Secretos de alcoba. [PRIVADO]

por **Nidia Da Firenze** Jue Dic 23, 2010 1:47 pm

El Nido. Sólo unos pocos ajenos al Gremio sabían su localización exacta y los misterios que ocultaba. Tras sus puertas se encontraba un mundo inimaginable, lleno de lujos, de fascinantes historias y hermosas mujeres. Y Nidia, formaba parte de ese mundo, tras más de diez años conviviendo con ellos como una más.

Volvió a caerse al suelo, entre un mar de aplausos y risas. Sus ojos verdes brillaban por la diversión, enmarcados por sus cabellos alborotados. Y es que esos días, realmente necesitaba una buena distracción. Se puso en pie de nuevo ante la insistencia de Xirena, una de las bailarinas persas con las que había entablado cierta amistad, y que esa tarde, había logrado convencerla para que aprendiese diversas danzas, para lo que sin duda, Nidia tenía talento nulo, como había demostrado con sus repetidos tropiezos y caídas. Era increíble que fuese tan mala bailando y sin embargo, que sí lograse trepar sin dificultad alguna a los árboles más altos del bosque.

Se recogió la falda una vez más, haciendo un nudo en su costado y asegurándolo con uno de esos pañuelos repletos de decenas de monedas, que tintineaban con cada movimiento. Xirena se situó tras ella, colocando una mano sobre su vientre desnudo y la otra sobre una de sus manos, guiándola. Había demasiadas diferencias entre las dos jóvenes, desde el tono de piel hasta el color de sus cabellos , y a pesar de que Nidia carecía del exotismo y la sensualidad natas de la persa, lo compensaba con su vitalidad, aunque su belleza no tenía demasiado que envidiarle.

Tras un par de minutos más, se dio por vencida, devolviéndole el pañuelo y despidiéndose del grupo, exhausta. No servía para eso, de eso no había duda. Parecía tan fácil desde fuera... y sin embargo, ella era una completa inútil en la coordinación necesaria para la danza. Inútil. Ésa palabra había quedado grabada en su mente desde la conversación en el claro con Xiang. Siseó, mientras emprendía el camino a la habitación de Fahd, mientras se recogía los alborotados cabellos con un lazo, medianamente dispuesta a empezar sus labores de "esclava personal".

Todo volvía a estar hecho un desastre. No quería ni imaginarse lo que había hecho el muy cretino allí, a parte de darle más trabajo. Al menos, ya había dejado los cubos de agua allí, por lo que sólo tendría que calentar el agua y esperar a Fahd, tarea que no tardó en realizar, para después, sentarse sobre uno de los cojines y cruzarse de brazos, con sus ojos verdes reflejando las llamas del hogar.

por **Fahd 'Umbra' Hasshîm** Jue Dic 23, 2010 2:57 pm

Se había pasado toda la mañana encerrado en una de las habitaciones superiores del Nido, aquellas en las que se trataban asuntos demasiado importantes para ser escuchados en un lugar donde la división era creciente a pesar de estar todo enmascarado entre comida, humos y bailes. El tema a tratar lo aborrecía, llevaban meses hablando sin parar del mismo, y como de costumbre siempre se llegaba al mismo punto: todos estaban siendo atacados de una forma u otra por el Loto, no había ni una sola órden en la ciudad que no estuviese afectada, pero a la hora de la verdad nadie actuaba cuando tocaba excusándose en incontables pérdidas o ser perseguidos hasta casi la extinción como les ha sucedido a las Stregas. Para colmo, la única órden imparcial de aquella refriega se estaba viendo afectada delante de los ojos de todos los presentes en la reunicón fieles al Credo.

Después de unas cuantas horas que no hicieron más recordar lo cogido por los huevos que tenía el Loto a todos, necesitaba relajarse un poco, aspirar ese humo maldito de las sishas y dejarse llevar por aquellas danzas y canticos que conseguían absorber a cualquier espectador enajenado por lo fuertes y perfumados vapores y humos de la sala. Desde un oscuro rincón tapado en parte por unas cortinas de seda negras, se limitó a contemplar con la mirada vacía aquel mundo que se estaba yendo a pique, llenando su barriga de alcohol y sus pulmones de aquel polen tan especial.

