Carlo Fermi

-Nombre: Carlo Fermi

-Edad: Treintena. Tal vez menos, pero no muchos menos años.

-Sexo: Varón

-Raza: Gatto

-Órden: Independiente

-Equipamiento: Viaja ligero; Aparte de sus ropas y cinco o seis bolsas de arena redondas, tiene un morral con un par mendrugos secos, una vieja bota de vino, un cuchillo gastado y si el día ha sido bueno, tasajo de carne o pescado, puede ser que un poco de queso. De tanto en tanto lleva un bastón, a veces más alto que él, otras apenas le llega a la cintura; todo depende de lo que las calles le den y hasta que se rompa.

-Habilidades de Combate: Lucha callejera, principalmente, pero lucha callejera de verdad: rehuirá el combate, pero si se ve forzado a ello atacará a los genitales y a la cara, con especial atención a los ojos y empleando tanto manos como pies, codos y rodillas. A veces, cuando se sabe superior a su contrincante, o cuando le duele el orgullo, empleará algo más elaborado, algo que deje boquiabierto al mirón desprevenido; Tal vez un barrido a ras de suelo seguido de una voltereta, o usar una pared como punto de apoyo para volver con una patada con ambos pies...

Aunque no es lo habitual. Puede que los gatos disfruten jugando con sus presas, pero Carlo prefiere ir directo al grano.

-Aptitudes mágicas: Principalmente Comunicarse Con los Espiritus de la Naturaleza, con Vida muy cerca debido a la dureza de la Calle y Esencia como la peor del trio, sin duda. Pocas oportunidades de practicarla, más que nada.

-Descripción física: Camina por las calles, inmerso en la multitud, un anciano cabizbajo; Es uno más, uno de los miles de mendigos que recorre la ciudad pegado a las paredes, con su manto pesado y viejo de color gris, su capucha echada, con esa humildad que los golpes graban en el alma. Como todos los demás despojos de Venecia, se pega cuanto puede a la pared de la callejuela cuando oye los cascos de un caballo resonar contra los adoquines.

Todo cambia cuando llega a una plaza, donde de un ágil salto se sube a uno de los barriles entre tenderetes. Con un volteo rápido se echa el manto sobre los hombros, mostrando por entero el forro zurcido en mil colores llamativos. Antes de que los mercaderes se den cuenta, ya hace malabares en lo alto del barril. Llaman a la gente el exotismo de sus ragos asiáticos, sus movimientos diestros, precisos, casi elegantes que mantienen en vuelo las esferas de tela y arena; Los trucos se suceden, cada vez más arriba, cada vez más difícil, hasta que por fin las monedas tintinean en el suelo frente a él.

Cuando ve que demasiados guardias comienzan a mirarle de forma interesante, todo termina tan rápido como empezó. Baja de un salto, recoge cuantas puede y echa a correr; Gira una esquina, y otra, y otra, sin perder el aliento, se refugia bajo un puente, voltea su manto...

Y camina por las calles, inmerso en la multitud, un anciano cabizbajo; Es uno más, uno de los miles de mendigos que recorre la ciudad pegado a las paredes, con su manto pesado y viejo de color gris, su capucha echada, con esa humildad que los golpes graban en el alma...

-Descripción del carácter:

Muchos dirían de él que es un tipo sin motivaciones, sin ambición; que alguien con sus talentos podría estar cubierto de oro, tener su propia casa, tal vez uno o dos criados... o comer todos los días. Sin embargo Carlo rehuye el oro y las promesas de poder como si quemasen.

Tal vez sea por sus conversaciones con los animales y los pequeños elementales de agua de los canales venecianos, pero el acróbata ha hecho del estoicismo su modo de vida. Termina el día siempre con tanto dinero como empezó, es decir, nada. Cuando el día ha sido malo, combate el hambre y el cansancio con meditación y reflexión, o corriendo por los tejados cuando se siente aventurero.
Cuando el día ha sido bueno, antes de dormir, recorre los barrios bajos donde se crió y reparte todas las monedas que le quedan a quien sabe que hará buen uso de ellas.

Es por naturaleza receloso, desconfiado con los extraños y de pocos amigos. Esto último no porque él quiera, sino porque las calles son muy duras y alguien con la forma de ser adecuada para ganarse la amistad de Fermi -una persona noble, generosa, amable con sus semejantes y respetuosa con los que están por debajo- no suele durar mucho.

-Gustos y preferencias: Le gusta dormir, una conversación inteligente, el fluir de la adrenalina por las venas, la tranquilidad de una puesta de sol... Sobretodo, las paradojas y acertijos; dale uno que no le deje pegar ojo y volverá a por otro en cuanto lo resuelva.

-Breve historia del PJ: No la tiene demasiado clara. No conoce a sus padres, pero tiene sus teorías; al fin y al cabo, no hay muchos orientales en Venecia con los que hacer cábalas. Sabe que la Casa Comercial Tegnelli cayó en desgracia hará veintitantos años, y que poco después se prendió fuego su almacén a manos del hijo mayor de Tegnelli, Luca. Según dijo él, antes de morir, "para evitar que sus bienes fuesen arrebatados por esos perros de la Inquisición"

Bueno, teniendo en cuenta que dentro de los almacenes no sólo había telas y especias, sino esclavos traidos de todo oriente, deduce que él consiguió escapar de alguna forma. Tal vez su madre en un acto de heroismo lo arrojase por un ventanuco demasiado estrecho para los demás y cayese a uno de los canales. Tal se salvó de alguna otra manera, quién sabe.

Bueno, él sabe que la mera visión del fuego le acelera el pulso, y que uno descontrolado basta para hacerle entrar en pánico. Punto a favor de la teoría Tegnelli. Nadie le ha reclamado nunca, ni está bautizado en ninguna parroquia. Segundo punto a favor.

Gran punto, inmenso punto en contra. Si él es un gatto, uno de sus padres -por lo menos- también lo era; ¿Por qué no escapó también? ¿Por qué no fue a buscarle luego?

Y... ya está. No sabe más al respecto.

Luego se crió en las calles, entre lo más bajo. No entre ladrones y asesinos, ojalá, entre mendigos y tullidos. Fue lazarillo de varios ciegos que sabían latín en eso de rezar y sacar limosna a los fieles, y cuando su naturaleza gatto surgió, aprovechó las virtudes felinas para ganarse la vida de una manera más agradable. Su familia al principio protestó, luego cuando vieron que volvía a diario con dinero, ya no tanto.

Y desde entonces, ahí sigue. Sabe que ahora mismo las cosas no van bien en la "otra" Venecia, así que se alegra de no haberse mezclado nunca con ella. Hasta ahora, por lo menos.

-Otros: Se empieza a notar no tan ágil como antes, así que está aprendiendo historias y relatos para convertirse en cuentacuentos callejero.

Bienvenido. Ya puedes rolear.