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Screw this, I'm going to Pigfarts [One-shot || Drarry]
Il Nero di Luna :: Off Rol :: Relatos
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Screw this, I'm going to Pigfarts [One-shot || Drarry]
Título: Screw this, I'm going to Pigfarts.
Autor: Tyelperin.
Rating: PG-13 (y por eso está en spoiler).
Disclaimer: El mundo de Harry Potter pertenece a J. K. Rowling, esto es sin fines de lucro. Si me lucrase, el mundo sería mucho más feliz.
Resumen: Ver ese musical de Starkid no parecía una mala idea. No después de lo que Rowling hizo con su historia, mucho menos después de lo que hizo la Warner. O al menos eso era lo que creía Harry.
También en: http://tyelperin.livejournal.com/
Screw this, I’m going to Pigfarts.
Autor: Tyelperin.
Rating: PG-13 (y por eso está en spoiler).
Disclaimer: El mundo de Harry Potter pertenece a J. K. Rowling, esto es sin fines de lucro. Si me lucrase, el mundo sería mucho más feliz.
Resumen: Ver ese musical de Starkid no parecía una mala idea. No después de lo que Rowling hizo con su historia, mucho menos después de lo que hizo la Warner. O al menos eso era lo que creía Harry.
También en: http://tyelperin.livejournal.com/
Screw this, I’m going to Pigfarts.
- Spoiler:
- Harry estaba insoportablemente pesado. Se le había metido esa estúpida idea en la cabeza y no había forma de sacársela. Hiciera lo que hiciera, Harry seguía insistiendo, insistiendo e insistiendo. Juraba que si volvía a oír las palabras “Potter” y “Musical” juntas en la misma oración, se encargaría de estrangular a Harry con sus propias manos.
- Oye Draco…he pensado que podríamos… - Y ahí estaba otra vez, Harry-no-me-canso-nunca-de-insistir-Potter volviéndolo a intentar. Draco respiró hondo, clavando las uñas en el brazo del sofá y entre los cojines.
- No lo digas, Potter...si lo dices, te cruciaré el culo. Y no es agradable.
- Vamos, Draco. Será divertido.
Draco suspiró. ¿Cuánto tiempo llevaba así? ¿Dos semanas? Maldito Potter con su maldita fijación por el maldito musical. ¿Por qué no lo veía solo? Había muchas habitaciones en su casa y le constaba que al menos dos de ellas tenían televisión y esa cosa muggle que Harry decía que se llamaba de-uve-de o algo por el estilo.
Le había convencido para contarle la historia a esa muggle, Rowling, que le miraba como si fuese un montón de estiércol de dragón. Arrugaba la nariz igual que su madre y se había negado de forma rotunda a incluir en sus libros algo sobre su relación con Harry que no fuese el odio de los años escolares. Luego, había conseguido que dejase que la Warner hiciese horrendas películas llenas de incoherencias. Había cedido suficiente, su paciencia tenía un límite, y no estaba dispuesto a ver una grabación cutre de un musical en el que lo mejor que decían de él era que…que…que nada en absoluto.
Harry se sentó a su lado en el sofá con las piernas abiertas y una completa falta de decoro. Le observó con las cejas enarcadas, tensándose aún más. Harry estaba mirándole de esa forma. Cuando Harry le miraba así, sólo podía querer decir que iba a conseguir lo que buscaba a cualquier precio. Aunque el precio fuese dormir una semana en el sofá o lo que Harry llamaba “10 minutos sin amigos” –que era otra modalidad de las noches en el sofá, pero sin la posibilidad de que Draco apareciese en algún momento de la noche diez minutos después de haberle enviado ahí-. Draco había aprendido a temer esa mirada y tragó saliva.
- Haré la limpieza una semana entera. Y la colada. Y lo que pidas. – Draco no dejaba de repetirse mentalmente un “nocedas,nocedas,nocedas,nocedas” que estaba convirtiéndose en un mantra, su rostro contraído en una mueca de dolor. – Y…yo qué sé…te compraré esas galletas que te gustan pero que no te compro porque te harán parecer una vaca.