De sus cabilaciones le saca un nombre y el fugaz brillo rojizo de una cabellera inconfundible. Nidia estaba allí desde a saber cuanto tiempo, y parece que aunque torpemente al lado de aquellas expertas, atrevía a dar unos cuantos pasos al son de aquel ritmo que creaban los numerosos músicos del Nido. Una sonrisa viene a sus labios, divertido, mientras aquella occidental mezclada entre tanto oriental intentaba patosa seguir a las bailarinas. Un coro de risas se escucha cerca y no puede más que unirse a él. Después de unos cuantos minutos, al parecer por fin se da por vencida y decidie marcharse hacia las alcobas, despedida por risas y aplausos. Poco después de vaciar una jarra más que se unía a las que adornaban su mesa desde hacía horas se levanta y aún con la sonrisa dibujada en su rostro se dirige él también hacia las alcobas. Era hora del baño.

Entra en su habitación y no le sorprende ver a la muchacha que hace unos minutos agitaba su cuerpo justo con las demás al son de la música. Con una sonrisa socarrona, alza las manos y empieza a menear la cadera, avanzando lentamente en un baile como respuesta al que hace poco se atrevía a danzar Nidia. El rostro descubierto delataba en aquellos ojos oscuros el brillo de aquel que ha ingerido más néctar de Baco del debido, su pelo recogido en finas trenzas empezaba a estar alborotado, y su ropa comenzaba a impregnar aquella estancia del aroma especiado de los vapores de la sala. Divertido, quizá más de lo habitual, se detiene justo delante de ella.

- Perfecto el baile, movimiento de caderas extraordinario, y sentido del tempo... ¿Te has planteado ser bailarina alguna vez? -Su semblante completamente serio se desdibuja en una ronca carcajada, seguida por una risa más suave, y por fin sus ojos se detienen en los de Nidia. Sonríe y acaricia su cabello una sola vez. Un saludo escueto. No sabe si es que ha bebido más de lo normal o quizá es ese aura espesa casi tangible que la rodea, pero juraría que le pasa algo.

Sin más y con un pequeño bostezo, se deshace de la camisa de fino lino blanco que cubría su torso, las usadas botas de caña alta que le llegaban a las rodillas y las calzas de cuero marrón. Su mirada se posa brevementeen la herida de su hombro, aquella que aunque hubiese sucedido hace tres años todavían en ocasiones tenía la sensación de que aquel veneno corrosivo que se extendía por el cuerpo como un río de agujas heladas todavía no había desaparecido. La zona más oscura por el daño que sufrió la carne y aquellas finas y pequeñas venas ennegrecidas que reodeaban aquella cicatriz destacaban la zona. Putas quimeras.

- Por cierto... encima de mi mesa tienes un paquete, es para tí -Las palabras salen mientras se deja caer en la cama de golpe, completamente desnudo y con lso ojos cerrados, esperando a que se levantara y comprobara a qué se refería y comenzara aquel relajante y necesitado baño en el que tan diestra era Nidia.

por **Nidia Da Firenze** Vie Dic 24, 2010 5:19 am

Seguía con la mirada fija en el fuego, sin poder apartar sus ojos del cálido elemento, observando cómo sus llamas danzaban al compás de la música que se filtraba a través de las paredes. El caldero empezaba a humear, anunciando que pronto el agua estaría lista. Sólo faltaba que llegase Fahd. No le entusiasmaba la idea de verlo, pero evitarlo era prácticamente imposible en el Nido. Incluso había mandado a Xiang a vigilarla, como si ella fuese incapaz de defenderse. Una cosa era que no fuese partidaria de la violencia, que no le gustase hacer daño a la gente ni disfrutase con la idea, pero otra muy diferente, era que no supiese hacerlo. Y por supuesto que sabía, de éso se habían encargado sus antiguos "amos" y el mismísimo Fahd. Aún sin ellos, podía realizar fácilmente sellos, levantar barreras y llamar a los espíritus elementales. No, no era una niña indefensa o al menos, éso se esforzaba en creer. Era una buena bruja, se había esforzado en serlo, en no defraudar a sus dioses ni a sus amigos...

