De pronto, las velas brillaron con fuerza y se apagaron de improviso, dejando totalmente a oscuras durante unos segundos el panteón donde estaba trabajando. Ella ni se inmutó por esa repentina oscuridad, tan solo agudizó el oido por si alguien osaba atacarla en los pocos segundos en los que el ritual la dejaba relativamente indefensa.
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