- Merlín, Potter, no sabes lo mucho que estoy odiándote en este momento… - Y Harry supo que había cedido. Llevaba toda la bendita semana trabajando en el Ministerio, con todos esos capullos lameculos del Ministro y todas esas moscardas alrededor de Harry y de él mismo. Su firmeza había dicho basta. Harry sonrió y se impulsó con el codo para rodearle el cuello con un brazo y dejar un beso descuidado en sus labios. Gruñó, empujándole, y miró hacia el lado contrario con desdén.
- Espera aquí, voy a por el DVD – Harry se levantó y salió de la sala, feliz como un niño en Navidad, y él se quedó sentado en el sofá con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre el pecho. Llevaban poco más de dos años juntos y la suya no había sido una relación sencilla. Empezó con un simple “Gracias” por su parte que se convirtió en una noche de sexo sin control –que le preguntasen cómo demonios pasó eso, no sabría responder- y terminó con ellos viviendo en el mismo apartamento y viendo toda la historia de Voldemort y Hogwarts en todas las librerías y televisiones. Los comienzos fueron duros, aún recordaba las miradas de Weasley y las broncas de su madre, pero pese a todo su orgullo y cabezonería habían avanzado.
Draco descruzó los brazos y se relajó sobre el sillón. No podía ser tan terrible. Vería el musical, Harry estaría contento y tendría galletas. Era un buen trato.
Los pasos de Harry volvieron a oírse en la sala y cuando se acuclilló frente al de-uve-de se entretuvo observando con suma atención el culo enfundado en la tela de los pantalones vaqueros. Esos vaqueros gastados le quedaban bien, hacían que mirarle el culo no fuese sólo un entretenimiento, si no que fuese el entretenimiento.
- Joder, Draco, puedo oírte pensar. Deja de hacer eso o no veremos ni un minuto. – Draco rió entre dientes.
- Aguafiestas…
Desde el otro chisme muggle, tilivisión…o algo parecido, empezó a oírse la odiosa música de la odiosa película basada en los odiosos libros de Rowling. Harry volvió a sentarse a su lado, mucho más cerca que antes, y en la pantalla apareció un chico. A Draco le dio un ataque de risa instantáneo.
- Ni siquiera ha dicho nada.
- Oh, por Salazar…se parece a ti de verdad. Y se queja igual que tú… - Harry le dio un puñetazo flojo en el brazo y la risa se le volvió a escapar. Apenas había visto unos segundos y ya tenía que admitir que no iba a ser tan mala idea. Al menos, no hasta verse a sí mismo. Podía ser que entonces reconsiderase su opinión.
La primera parte de la canción de entrada fue especialmente entretenida para Draco, sobretodo cuando apareció Weasley. Le dolía el estómago de tanto reírse viendo al gigantesco alter ego de Ron en la pantalla, haciendo todas esas cosas que el verdadero Ron solía hacer. Algo exagerado, vale, pero la realidad al fin y al cabo. Gracias a Merlín, Potter no mencionó nada sobre eso de Pigfarts cuando le tocó a él ser parodiado. Si lo hubiese hecho, en ese momento no tendría cabeza. Aunque estaba riéndose demasiado incluso con esa imitación.
Harry subió las piernas al sofá y se recostó sobre él, haciendo que el vibrar de su cuerpo cada vez que se reía cruzase el suyo. Casi se cayeron del sofá cuando Dumbledore, o algo nada parecido a Dumbledore, preguntó qué demonios era un Hufflepuff y Harry estuvo en peligro de muerte tras la aparición estelar de su imitador restregándose por el suelo con movimientos exagerados y discursos sobre escuelas de magia en Marte con directores que eran leones que hablaban.
- Yo no hago eso. Nunca he hecho algo así – Harry le mordió el mentón, apaciguándole con sólo sonreír contra su piel.
- No puedes negar que es gracioso.