El sonido de unos pasos la sacó de sus pensamientos, haciéndola parpadear un par de veces, reorientándose. Y allí estaba Fahd, contoneándose en una pequeña burla que logró sonsacarle una leve sonrisa. Llevaba el pelo lleno de trenzas, que se movían acompañando cada uno de los movimientos de sus caderas, hipnotizándola aún más de lo que el fuego consiguió. Y al escuchar sus palabras, no puede evitar ruborizarse hasta las orejas al darse cuenta de que la había visto en su intento frustrado de baile. Se cruza aún más de brazos, clavando la mirada en la otra punta de la habitación, medio indignada. Indignación que se esfumó con su leve caricia, no así como su intenso rubor.

- Yo...yo...Nunca. No, nunca. Ésa posibilidad no ha entrado nunca en mis planes de futuro... Sólo me esperaba un matrimonio concertado y un futuro como bruja. El matrimonio se hundió con los barcos de mi padre... Y ahora, ni siquiera estoy segura de lo segundo.

Comentó, poniéndose en pie y empezando a recoger la ropa que Fahd se iba sacando, sin siquiera permitirse observar su turbadora desnudez. Dejó las botas en una esquina y dobló la camisa de lino y las calzas, dejándolas sobre un arcón para lavarlas más tarde. Se detiene al escuchar lo del regalo, permitiéndose esta vez contemplar a Fahd con una ceja ligeramente levantada. Sus ojos verdes se apartan de él para fijarse en el pequeño paquete que se encontraba sobre la mesa. Se acercó a él, vacilante, sin saber si cogerlo o no. Al final, la curiosidad puede con ella y no tardó demasiado en quitar el envoltorio y abrir los ojos como platos.

Sus dedos se deslizaron sobre la cubierta de piel, acariciándola embelesada con su mirada prácticamente chispeando de gozo. Pasó las páginas, moviéndose de un lado a otro de la habitación, incrédula, prácticamente dando pequeños saltitos por el camino. Era un libro. Un libro. Como los que le traía su padre de sus viajes. ¡Incluso tenía dibujos! Las ninfas regordetas dignas de la escuela de Tizziano, la miraban desde las hojas con aquellas sonrisas... No podía creerlo. Cerró el libro, pegándolo a su pecho, para después, de un salto, subirse a la cama y darle un beso en la frente. Volvió a pasar las páginas una vez más, antes de dejar el libro con toda la delicadeza del mundo sobre una de las almohadas. Se levantó de nuevo, sacudiéndose la falda e intentando paliar su efusividad.

-Gracias.

Le hizo una pequeña reverencia y se fue directa a los calderos de agua para vaciarlos en la gran bañera de latón, mezclándolos con los que había hervido antes. Se remangó la camisa para comprobar la temperatura del agua, cogió unos tarros de uno de los estantes, y empezó a vaciar los aceites de creación propia en el agua. Luego, volvió a darse la vuelta, poniendo los brazos en jarras a su espera.

-Cuando el amo desee...- musitó, recalcando sin querer la palabra que miles de veces había escuchado de los labios de Xiang.

por **Fahd 'Umbra' Hasshîm** Miér Dic 29, 2010 1:10 pm

Mientras permanecía tumbado en la cama notaba como en su sienes golpeaba con fuerza la sangre, acompañado además de la peculiar sensación de que todo el mundo se movía a sus pies, fruto de la ingente cantidad de alcohol bebida esa tarde. Apenas las palabras de Nid resonaban en eco tras aquellas sensaciones, captando palabras sueltas que él unía en su mente para que cobraran algo de sentido. Se incorpora lentamente y frota sus ojos, bostezando y mirando a Nid con una ceja alzada.

