Descripción

por **Francesco Foscari** Sáb Oct 16, 2010 2:27 am

No os dejéis engañar por el nombre, Piombi es sinónimo de tortura en toda Venecia pues no es ni más ni menos que las prisiones de la Inquisición, ubicadas junto al Palacio Ducal.

La prisión peude dividirse en varias plantas. La superior, de hecho, ni siquiera es una prisión. Es una zona dedicada tanto a las zonas de descanso para los guardias como para los funcionarios dedicados a impartir justicia, la mayoría inquisidores y miembros del clero. Es el Consejo de los Diez quien decide a quién condenar y encarcelar en la prisión, que lleva abierta desde el siglo XI. En apariencia todo es normal, nada delata los gritos que se oyen en las profundidades.

Conforme se va bajando a través de las escaleras las paredes de piedra dejan de ser protección suficiente para lo que allí hay. Los corredores son oscuros, pequeños y opresivos, iluminados apenas por las teas y antorchas que llevan los guardias y, escasos, visitantes que acuden a Piombi. A ambos lados de los corredores, hechos todos de piedra desbastada, hay puertas de madera, gruesas como puños, con apenas una ventana diminuta enrejada y una portezuela para pasar la comida que, en general, deja bastante que desear y más de una vez los presos acaban comiendo por desesperación.

Las celdas son pequeñas, agobiantes. No tienen ventanas ya que están bajo tierra y puede olerse el aroma de la tierra húmeda por las lluvias y los canales que pasan cerca. Esta misma humedad se cuela a través de la roca y parece llenarlo todo. La ausencia de luz y fuegos hace que esta humedad se adiera a los huesos, al igual que el frío que es capaz de atravesar a los presos que apenas tienen una raída túnica que se cambia pocas veces para cubrirse el cuerpo, por lo demás desnudos. Bastantes celdas vienen provistas con grilletes para encerrar una mano o un pie con su beso de acero, irritante y gélido como la mano de un vampiro.

Aún más abajo, en los niveles más ifneriores, en las habitaciones más reconditas de las galerías, húmedas, se encuentran las famosas salas que hacen de la prisión una inmombrable en toda Venecia. Todo tipo de artilugios, algunos de ellos inimaginables e indescriptibles, hechos de hierros y aceros, concevidos por las más retorcidas mentes para la única finalidad de hacer gritar al pobre desdichado que hasta ellos sea llevado... No es infrecuente oir los gritos en mitad de la noche, haciendo a los presos perder la cordura o gritar al unísono, de los infelices torturados ya sea para obtener una confesión que poco importa que sea verdad o mentira, o por mera diversión.

El aire parece impregnado de sangre y, aunque no muchos hablen de ello, todos saben lo que allí ocurre por las noches.