- Casi tanto como ver a tu doble inventar canciones sobre Cho Chang – Rió, mordaz- En serio, Harry… ¿Chang? Y yo que creía que lo de Ginny era demasiado…
- Podría componer canciones para ti, ya sabes…soy el Tigger de tu Winnie… Draco Malfoy.
- Joder, no. Ni se te ocurra. Sería mejor que hablases como Snaaaaaaape…
- Está castigado, señor Malfffoooyyy… - Harry deslizó los dedos sobre su muslo, subiendo hasta rozar el hueso de su cadera por debajo de la tela de la camisa blanca que se había puesto después de ducharse.
- Me gusta cómo suena eso.
Con una mano cerrada en torno al brazo de Harry, tiró de él hasta que sus labios chocaron. El beso empezó despacio, un roce de labios que sólo buscaba provocar. Harry fue el primero en morder y Draco sabía que tenía que pararle antes de que su cuerpo siguiese reaccionando como no debería. Harry abandonó sus labios y exhaló, su aliento acariciando el lóbulo de su oreja, murmurando entre risas bajas con tono acariciante y sugerente.
- No puedo dejar de pensar en ti en el suelo diciendo cosas sobre Pigfarts. – Draco bufó, dejando que los dedos de Harry siguiesen subiendo por su estómago hasta su pecho.
- Tú sí que sabes mantener el romanticismo... – El segundo beso, demandante y violento, no le hizo nada bueno a su burdo intento de autocontrol. La lengua de Harry en su boca y sus dedos bajando de nuevo hasta estar muy cerca de su pelvis hicieron que toda la sangre que debería estar en su cerebro corriese directa a su entrepierna. Draco empezó a fantasear y su cuerpo se retorció en el sofá.
Creo que estoy enamorándome de Hermione Granger.
- Harry…
- ¿Mmmm…? – Empujó con fuerza a Harry y se asomó sobre su hombro. En la pantalla, su doble cantaba su amor hacia Hermione Granger con abandono.
- ¡NO! – Harry gimoteó, resignado a no poder tocar la más que evidente erección de Draco. Le conocía lo suficiente como para saber que cuando se enfadaba se acababa la fiesta. – Yo nunca habría hecho eso.
Por todos los magos del jodido mundo, estaba cabreado. Y caliente. Caliente y cabreado. Era Granger, la maldita sangre-sucia sabelotodo de Granger.
- ¡¿Cómo han podido?! ¡Eso es…es…desagradabilísimo! – Potter, pareciendo muy frustrado, se rindió y dejó de tocarle. Pasó un brazo por encima de sus hombros y le habló al oído, aunque el tono y la intención habían cambiado.
- Lo dices como si Hermione fuese horrible o algo así.
- Para mí lo es, Potter. Oh, por… - Draco se levantó, incapaz de aguantar el estar tan sumamente irritado y excitado a la vez. Señaló a Harry con el ceño fruncido, su mirada plateada casi negra por la dilatación de sus pupilas, necesitado y furioso. – Que te follen, Harry. Me voy al jodido Pigfarts. Sígueme si quieres, pero no habrá piedad.
Salió de la habitación con paso fuerte y furioso y se encerró en la que compartía con Harry, apoyándose al lado de la puerta. Miró, desafiante, la erección que se obstinaba en hacer de esa situación algo sumamente ridículo y presionó la mano sobre ella. Un siseo bajo se coló entre sus dientes y cerró la mandíbula con fuerza. Sus caderas se sacudieron hacia delante sin que él les diese la orden y justo entonces la puerta se abrió.
Harry le miraba desde el marco. Draco se quedó mirando los ojos verdes de Harry con sus propios ojos entrecerrados, descubriendo en ellos esa determinación Gryffindor y ese destello hambriento en el fondo de sus irises oscurecidos.
- No puedes ir a Pigfarts, está en Marte.
Casi sintió un rugido brotar desde su pecho cuando Harry cerró con un portazo y le acorraló con los brazos contra la pared.
- Púes llévame tú, Rocketship Potter.
La sonrisa ladeada de Harry le dijo que esa noche iba a ser especialmente larga.
Iacovo C. Mika- Vampiro
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