- Vamos... no seas negativa, al menos no te han capturado y te han quemado o despellejado viva como a muchas otras tantas de tu órden -Se levanta finalmente de la cama, notando al instante un pequeño mareo y un intenso hormigueo en el estómago. Apoya rápidamente una mano en la pared para no dar de bruces contra el suelo y acto seguido una suave risa estúpida brota de sus labios. Joder, iba más borracho de lo que pensaba. Toma asiento de nuevo en el colchón mientras su atención se tornaba de nuevo en Nidia- [i] ... además, eso del baile tiene solución. En tres sesiones con Maese Fahd harás sombra a las mejores bailarinas del Nido y conseguiras hipnotizar a cualquiera con tu danza

Suelta una sonora risotada después de aquel mini desafio que le había propuesto a Nid, mientras observaba con una enorme sonrisa en el rostro la reacción que tenía al descubrir lo que contenía aquel pequeño paquete. Tras aquel cálido contacto de sus labiso en la frente, palmea jugueton su trasero y se incorpora dispuesto a que su cuerpo se sumergiese en el cálido elemento que exhalaba tan delicioso aroma. Aquel "amo" hizo que mirara divertido a Nid y automáticamente le hiciese desternillarse de risa.

- Devuélveme a mi Nidia, por hoy ya escuché suficientes veces esa horrorosa palabra... -Ríe metiéndose con cuidado en la pulida bañera de latón sy sumergiendo completamente su cuerpo a la vez que soltaba un enorme suspiro de satisfacción.-[i] No sé cuantas veces tendré que decirle que es completamente libre y que no ha de llamarme así... aunque no negaré que me produce una ligera satisfacción escucharla...

Ríe nuevamente, moviendo sus manos bajo el agua lentamente, como si intentase acariciar algo que sabía que se le iba a escapar de los dedos. Finalmente se recuesta, acomodándose y cerrando los ojos. Busca a ciegas la manos de Nidia y las acaricia con suavidad, llevándoselas a lso labios y besandolas despacio. Luego las lleva a sus hombros y ríe despacio. Necesitaba un masaje inmediatamente, notaba tod su cuello y su espalda entumecidos.

por **Nidia Da Firenze** Miér Dic 29, 2010 1:39 pm

-Lo sé, y no soy pesimista... Parte de la culpa la tiene la Orden, mandando ocultarse a cada una de las Stregas restantes en vez de planear una ofensiva...- musita, llevándose los dedos a los labios, pensando en lo que acababa de decir.- Huir no es la solución... Una guerra abierta tampoco... pero debe existir alguna solución preferiblemente no violenta que complazca a todos los bandos...

Sus propias palabras le sonaron carentes de sentido. Pero era incapaz de imaginar una vía que implicase herir a otras personas. Ése era uno de los motivos por los que Xiang la llamaba inútil... quizás fuese un gran defecto respetar la vida en el Gremio de Asesinos y Ladrones. Era fácil comprender ése detalle, simplemente, Nidia era incapaz de hacerle daño a cualquier criatura viva, fuese animal, humano o planta. Pasa olímpicamente de contestar a su pequeña provocación sobre las clases particulares, limitándose a dar como respuesta una breve pero sonora carcajada. Ella no tenía interés en hipnotizar a la gente o de superar a las exóticas y hermosas bailarinas.

Remueve las aguas con su mano, segundos antes de que Fahd se meta en la bañera. Suelta un pequeño siseó, ante la sola mención de esa gatto. Sí, realmente, Fahd no era el único que estaba harto de escuchar esa palabra día tras día, hora tras hora... Xiang tenía demasiado apego a él... y demasiado odio sin fundamento hacia ella. Y el sólo hecho de volver a pensar en sus hirientes palabras...

Pero es sacada de sus pensamientos, sin poder evitar sonreír antes sus gestos, íntimos e inocentes a la vez, los cuales logran templarla un poco, y cuando él deja sus manos sobre sus hombros, capta la indirecta, empezando a masajearlos tal y como a él le gustaba, aunque poco a poco, va menguando, hasta que sus dedos se crispan sobre la piel de sus hombros.

-Fahd... Yo... yo no quiero volver a escuchar a Xiang. No la vuelvas a enviar en pos de mi...-hizo una pequeña pausa, retomando de nuevo el masaje.- Si ya no me necesitas, simplemente dímelo... Es comprensible, Fahd. Tiene más poder que yo y carece de los escrúpulos que yo tengo... No quiero seguir en este lugar por pena. Sé defenderme sola.

por **Fahd 'Umbra' Hasshîm** Lun Ene 17, 2011 6:29 am

Sumerge su cabeza unos segundos en el agua caliente y cierra los ojos, volviendose todo durante unos segundos en silencio, tranquilo en la oscuridad, como si en aquella atmósfera protectora que le proporcionaba aquel elemento se sintiese invencible durante el tiempo finito que conseguía mentener el aire en sus pulmones. Casi quería en aquellos momentos permanecer en ese estado durante el resto de su vida.

Saca su cabeza poco a poco del agua, abriendo los ojos y volviendo a ver pro fin aquella habitación iluminada por las velas. Gira despacio su rostro, lo justo para poder ver con sus ojos el rostro de Nid.

-Ese es vuestro problema Nidia. Siempre esperais que todo se solucione con situaciones no violentas... -Bosteza, desperezándose dentro del agua casi como si se tratase de un felino.- ... y eso os ha hecho llegar casi a la extinción, refugiadas como leprosas bajo nuestro techo. El Loto jamás aceptará ningún trato que no consista en dejar a todas las órdenes bajo su merced, quieren la supremacia total. En cuanto a vosotras... -Recoge agua en sus manos, juntándolas y haciendo que salga un chorro a presión de entre ellas directo al suelo de su alcoba.- Necesitais a alguien que os dirija y decida por fin darle una bofetada a los nigromantes. Hasta entonces estareis en peligro.

Disfruta de aquellos dedos mágicos que se deslizaban sobre sus hombros y sobre su espalda, apretando en los puntos que notaba más entumecidos, estirando sus músculos y relajándolos. No tarda en sentir una y otra vez un intenso cosquilleo placentero recorriendo su espalda. Pero poco a poco los movimientos se hacen torpes, y nota como las delicadas manos de Nidia apretan más de lo normal sobre sus hombros. Estaba a punto de soltarle algo a bocajarro, y un lastimero quejido proviene de él, dejando claro que aquel no era el mejor momento para decirle nada.

Escucha todo en silencio, con el ceño fruncido. Pero vuelve a relajar su expresión cuando nota de nuevo aquella actividad sobre su espalda. ¿Por qué las mujeres se empeñaban en sentirse inútiles cuando alguna otra aparecía por medio? Suspira y masajea sus sienes. Xia y Nidia nunca estarían hechas para vivir juntas bajo el mismo techo ni bajo el amparo del mismo hombre.

- ... No sé qué te habrá dicho Xia, tampoco quiero saberlo. La mandé a que te vigilase, no puedo permitirme que en uno de tus arrebatos en los que te pierdes por el bosque cualquier nigromante te encuentre en una de sus batidas diarias en busca de stregas y haga contigo algo que, te aseguro, no querrías vivir ni en un centenar de años... eres conocedora de información muy importante y acabarías soltando todo lo que tienes en tu cabeza -En ese momento se da cuenta que dicho todo aquello, en sus palabras no se había visto reflejado un interés real en Nidia. Maldice una y otra vez para sí mismo. Ni de lejos quería perder a Nidia, no era sólo su sirvienta, su amante, su confidente.... era todo eso y mucho más. Pero debía comprender que necesitaba alguien como Xia para tener controlada en todo momento la ciudad. Y no era la primera que se lo decía- ... Maldita la hora en que la Diosa te dió esa absurda capacidad de razonamiento tuya, Nidia, todavía no te he oído decir algo inteligente desde que entré en esta habitación... no voy a volver a decirte algo que te he dicho ya tantas veces. Eres libre de hacer tu petate y marcharte por esa puerta... de verdad, tengo cosas más importantes en la cabeza que esa estúpida competición por complacerme que teneis entre manos Xia y tú... no lo entiendo de verdad, no sé que pretendeis...

Quizá era el alcohol el que había hablado, pero se sentía mucho más reconfortado en ese momento. Sabía que había levantado la voz más de lo normal cuando le había dicho todo eso a Nidia, sabía que probablemente no se tomaría bien aquello, pero valía la pena por dejar de tener todo eso en su cabeza de una vez por todas. En ese momento recordó el brindis de un anciano en una taberna cuando él era jóven: "Por las mujeres, causa y a la vez solución de todos nuestros problemas". No puede evitar que una ligera sonrisa se dibuje en su rostro mientras niega lentamente con la cabeza.

por **Nidia Da Firenze** Jue Ene 20, 2011 10:00 am

-Las cosas no son tan simples. El Loto sólo busca el caos para resucitar a uno de sus dioses, lo que sin duda, causaría el fin del mundo tal y como lo conocemos ahora. No quieren someter a las otras órdenes, buscan su destrucción, de forma que no quede nadie para hacerles frente. Cualquier vida, pertenezca a quien pertenezca, es demasiado preciada para tirarla por la borda y conlleva un peso, no sólo sobre la conciencia de quien la arrebata, si no sobre su propia alma.-contestó, dejando a un lado el masaje para coger un botecito de cristal y vaciar parte de su contenido en sus manos, para empezar a frotar los brazos y el torso del asesino, en dirección descendente.- Pero eso es algo que el Gremio ignora, porque no podéis llegar a comprender el tapiz de vida y sin embargo, gozáis de la protección de los dioses, ya que logran sus objetivos a través de vosotros. Toda muerte que acontece en el mundo es permitida por ellos… Aún así, sabes que va contra mis principios…Pero no contra los del resto de la Orden, que no los comparten.-se inclinó sobre él para que sus manos se deslizaran más abajo, frotando con delicadeza su vientre , colocando su cabeza al lado de la suya, provocando que algún que otro mechón rojizo se metiese en el agua.- Incluso las Viejas Alianzas van perdiendo sentido… Miembros del propio Gremio están vendiendo la vida de las Stregas al mejor postor. Eso es algo que no me puedes negar, Fahd. Puede que ahora tengamos que ocultarnos, pero eso es debido a que no podemos permitir que nuestros conocimientos se pierdan con nuestras muertes. Por ello sigo escribiendo esos diarios… Quizás a ti te parezca una pérdida de tiempo, pero su contenido puede seguir salvando vidas aunque yo deje de existir. Intentamos prevalecer de la forma que podemos.

Quizás había sonado más resignada de lo que realmente querría reconocer, pero estaba demasiado cansada como para ocultar lo que ya sabía que sucedería. Su orden estaba en declive y sus días contados. Permaneció en silencio, escuchando el pequeño sermón sobre Xiang y sobre su propio comportamiento al respecto. Siseó, molesta, enfadada y en cierto modo humillada por sus palabras. Se apartó de él con más brusquedad de la necesaria, derribando alguno de sus tarros por el camino. Soltó una breve maldición, seguida de un quejido lastimero al ver sus ungüentos diseminados por el suelo. Fue directa hacia las jarras con las que había llenado la bañera, cogiendo una sin calentar y volviendo junto a Fahd para vaciar su contenido sobre su cabeza.

-Me resulta sumamente excitante la confianza que depositas en mis poderes y en mi.-le increpó, con el sarcasmo tiñendo su voz.-¿Será tal vez porque me he dedicado plenamente a ellos desde que perdí a mi familia?-suspiró, llevándose las manos a las sienes para calmarse, dando ya por perdido el baño y terminando por dejarse caer en la cama.- Bien, Fahd, sé que no soy una asesina, pero sé defenderme perfectamente ante un Loto, no es la primera vez que me encuentro con uno y salgo indemne. Te he curado las heridas durante años, pero eso no es lo que me ha molestado.-se cruzó de brazos, fulminándolo con aquellos ojos verdosos. Respiró hondo, intentando mantener un volumen normal de voz. No era partidaria de montar escándalos ni en público ni en privado.- ¿Cómo OSAS siquiera pensar que sería capaz de traicionarte? Éstas son las cosas, Fahd, por las que te estrangularía a veces. Llevamos más de diez años juntos y aún albergas dudas al respecto.-se dejó caer en el colchón, apartando la mirada de él para centrarla en el techo.- ¿Pretender? Lo único que pretendo es seguir con mi vida como antes, cuando no mandabas espías tras de mi como si fuera una cría. Espero que al menos, se te haya refrescado la mente al respecto.

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